Cultura
¿Cómo orar para vencer a los enemigos?
El salmo 59 es una de las posibilidades para hacer esta petición.
Las personas creyentes acuden a la oración con el fin de obtener beneficios y también de darle gracias al ser supremo por los favores recibidos. En muchas ocasiones hay quienes se sienten afectados por individuos que causan daño o generan efectos negativos en la vida y, por ello, piden para alejarlos o para encontar la forma de vencerlos.
Es posible que más allá de querer hacerles daño o actuar de la misma forma en que ellos lo hacen, se recurra a la oración que con fé se convierte en la mejor arma para vecerlos o superarlos.
Una de las oraciones a las que se puede acudir es el salmo 59, que es un poema de David cuando Saúl envió gente a su casa para tratar de matarlo, según el portal Bible Gateway.
Salmo 59
1. Líbrame de mis enemigos, oh Dios mío;
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ponme a salvo de los que contra mí se levantan.
2. Líbrame de los que hacen iniquidad,
y sálvame de hombres sanguinarios.
3. Porque, he aquí, han puesto acechanza contra mi vida;
se han juntado contra mí poderosos,
no por transgresión mía ni por pecado mío, oh Jehová.
4. Sin delito mío corren y se preparan;
despierta para venir a mi encuentro, y mira.
5. Y tú, Jehová, Dios de los ejércitos, Dios de Israel,
despierta para castigar a todas las naciones;
no tengas misericordia de todos los que se rebelan con iniquidad. Selah
7. He aquí proferirán con su boca;
espadas hay en sus labios, porque dicen: ¿Quién oye?
8. Mas tú, Jehová, te reirás de ellos;
te burlarás de todas las naciones.
9. A causa de su fuerza esperaré yo en ti,
porque Dios es mi defensa.
10. Mi Dios, en su misericordia, irá delante de mí.
Dios me hará ver a mis enemigos.
11. No los mates, para que mi pueblo no olvide;
hazlos vagar con tu poder y abátelos,
oh Señor, escudo nuestro.
sean ellos presos en su soberbia,
y por la maldición y mentira que profieren.
13. Acábalos con furor; acábalos para que no existan más
y sepan que Dios gobierna en Jacob
hasta los confines de la tierra. Selah
14. Vuelvan, pues, al atardecer, y ladren como perros
y rodeen la ciudad.
y si no se sacian, murmuran.
16. Pero yo cantaré de tu poder,
y alabaré de mañana tu misericordia,
porque has sido mi amparo y refugio en el día de mi angustia.
17. Oh fortaleza mía, a ti cantaré alabanzas,
porque eres, Dios, mi amparo, mi Dios de misericordia.