En 'Frontera verde', Guerra integra la cosmovisión de los indígenas de la Amazonia con la magia y las historias de detectives. La expectativa es muy alta.

PERSONAJE

Ciro Guerra, en la cima de la industria del cine 'mainstream'

La carrera de Ciro Guerra, el primer director colombiano nominado a los Óscar, sigue en ascenso. Su nueva película, Waiting for the Barbarians, protagonizada por Johnny Depp, compite por el León de Oro en Venecia. Entre tanto, Netflix estrenará su primera miniserie, Frontera verde.

4 de agosto de 2019

Ningún director colombiano ha penetrado tan profundo en las entrañas de los circuitos más reputados del cine global como Ciro Guerra. La producción cinematográfica de Guerra ha sabido dirigir los reflectores de la industria audiovisual hacia Colombia desde el estreno y la prominente circulación en festivales internacionales de su primer largometraje, La sombra del caminante (2004). También por la amplia difusión de Los viajes del viento (2009), seleccionada para participar en la categoría Una Cierta Mirada del Festival de Cannes en 2009 y ganadora el premio Ciudad de Roma.

Guerra ha insertado a la cinematografía colombiana en el mainstream de Europa y de Estados Unidos, un hecho notable.

Al margen de las discusiones sobre sus destrezas estilísticas y narrativas, o precisamente por ellas, su cine ha insertado a la cinematografía colombiana en el mainstream de Europa y Estados Unidos, un hecho más que destacable. En El abrazo de la serpiente (2015) condensó las preocupaciones que ha canalizado en su cine reciente: el contacto intercultural, el colonialismo y la modernización, así como la mirada detenida de los pueblos originarios de Colombia desde estructuras narrativas del cine occidental. Eso le mereció el premio Art Cinema en la Quincena de Realizadores del Festival de Cannes en 2015, e hizo historia al ser la primera cinta colombiana en llegar a los premios Óscar, nominada en la categoría de mejor película de habla no inglesa. En esa oportunidad se llevó la estatuilla El hijo de Saúl (2015), del húngaro László Nemes. Pero el aplauso internacional puso al director nacido en Río de Oro, Cesar, en el centro de los flashes. Y desde entonces, lo hizo la cara más visible del cine contemporáneo colombiano ante el mundo.

Esa ruta, no exenta de críticas en torno a las tensiones entre los cánones estéticos occidentales y las narraciones sobre las tradiciones ancestrales, parece solo ir en ascenso. En mayo pasado, Guerra presidió el jurado de la 58 Semana de la Crítica, una sección paralela al Festival de Cannes, el certamen cinematográfico más importante del mundo. "A lo largo de cuatro cortometrajes y cuatro películas, Ciro Guerra es autor de una obra muy personal; una nueva visión de Colombia, testigo de una generación cuya voluntad afirmada es reapropiarse de los espacios", indicaron los organizadores al anunciarlo la máxima autoridad de ese jurado. En el marco del festival, el cine colombiano también estrenó Litigante, el nuevo filme del director Franco Lolli.


Johnny Depp, el ganador del Óscar, Mark Rylance y Robert Pattinson integran el reparto de Waiting for the Barbarians, la cinta basada en una novela de J. M. Coetzee que Guerra lleva a Venecia. Allá competirá con grandes como Polanski, Koreeda y Soderbergh.

Esa presencia en Cannes sonó, sobre todo, por el acto en el que Guerra y la delegación colombiana en el festival protestaron contra el asesinato en Arauca del realizador Mauricio Lezama, y por los crímenes en contra de líderes sociales en el país. Además, sentó el terreno para los dos nuevos embates que dará este mes. Su nueva cinta, Waiting for the Barbarians, es una adaptación de la novela homónima del escritor sudafricano y premio nobel de Literatura J. M. Coetzee, y la primera película que ha rodado en inglés. La estrenará en la edición número 76 de la Mostra Internazionale d’Arte Cinematografica di Venezia, el prestigioso festival de cine de la Bienal de Venecia.

Esta historia “alegórica”, como la ha definido Alberto Barbera, director de la Mostra, aborda el tema de la colonización y los abusos en las guerras. Tras ver cómo soldados imperiales torturan y asesinan a los “bárbaros” que encuentran a su paso, un magistrado de un cierto imperio comienza a cuestionar la legitimidad del imperialismo y a cuidar de una mujer que ha quedado ciega luego de las torturas a las que la han sometido. La cinta marca la llegada del director cesarense al mainstream y confirma su alta reputación en el gremio. La protagonizan Johnny Depp, quien manifestó su emoción por rodar con “un gran director” como Guerra; Mark Rylance, ganador del Óscar a mejor actor de reparto en 2016; y Robert Pattinson, quien deja atrás su imagen de galán adolescente.

En la Mostra de Venecia, su nueva producción disputa el codiciado León de Oro con las novedades de la élite del cine mundial como Hirokazu Koreeda, Olivier Assayas, Steven Soderbergh, Roman Polanski y Pablo Larraín. Mientras tanto, Netflix anticipó el estreno de su primera serie, Frontera verde. Allí, de la mano de Laura Mora, directora de Matar a Jesús, y Jacques Toulemonde, coguionista de El abrazo de la serpiente y Pájaros de verano, y director de Anna, Guerra incursionará en el mundo de los contenidos seriados en plataformas de streaming.

En Cannes, Guerra presidió el jurado de la 58 Semana de la Crítica. Allá, junto a una comitiva colombiana, elevó su voz de protesta por el asesinato del director llanero Mauricio Lezama. Ahora, en Venecia, va por el León de Oro.

Frontera verde, su miniserie de ocho capítulos, sigue a Helena Poveda, una agente de la Fiscalía que intenta descifrar una serie de asesinatos junto con el policía indígena Reynaldo Bueno. En este universo selvático, el cual carga la impronta estética de Guerra y de El abrazo de la serpiente, ambos investigadores se enfrentan a un misterioso caso de muertos que no envejecen. La serie articula, en un cruce de registros propio de su trayectoria, las cosmovisiones de los indígenas del Amazonas con la magia y, en este caso, el cine de detectives. Los actores y el argumento retoman preocupaciones comunes de la obra de Guerra: el Amazonas, las tensiones entre los modos de vida ancestrales de los pueblos indígenas y la modernidad occidental, el choque entre la justicia indígena y la justicia de los centros urbanos, entre otras. También, con una serie hablada entre tikuna, uitoto y español, Guerra vuelve a sus reivindicaciones de instalar otras lenguas y otras herencias en las pantallas del mundo.

Al contrario de lo que pensaban quienes afirmaban que la nominación al Óscar sería la cúspide de su carrera, Ciro Guerra sigue encontrando nuevas cimas fuera de Colombia, aunque enraizado profundamente en ella. Como dijo en su momento a la agencia EFE: “En un mundo perfecto, el arte no sería necesario. El arte surge del conflicto, de la dificultad para entendernos, de la inquietud, de la incomodidad con el mundo. Si el mundo tuviera sus problemas resueltos, no tendríamos nada que expresar”.