Cultura
Conozca cuál es la leyenda urbana más conocida por los bogotanos
En las opciones a elegir estaban Espeluco de Las Aguas, Fantasma José R. Russi, Novia plantada y Mono de la pila
Bogotá es una ciudad que alberga muchas historias y relatos sobre sus habitantes, sus calles o edificios que llevan construidos más de 100 años; por esto, hay algunas historias que se han convertido en grandes leyendas urbanas.
Portal Bogotá realizó un sondeo para conocer cuál es la leyenda urbana más conocida por la ciudadanía. En las opciones a elegir estaban Espeluco de Las Aguas, Fantasma José R. Russi, Novia plantada y Mono de la pila.
Dicho sondeo, contó con un total de 177 votos y tomo por sorpresa el resultado de cuál es esa leyenda que los bogotanos más conocen, todos coincidieron que era el Mono de la pila.
Votos de la ciudadanía
Con un total de 68 votos, que corresponden al 58 % del total del sondeo, la leyenda Mono de la pila es una de las más conocidas por la ciudadanía, según el sondeo. En el segundo lugar quedó Novia plantada, con un total de 24 votos, equivalentes al 21%.
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En tercer lugar, se ubica la leyenda Espeluco de Las Aguas con un total de 15 votos, representando el 13 % del sondeo; y en el último puesto se ubicó Fantasma José R. Russi con 10 votos equivalentes al 9 % del total de votación.
El mono de la pila
De acuerdo a la Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte, dicen que en el año de 1583, época en la que los indios lavaban la ropa en los ríos San Francisco y Manzanares, la gente del pueblo debía bañarse en ellos y recolectar agua para cocinar. Por estos esfuerzos que debían hacer y por las caminatas que debían hacer para llegar a estos ríos, se promovió en la ciudad una petición a la Real Audiencia, en la que se habló sobre la urgente necesidad y conveniencia de conducir el agua hasta la plaza, de donde se tomaría de una fuente.
Cuentan, además, que “el Mono de la Pila lo ubicaron en plena Plaza de Bolívar, que para la época de la Independencia era la Plaza Mayor, en donde se hacía el mercado. A la pila se iba a buscar el agua. Era un lugar que le acortaba a las personas el viaje hasta los ríos San Agustín y San Francisco”.
Dicen que “las mamás de aquel entonces enviaban a sus hijos a traer el agua del Mono de la Pila, y como a muchos no les gustaba cargar el agua desde ese sitio por el esfuerzo que debían hacer, llegaban a la casa quejándose. Empezaban las quejas desde el mismo momento en que les decían que tenían que ir. Por eso las madres también les decían “vaya a quejarse al Mono de la Pila”. Y los niños regresaban con su buena cantidad de agua y ya sin ganas de refunfuñar. Lo había hecho ante el Mono”.
El Mono de la Pila, “hecho en 1583, fue reemplazado por la estatua de Simón Bolívar en 1846 y fue a parar a la plazoleta de San Victorino, en donde estuvo unos años. Después lo trasladaron a la plazoleta de San Carlos, hoy llamada Rufino José Cuervo, en la calle 10 entre carreras sexta y séptima, frente a la iglesia de San Ignacio”.
De acuerdo a esta entidad, cuentan que en el año de 1890, “el Gobierno Nacional construyó allí un jardín y mejoró la base de la fuente, respetando la columna histórica, que por más de tres siglos había sido gala de la ciudad. En ese mismo año, ‘El Mono’ fue trasladado al Museo Nacional, en la sede de la casa de las Aulas. En 1922, el Museo Nacional se trasladó al edificio Pedro A. López, ubicado en la Avenida Jiménez entre carreras Séptima y Octava, y se llevó consigo al Mono de la Pila”.