ARTE
Así es David Hockney, el pintor más caro del mundo
El británico, que desde hace unas semanas es el artista vivo mejor pagado, tiene una trayectoria de seis décadas. Muchos lo consideran uno de los pintores más influyentes del siglo XX.
El año pasado rompió un récord difícil de igualar: se convirtió en el artista vivo que más público ha llevado al Tate Modern, de Londres, cuando unas 478.082 personas visitaron una retrospectiva de su obra. La prensa inglesa cuenta que hubo tanto alboroto que, el último fin de semana de la exhibición, el museo tuvo que ampliar su horario hasta medianoche. En número de visitantes solo lo supera un artista ya muerto: Henri Matisse.
En ese momento, ya muchos decían que David Hockney, para entonces de 80 años, era uno de los artistas vivos más influyentes del mundo y uno de los más importantes del siglo XX. No en vano, esa misma retrospectiva llegó meses después al Centro Pompidou, de París, y al Museo Metropolitano de Arte (el famoso MET), de Nueva York, dos de los museos más importantes del mundo. E incluso Phil Grabsky, cineasta que ha llevado a la pantalla grande documentales con las obras de los grandes maestros del arte, dijo que era “uno de esos creadores que en 100 años seguirá sonando entre los grandes artistas”.
Por eso, pocos se sorprendieron cuando el 16 de noviembre la casa de subastas Christie’s vendió su obra Retrato de un artista (piscina con dos figuras), de 1972, en 90 millones de dólares. De ese modo, se convirtió en el artista vivo mejor pagado del mundo, con casi el doble que Jeff Koons, quien tenía el récord con 58,4 millones.
‘Peter saliendo de la piscina de Nick’ (1966). Lo obsesionan las figuras masculinas.
Lo cierto es que Hockney, nacido en Bradford en junio de 1937, tiene casi seis décadas de trayectoria y hace parte de la generación del arte pop, que dominó la escena en los años sesenta. Las obras coloridas de esa tendencia hablaban de la vida cotidiana y los bienes de consumo, y se alejaron de la imagen elitista del arte que imperaba en las galerías y museos.
Desde muy pequeño supo que iba a dedicar su vida al arte. Estudió durante cuatro años en la escuela artística que había en su ciudad y luego pasó al Royal College of Art, de Londres. Allí era uno de los alumnos más destacados e incluso lo habían incluido en una exposición de los mejores artistas jóvenes de su país. Pero las autoridades de la escuela lo amenazaron con no graduarlo si no entregaba un ensayo obligatorio. Él, que pensaba que solo lo debían evaluar por su arte, hizo un dibujo llamado El diploma para burlarse de ellas. Al final, cambiaron las reglas y le entregaron su verdadero diploma, junto con una medalla de oro. Ese mismo año (1962) hizo su primera exposición individual en Londres, y muchos empezaron a reconocer su trabajo.
‘Escena doméstica’ (1963), una de las primeras que pintó en California.
Por esa época aceptó su homosexualidad, a pesar de que entonces era ilegal (con una ley que rigió hasta 1967). De hecho, Nosotros, dos chicos juntos aferrados (1961), una de sus primeras obras, con un estilo muy parecido al expresionismo abstracto de Picasso, muestra a dos hombres abrazados que se besan. Retomó el tema muchas veces, con retratos de hombres desnudos en piscinas o con Escena doméstica (1963), en la que muestra a un hombre que se baña en la ducha, mientras otro le toca el hombro por detrás.
A mediados de los años sesenta se fue a vivir a California. Los paisajes, el sol y, sobre todo, las piscinas cambiaron para siempre su obra. De allí nació su tendencia por usar acrílico y por pintar paisajes con colores cálidos y piscinas, muchas piscinas. En una entrevista con The Art Newspaper a comienzos de este mes, explicó que lo que más le fascinó de ellas fue el desafío técnico que le exigía el agua: “Puedes mirarla directamente o mirar a través de ella”, dijo.
‘Bañista’ (1966), otra obra sobre las piscinas.
La obra con la que consiguió el récord hace dos semanas, por ejemplo, muestra a un hombre nadando en una piscina (y su cuerpo se puede ver a través del agua), mientras otro lo observa desde afuera. Para armarla unió dos fotos diferentes y creó una composición, que luego comenzó a pintar. Fracasó en su primer intento, pues no estaba convencido del resultado. En el segundo, en el que solo tomó unas semanas, usó fotos de su examante, Peter Schlesinger, con quien había terminado un año antes. Por eso, algunos le dan a esta obra (que ya entró a la historia del arte) un tinte de despecho.
Pero más allá de piscinas y vistas de California, Hockney ha pintado también paisajes británicos –ya no tan soleados, sino influenciados por las estaciones–, escenas cotidianas y retratos. En uno de los más famosos pintó a sus padres, aunque también lo hizo con sus amantes, sus amigos y varios conocidos. En los últimos años, además, ha sido un innovador, pues utiliza herramientas tecnológicas, como el iPad, para crear sus obras. En 2012, de hecho, la Royal Academy presentó una muestra que incluía 50 paisajes de la campiña inglesa dibujados en el dispositivo digital.
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‘Heno perlado’ (1986). Lo han inspirado los paisajes y el clima californiano.
Y no solo se ha dedicado a la pintura. En sus 81 años de vida ha tenido tiempo para tomar fotografías con cámara Polaroid, hacer collages (o composiciones de fotos) y diseñar la escenografía o los vestuarios de algunas óperas.
Incluso ahora, cuando según sus allegados tiene problemas para oír y caminar, sigue trabajando. Este año, y luego de la retrospectiva sobre su obra que recorrió Londres, París y Nueva York, la abadía de Westminster le encargó un vitral sobre la reina Isabel, que entregó en septiembre. Un honor reservado a los más grandes. Además, el Museo Van Gogh, de Ámsterdam, tiene planeada para marzo de 2019 una muestra con 120 obras que testimonian la influencia de Van Gogh sobre el británico.
Hockney, de 81 años, no solo ha creado lienzos y pinturas, también trabaja con fotografía, ‘collages’, escenografía de algunas óperas y hace poco hizo un vitral en honor a la reina Isabel.