Reseña
‘Deadpool & Wolverine’: para revitalizarse, Marvel revive un ícono y desata al personaje capaz de burlarse de todo
Con perfectas actuaciones, divertidísimo guion y varias sorpresas emocionantes, la película de Shawn Levy triunfa al energizar con irreverencia y emoción un universo que parecía destinado al olvido. ¿Alcanzará a revivir el interés por el resto? (Reseña libre de spoilers).
Hay que aceptarlo, desde que Tony Stark dejó de aparecer en esa pantalla grande, el vacío ha sido enorme e innegable para Marvel. Y muy poco ha sobrevivido, porque esa ausencia dejó en evidencia una sobreproducción que afectó la atención y devoción de los espectadores.
Pero ahora entramos como público, para usar su propia terminología, en otra “fase”. Y para enfrentarla por lo alto, el estudio apeló a unir dos fuerzas de alto poder taquillero: al único personaje suficientemente carismático para sacar a Marvel de esa racha extraña (entre otras maneras, burlándose de esa racha extraña, de la competencia, de los nuevos jefes en Disney, de todo) con otro icónico, pero sepultado, que parecía jamás se volvería a ver, y mucho menos de la manera en la que se ve en Deadpool & Wolverine.
Por un lado, Deadpool se mofa de todo, de cosas relacionadas a la historia que cuenta la película, claro, pero también de temas como el lío de abogados entre Fox y Disney que no había permitido a estos universos de Marvel (Deadpool, X-Men y Avengers) conectar en una película, de esta manera, hasta ahora. Además, es el personaje que rompe constantemente esa barrera entre audiencia y personaje, el llamado cuarto muro, y le habla al público directamente. Y el público (adulto, que entiende los matices de un humor que va de lo básico a lo sagaz) lo ama por eso.
Por esa razón, se puede c***r en todo. Es su personalidad, el irreverente, el que lanza madrazos (y sí, maneja bastante bien sus espadas). Curiosamente, este enmascarado de rojo y negro, destinado a regenerarse, anda por fuera de las márgenes de los Avengers y de los X-Men, si bien quisiera ser parte de uno u otro (en el fondo).
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Pero por más genial que es, solo no podía arrastrar la presión. Y es emparejado con un personaje de extrema seriedad como el Wolverine de Hugh Jackman, quebrado emocionalmente, sacrificado hasta la muerte en la versión que dejó en Logan (muy emocional, parecía la última), que logra los grandes efectos que el momento exige. En ese contraste de personalidades brota mucha de la mejor comedia y emoción.
La fórmula de Marvel para salir de su océano de irrelevancia, luego de una etapa de absoluta dominación, es, pues, un triunfo. Juntos, el Deadpool de Ryan Reynolds y el legendario Wolverine de Hugh Jackman ofrecen un gran rato en la sala de cine, sin lugar para la decepción. El director y coguionista Shawn Levy le da a la gente lo que pide y más.
En el papel, no era tan jugado pensar que poner en pantalla a Jackman y a Reynolds juntos, en los roles que casi definen sus carreras en la cultura popular, sería buena idea. Pero ahora que hemos visto el resultado, podemos compartir que la idea resultó muy bien ejecutada. Deadpool & Wolverine es desfachatada en su lenguaje, en la naturaleza de sus chistes y en la sobrecarga de sorpresas bonitas para los seguidores de Marvel, de muchos de sus personajes de nicho, que parecían destinados al olvido, se hace especial. Y en los pocos rincones que no toca el humor o lo absurdo, consigue momentos de emoción genuina, entre el sentimiento y la nostalgia viva que despierta.
Hay que anotar, eso sí, que el asistente a la sala casual que no haya visto nada del MCU (los habrá, así sean muy pocos) no podrá sino sentirse perdido en mucho de lo que el resto encontrará emocionante. “C’est la vie”.
En una nuez, los escritores, el director y el actor Ryan Reynolds (nació para ser este personaje) cumplen la gran promesa básica de hacernos reír y entretenernos de maneras que nos permiten evadirnos y reír casi que impulsivamente. Pero con una bestia en pantalla como Hugh Jackman, interpretando una vez más a su Wolverine en una curva de desolación y redención, la película alcanza estatus icónico, que será muy difícil de replicar.
La llegada e impacto de Jackman solo se hace más inolvidable cuando se integran varias sorpresas, algunas de vieja escuela y otras frescas, muy bienvenidas, que se sirven de una poderosa banda sonora para estallar. E incluso en esta película, que revela la mayoría de sus hits sonoros antes de la película, en un playlist que compartió y encuentra más arriba, el director se reserva un clásico del pop ochentero para un momento estelar, que resuena en toda su gloria.
La mano de Shawn Levy, desatado en su elemento irreverente, es notable. Levy, quien tiene una energía y una pasión desbordante por sus proyectos, quien le dio vida a la saga de Una noche en el museo, y que ayudó a los hermanos Duffer a encontrar una casa para Stranger Things, demuestra que tiene mucho para dar en estas grandes producciones. Y saca lo mejor de Reynolds, con quien ha trabajado varias veces.
Ante el desgaste, pues, reírse de todo y darle corazoncito parece ser la respuesta... y sumarle cientos de combates para estas dos máquinas de la muerte, que se ven bien coreografiadas y no parecen salidas de un video juego.
Queda en el aire, habiendo visto el tráiler de la próxima entrega de Capitán América, con Anthony Mackie a la cabeza, con Harrison Ford como el presidente manipulador, si Marvel logrará despegar de nuevo. Lo cierto es que, por dos horas, gracias a un ícono revivido y otro inmortal, pareció tan fresco como nunca.