Bitácora FICCI 61
Colombia, un país crónicamente violento pero, ¿resistente?: sobre ‘Camilo Torres: el amor eficaz’ y las estrellas fugaces
Este documental mira a una figura histórica y polarizadora en la sociedad colombiana, mientras revela subrepticiamente la visión realista y dura de Marta Rodríguez. La documentalista, que conoció a Torres en vida, sigue reflejando los principios humanos de defensa del pueblo que el país entero debe aceptar para avanzar.
Este muy duro y muy recomendado documental plantea un diálogo “imaginario” entre la figura prominente de la directora Marta Rodríguez (Los chircales, La sinfónica de los Andes) y el fallecido ícono polarizador social y humano que fue Camilo Torres, en la voz del co director y guionista Fernando Restrepo. Y funciona arrolladoramente bien.
Rodríguez es de las pocas personas, si no la última, que conoció en vida a Torres. Una verdadera camilista, pero a su propia manera, que la ha mantenido viva y resistiendo desde la imagen y el relato contra todo y todos los que quisieran que ella no reflejara en pantalla lo que refleja. Porque muestra un país ‘puteado’ crónicamente por sus desigualdades absurdas y la violencia sistemática que estas producen (entre muchos otros factores también mencionados, como el impacto del narcotráfico, un factor que Camilo Torres jamás hubiera podido imaginar o dimensionar).
Se ha escrito extensamente sobre Torres, el cura que se fue al monte convencido de que las formas de hecho serían el único agente de cambio en un país tan desigual y tan controlado por unos pocos como Colombia. Pero, precisamente, aquí no se trata de “traducir” ese material para la pantalla, si bien muchísima de esa información sí hizo parte de la investigación.
La idea es poner a este fantasma del que solo escuchamos la voz (sin imitar, la que le salía en el diálogo espontáneo a Restrepo, mucho más reflexiva que la de Torres sus grabaciones) a preguntarle cosas tan sencillas como fundamentales a Rodríguez, para que ella se explaye en sus respuestas sentidas y dolorosas, con conocimiento de lo que pasa hoy y de lo que pasó en los años desde que murió. Es así como recontextualiza al personaje histórico, le reflexiona y lo cuestiona. Es así, también, como eleva la mirada de la documentalista, un verdadero tesoro, la verdadera estrella del documental. Así la figura principal sea otra, este es el efecto que queda, y justo resulta.
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La producción se apoya en rico material de archivo de imágenes y de audio, en apartes de intervenciones del sociólogo Eduardo Umaña Luna, del padre jesuita Javier Giraldo (qué sensatez) y en otras pocas pero contundentes voces, y también sabe cuándo lanzar canciones muy pertinentes asociadas al tema central y a sus protagonistas.
Pero, más allá de esos elementos ilustrativos importantísimos y tan bien hilvanados, su columna vertebral es ese diálogo fluido, franco, en el que, en palabras de Restrepo (a quien se le ocurrió la idea de “hablar con el muerto”, y con la única persona con la que Rodríguez aceptó conducir este ejercicio), el corazón prima sobre la razón.
Este ‘Camilo Siglo XXI’ pregunta relativamente consciente de que germinó muy poco de lo que sembró en sus diez años de fervor en el siglo XX, antes de morir a los 37 años como uno de tantos actores oficialmente activos en la guerra. Pero se puede decir con total seguridad que Rodríguez sí germinó en su difícil causa. Y que esta causa de abrirle os ojos al país, por más dolorosa y peligrosa que sea, jamás será una causa perdida. Esta mujer ha aplicado su propia línea de camilismo audiovisual en su obra. Y claro, esto le ha costado amenazas, atentados, pero jamás le ha significado detenerse.
El documental plantea así, entre muchas puntas dignas de discusión, la parábola de la estrella fugaz (la figura de Camilo Torres) y la estrella que perdura, la documentalista que acá se expresa en su propia coproducción como nunca antes. Y solo ese detalle ya pesa muchísimo, porque la estrella que perdura tiene aún mucho por decirnos a los vivos.