CINE

Dalida

Aprovechando el impresionante parecido de su actriz principal con la conocida cantante, esta película ofrece un recorrido por los principales dramas y escándalos de su vida. **½

Manuel Kalmanovitz G.
6 de enero de 2018

Título original: Dalida
País: Francia
Año: 2016
Directora: Lisa Azuelos
Guion: Lisa Azuelos a partir del libro de Catherine Rihoit y Orlando
Actores: Sveva Alviti, Riccardo Scarmacio y Jean-Paul Rouve
Duración: 127 min

Si hubiera que asignarle un género a la música que hacía Dalida, sería, inevitablemente, el romántico o lo que en el país terminó denominándose “música de plancha”. Y aunque este segundo término resulte odioso en su obvio clasismo, también resulta apto en otros sentidos: es música que entristece y aplancha (como cuando a uno le preguntaban “¿por qué anda tan aplanchado?”), que tiende fácilmente a la tristeza y a la desesperanza. Y quizás no haya historia más emblemática de este género, más cargada de glamur y sufrimiento y desgarramiento, que la de esta cantante de origen italiano nacida en Egipto en 1933.

Esta película sigue de manera más o menos cronológica su surgimiento y las décadas de éxito de una mujer que hoy podemos ver como una precursora de esas figuras complejas, inocentes y mundanas, que mantienen su éxito musical largo tiempo gracias a una historia personal magnética y a una intuición poderosa sobre los gustos cambiantes de su audiencia. También una antecesora a esas historias en las que una heroína se desintegra ante los medios que transmiten fascinados el espectáculo.

Es un retrato extenso el que ofrece este filme y, quizás por eso mismo, tiende un poco a lo difuso y genérico, como una recopilación de grandes éxitos guiados por la impersonalidad de los listados de ventas.

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La apuesta de esta Dalida es mostrar la conexión directa, casi didáctica, que hay entre las canciones y la vida de quien las canta, logrando por momentos contrastes interesantes, aunque a menudo cayendo en obviedades que no hacen más que reiterar los apartes biográficos que acaban de escenificar (después de un aborto traumático, la muestran cantando a su pareja que la mira “cómo me gustaría / decirte ahora lo que tengo / dentro de mí”).

Viéndola hoy, lo más interesante es el retrato de una celebridad global en un mundo mucho menos globalizado, que cantaba en italiano, francés y árabe, que se sentía en deuda con su público y que logró pasar de hacer baladas inocentonas en los años cuarenta al rock más sugestivo de los sesenta y al disco con sobretonos sexuales de los setenta. Ver hoy en día estrellas de YouTube de cualquier parte cantando todas en un inglés más o menos maltrecho deja en claro que el mundo de Dalida ha quedado permanentemente atrás.

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Aunque la película transmite efectivamente la soledad y angustia del estrellato, deja de lado uno de los aspectos más interesantes de todo el asunto: el trabajo detrás de esas canciones, la selección de los temas, el proceso de adaptación y composición (porque en muchos casos no componía la música, sino que le adaptaba una nueva letra a éxitos en otros idiomas), los ensayos y repeticiones para sus grandes espectáculos. Es decir, hace falta todo el aspecto del oficio que hay detrás de cualquier músico.

Todo esto se sacrifica en la búsqueda por retratar una vida relativamente fácil de entender, reducida a sus dos extremos más dramáticos: la agonía del sufrimiento personal y el éxtasis del cantar en público.

CARTELERA

Amor a ciegas **

Romance estereotipado entre un escritor ciego y un ama de casa multimillonaria con un marido encarcelado.

Los que aman odian *½

Adaptación de la novela de Victoria Ocampo y Adolfo Bioy que resalta sus aspectos más escandalosos con actuaciones acartonadas.

El gran showman **

Musical que retrata a uno de los grandes ejemplos de la publicidad engañosa como un héroe de la libre expresión.

La fiesta de la vida ***

Frenética película francesa que sigue con humor y drama al coordinador de una boda lujosa.