Opinión
Reflexiones sobre la educación y el pensamiento artístico
Las circunstancias actuales, alimentadas por la pandemia, nos llevan a encontrar herramientas de vida para atender los complejos efectos del confinamiento colectivo. El paso radical de la presencialidad a la virtualidad hizo evidente el carácter social del ser humano, nuestra necesidad de contacto.
Como el viento y el agua, en este año lleno de incertidumbre y ansiedad, las artes se colaron por una rendija y afloraron en todas las pantallas como gotas de elíxir salvador. Le dieron un respiro a la vida. Los talleres de lectura de Yolanda Reyes y María del Sol Peralta se descubrieron como mares de sabiduría. Cientos, si no miles de contenidos de altísima calidad artística, como lo es Maguared, llegaron a cada rincón del país.
Al mismo tiempo, las aulas invadieron los hogares. Padres y madres se encontraron sobrecargados, con múltiples y nuevas ocupaciones, principalmente por el reto que representa afrontar el universo educativo. De esa experiencia nos surgen varias preguntas: ¿Es posible proponer un nuevo abordaje pedagógico? ¿Podemos romper con años de tradición de extrema disciplina donde se priorizan las ciencias básicas y las matemáticas y se consideran a las ciencias sociales y las artes un tema “menor”? ¿Cómo repensar el modelo educativo y proponer uno que acerque el juego, la creatividad y el asombro a los procesos de aprendizaje? Y, ¿De dónde viene el modelo que aún sostenemos como paradigma?
En la época preindustrial se identificaron los conocimientos necesarios para que el naciente capitalismo pudiera florecer. Fue en ese momento que se privilegiaron las ciencias y las matemáticas y quedaron relegadas a un segundo plano todas las expresiones relacionadas con la creatividad, las artes y la exploración estética. Desde entonces ha primado este modelo. En palabras del maestro Edgar Puentes: “es evidente que el arte no ha sido entendido en su magnitud dentro de las áreas del conocimiento humano”.
Por ello, es el momento preciso para repensar y recrear colectivamente los modelos canónicos de la educación, y darle relevancia a las posibilidades que ofrecen las prácticas, expresiones y saberes creativos en los ecosistemas de aprendizaje.
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Según Tania Delgado “el concepto de Art Thinking se configura a partir del pensamiento creativo propio de las artes y sus prácticas derivadas (como la música, la danza, la literatura, las artes visuales, el cine, etc.) que además de tener un rol significativo en los procesos de enseñanza, valoración y apropiación de las áreas STEM, tiene el potencial de permear otros sectores para estimular procesos disruptivos encaminados a su reinvención y fortalecimiento, trascendiendo la función de producción artística y ampliando su impacto en el desarrollo integral de un territorio desde su particular manera de relacionar, pensar y proyectar la realidad”.
Algunos casos interesantes evidencian cómo la Danza ha tenido un rol valioso en la salud mental (área perteneciente a las ciencias de la salud); las Artes Visuales en el desarrollo y recuperación urbana; y el Cine y la Música en el desarrollo tecnológico, entre otros. En este sentido, es importante el reconocimiento del pensamiento artístico y sus prácticas derivadas como intangibles capaces de promover el desarrollo por caminos innovadores; por esto, su gestión debe orientarse a su aprovechamiento en todas las dimensiones y no solo en la cultural.
“El arte fomenta el pensamiento divergente, crítico y subjetivo frente al lógico o único actual. Promueve una pedagogía sexy (atractiva), que motiva hacia el asombro, el placer. Lo que las escuelas hacen hoy es matar la curiosidad”, con el arte se puede entender la educación como una producción cultural, en la que el profesor no solo transmite, también crea. El arte son proyectos, colaboración tiene las características del mundo de hoy”, añade la autora de Art Thinking.
Todos los que somos cuidadores lo hemos visto. Nuestros hijos aprenden cuando se emocionan, cuando encuentran asombro en el diario vivir. Esta forma de abordar la enseñanza coincide con la neuroeducación, que asegura que solo se aprende cuando hay emoción. “Los procesos artísticos fomentan la emoción, por eso los neurólogos nos dan la razón”, indica María Acaso. ¡Volvamos al asombro y a la emoción, acojamos a las artes y al pensamiento artístico como herramienta de innovación!
*Amalia de Pombo es directora de Artes del Ministerio de Cultura.
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