Libros
“Colombia no tiene futuro”: Andrés Hurtado, ecologista y fotógrafo, habla en SEMANA de la crisis ambiental del país que ha retratado por décadas
Andrés Hurtado García se ha pasado la vida recorriendo el país para capturar su belleza. Acaba de reeditar ‘Colombia secreta’, su libro más celebrado, que recoge la exuberancia de una Tierra que se está acabando.
Andrés Hurtado García contesta la llamada desde Salamina, un pueblo de Caldas. Tiene 82 años, cinco exitosos libros, una cámara fotográfica a cuestas y también la energía de un muchacho. “Estoy recorriendo ahora mismo pueblos bellos de Colombia para mi próximo libro”, cuenta, feliz de que el más querido de todos ellos, Colombia secreta, haya tenido una reedición en formato de bolsillo.
Lo publicó con Villegas Editores. A su director –Benjamín Villegas– le tomó diez años convencer a Hurtado de recopilar su trabajo en un libro con las mejores imágenes y crónicas de explorador. Y valió la pena: se ganó el premio a mejor libro de viajes en el International Book Awards en Estados Unidos.
Hurtado confiesa con tristeza que no está lejos el día en que esos paisajes solo puedan verse en las páginas de sus libros. “Colombia no tiene futuro”, dice. De ese dolor, pero también de ese apostolado por el medioambiente, conversó precisamente con SEMANA.
SEMANA: ¿En qué momento su amor por la naturaleza se convirtió en esa larga travesía por Colombia, que aún no termina?
Lo más leído
Andrés Hurtado: Todo comenzó a los 4 años, cuando me fui solo de la finca de mi papá, en Armenia, para ver cómo nacen los ríos. Me encontraron tres días después casi muerto de hambre. Y sigo sin saberlo. Sé cómo se secan los ríos, pero no cómo nacen. A los 7 años, con unos scouts, subí por primera vez al Nevado del Ruiz, cuando aún tenía nieve, y ahí logré mi primera foto, la que más quiero, que está totalmente desenfocada. Los grandes, de 21 años, vomitaban al llegar a la cumbre, mientras yo, tranquilo, corría por la nieve. El corazón de un niño no está para estar a 5.200 metros; sin embargo, el mío sí.
SEMANA: ¿A quién le debe ese amor por la naturaleza?
A.H.: A mi papá, que era arriero antioqueño. Y a mi mamá, que decía que el punto donde nace el arcoíris se tragaba a las personas. Y cuando salía el arcoíris, yo salía de niño corriendo para comprobarlo y así aprendí a andar por el campo. En mi casa había una cámara fotográfica Retina Reflex y con ella comencé a hacer fotos desde los 7 años, y hasta el día de hoy.
SEMANA: Usted se ha dedicado por décadas a difundir el mensaje de amor por el medioambiente a los estudiantes del Colegio Champagnat de Bogotá. ¿Cuándo se cruzó con la educación?
A.H.: Soy hermano marista. A los 10 años me fui al seminario y desde ahí salía a excursiones y seguía tomando fotos. A los 16 tomé los votos como religioso y, aunque no soy sacerdote, todos me conocen como hermano Andrés y así me han llamado siempre mis estudiantes. Desde ese momento, la fotografía y la educación han sido mi vida.
SEMANA: Usted es de los que se va con sus estudiantes de excusión para preservar ese legado. ¿Cómo le ha ido en esa tarea?
A.H.: Un día entendí que la educación sobre el medioambiente no podría ser en un tablero, en un salón de clases y menos con estas generaciones que han crecido en apartamentos. Entonces, se me ocurrió llevármelos cada tres meses a conocer un páramo, a los Llanos Orientales o algún paraje. En otros colegios se van a San Andrés a beber cinco días. Yo propuse, en cambio, irme esos días de excursión para que se conecten con la naturaleza y se sensibilicen.
SEMANA: Muchos de esos jóvenes se convirtieron también en guías ambientales...
A.H.: Eso me llena de orgullo. Salen como guías ecológicos del Sena, con título. Del colegio han salido más de 50 líderes ambientales para Colombia y el mundo, hasta un exviceministro de Ambiente y otro que consigue recursos a fin de apoyar labores ambientales para el tercer mundo desde Estados Unidos. Todos se formaron conmigo.
SEMANA: ¿Qué tanto ha cambiado ese país que recorría hace 60 años a este que ve ahora tan golpeado por el daño ambiental?
A.H.: En el año 65, hace medio siglo, dije: “Ojo, Colombia y el mundo no tienen futuro. No hay futuro”. Una periodista de La Patria, donde aún publico una columna, me llamó exagerado porque había dicho que la selva amazónica se iba a destruir. Y ese vaticinio se cumplió. Hoy lo veo con tristeza, por eso digo que no hay futuro. Pero, no hay que desanimar a la gente. Es como cuando sabes que un hijo tiene cáncer: tú haces todo lo posible para curarlo. De igual manera, los seres humanos estamos llamados a hacer todo lo posible, así el calentamiento global no se pueda revertir. Lo único que podemos hacer es paliar los efectos que produce. Los únicos que pueden hacer algo son los Gobiernos. Muchos hacemos gestos, pero se necesita realmente voluntad política. Agradezco la edad que tengo porque no me va a tocar ver el desastre que ocurrirá en 20 años, cuando no se podrá trabajar al sol por cuenta del calentamiento de la Tierra.
SEMANA: De todos esos paisajes que ha recorrido, ¿cuáles le duelen más?
A.H.: La selva amazónica está en un punto de no retorno. En este mismo momento se está quemando El Pantanal, en Brasil, que es donde viven los últimos jaguares de la Tierra. Eso es muy doloroso.
SEMANA: ¿Qué se han perdido de conocer quienes no han tenido el privilegio de recorrer Colombia como usted?
A.H.: De no ir a la selva, por ejemplo, para que vean su importancia. De los páramos, que es el ecosistema más importante de los colombianos. De los Llanos Orientales, que hoy los están acabando con tanto sembrado. Y de nevados como la Sierra del Cocuy, de donde nacen tantos ríos.
SEMANA: En medio de este desastre ambiental, ¿Colombia sigue siendo el país más biodiverso?
A.H.: Por fortuna, sí. Somos el país más biodiverso en aves, en colibríes, en orquídeas. Y hace poco nos dijeron desde Londres, del Museo de Ciencias Naturales, que somos el primer país en mariposas. Lo triste es que rápidamente estamos acabando con eso. La destrucción de las cordilleras, por ejemplo, es terrible para el hábitat de las mariposas y los pájaros. El oso de anteojos, los cóndores y los pumas también están en peligro porque les estamos destruyendo los bosques.
SEMANA:¿Será que llegará el día en que la belleza del país solo se vea a través de sus libros?
A.H.: Tristemente, sí. Lo único que me alivia es que he logrado dejar una semilla en mis estudiantes. Espero que ellos continúen el legado y que alcancen a vivir hasta donde puedan ese país tan maravilloso que no me canso de recorrer.