En "El hoyo", personas encerradas en una cárcel de cientos de pisos deben sobrevivir a base de la comida que les dejan los reclusos de los niveles superiores. | Foto: IMDB

CINE

¿Qué hay detrás del éxito de “El Hoyo”, la película de moda en el coronavirus?

Un filme español retrata los horrores de un confinamiento extremo. Es claro el paralelismo respecto a la pandemia actual.

Alianza BBC
9 de abril de 2020

* Atención: este artículo desvela parte de la trama de la película “El hoyo”.

Imagina que el actual encierro por el coronavirus, ese del que puede que te hayas quejado muchas veces, tuviera condiciones mucho más extremas.

Por ejemplo, que esas peleas que se veían en supermercados para llevarse papel higiénico a casa lo fueran para conseguir algo mucho más vital: comida.

De esa lucha por sobrevivir en un terrorífico encierro trata la película española "El hoyo" (The platform, en inglés), que llegó a Netflix a finales de marzo.

Y aunque ya se pudo ver en cines el año pasado, fue su estreno en la plataforma de streaming durante este particular momento que vivimos lo que la catapultó a la fama en medio mundo: ya estuvo entre lo más visto de países como México, Estados Unidos, Colombia, Venezuela, Brasil y España, entre otros.

Y no es de extrañar. Dada la situación actual, muchos la consideran la película de moda de esta pandemia al conseguir estremecer y hacerte reflexionar sobre cuál sería nuestra reacción como sociedad ante una cuarentena mucho más drástica.

Paralelismos con el coronavirus

"El Hoyo" es la historia de una tenebrosa prisión con cientos de pisos. En cada uno hay dos reclusos encerrados, que reciben la comida que les llega en una plataforma que baja desde el primer nivel hasta el último.

Es decir, los que están más abajo sobreviven gracias a lo que les sobra a los de arriba. Pero, cada mes, su suerte cambia por completo cuando los trasladan de piso aleatoriamente.

Galder Gaztelu-Urrutia, quien disfruta del éxito como director de su primer largometraje, comprende los paralelismos que el público encuentra con esta pandemia y cómo sus angustias por estar encerrados se pueden acentuar al ver la película.

"Si en vez de comida, en nuestra plataforma hubiéramos puesto papel higiénico o mascarillas, estaríamos hablando de lo mismo: del egoísmo que subyace en lo más profundo de nuestros corazones", le dice a BBC Mundo.

Para el director vasco, al igual que la altura del piso en que se encuentran los personajes de "El hoyo" marca su destino, la diferencia de clases sociales entre los afectados por el covid-19 también es determinante.

Gaztelu-Urrutia junto a la plataforma de comida durante el rodaje.

Gaztelu-Urrutia junto a la famosa plataforma de comida durante el rodaje de "El hoyo".

"Todos lo estamos pasando mal con este virus, pero según cuáles sean tus recursos lo vas a pasar mejor, peor o muy mal. No es lo mismo estar recluido en un pisito que en una casa en la que te de igual salir a la calle porque tienes jardín y espacio", reflexiona.

La "solidaridad espontánea"

La película refleja desde el civismo y ganas de ayudar con las que entra a la cárcel Goreng, hasta el lado más oscuro y codicioso de Trimagasi, dispuesto a matar o al canibalismo si es necesario para sobrevivir a este particular encierro.

Según Gaztelu-Urrutia, todos tenemos un poco de ambos personajes y debemos decidir quién gana en nuestra propia batalla interna.

"En un primer visionado, cuando miramos a Goreng, vemos lo que queremos ser. Y, cuando miramos a Trimagasi, vemos lo que somos".

Gaztelu-Urrutia en un momento del rodaje.

El actor Iván Massagué es Goreng, el protagonista que entra al hoyo de manera voluntaria.

No faltan los que intentan distribuir la comida de manera equitativa como Imoguiri, quien trata de impulsar una revolución pacífica para que también los de los pisos más bajos puedan alimentarse.

Lo hace apelando a una "solidaridad espontánea", la misma que hoy podríamos identificar en los llamados a quedarnos en casa a fin de evitar contagiar a otras personas, por mucho que nosotros estemos sanos y no pertenezcamos a grupos de riesgo.

Millones en el mundo accedieron a confinarse por el bien de la humanidad. Pero en "El hoyo", convencer a los afortunados de los primeros pisos de que no coman hasta reventar para dejar algo al resto de presos resulta imposible.

"Imoguiri se topa con el egoísmo propio de nuestra especie (…), siendo el gran anhelo de la mayoría escalar posiciones, cueste lo que cueste. Con nuestras cartas, desde nuestro nivel, todos las sufrimos y, lamentablemente, directa o indirectamente, todos las ejercemos", dice el cineasta.

Ese reparto equitativo acaba llegando, pero solo mediante el uso de la violencia frente al resto de presos.

Escena de

Según el director de la película, todos tenemos algo de Goreng y de Trimagasi, los personajes principales.

El director considera que la revolución de la que habla la película implica un cambio de régimen, por lo que admite que es "prácticamente imposible" hacerla de manera pacífica y que todos cedamos nuestra posición voluntariamente para conseguir una sociedad más justa.

Preguntado si, como parece, "El hoyo" es una crítica al capitalismo y desigualdad del sistema actual, el cineasta responde: "No es una crítica social, es una autocrítica social. Yo también estoy en el hoyo y me veo identificado en muchos aspectos despreciables de la película".

El discutido final

Como el resto de la película, el final de "El hoyo" no deja a nadie indiferente al quedar abierto a diversas interpretaciones.

Goreng consigue llegar en la plataforma hasta el piso más bajo y rescatar a una niña para que pueda subir hasta el primer nivel. Ella es "el símbolo", algo así como la metáfora de que la humanidad no está perdida del todo en una realidad tan desgarradora.

Escena de

Los encerrados en el hoyo deben sobrevivir al hambre... y a su propio compañero de celda.

Las teorías del público van desde creer que Goreng está muerto y sueña ese encuentro con la pequeña, hasta quienes consideran que representa que los niños son el futuro y los únicos que podrán cambiar el sistema actual.

El director reconoce que se grabaron varios finales antes de decidirse por el definitivo. En redes sociales, por ejemplo, circula una imagen de la niña ya fuera de la cárcel, en las cocinas donde se prepara la comida de la plataforma.

Pero eso no llega a verse en la película, que termina con la niña montada en la plataforma.

"Quería que estuviera abierto a interpretaciones", dice Gaztelu-Urrutia, quien asegura que no se sentía legitimado para aportar en el final una respuesta clara a lo que la película propone.

"Nos parecía más importante generar un debate interno en el espectador sobre los interrogantes que plantea la película", asegura.

Tras el éxito arrollador de su primer largometraje, la pregunta evidente es ¿habrá segunda parte de "El hoyo"? Y el cineasta vasco ni lo confirma ni lo desmiente.

"Desde septiembre estoy con los mismos guionistas desarrollando un proyecto que tiene mucho que ver con lo que está pasando en estos momentos. Si decidimos rodar una secuela, decidiremos entonces el enfoque", anuncia.