EXPOSICIÓN

El año de Beatriz González

Después de una retrospectiva en tres ciudades europeas, la obra de la maestra sigue cautivando los circuitos del arte internacional. Además de dos exposiciones en Estados Unidos y una en Bogotá, en 2019 se estrenará un documental sobre la controversia en torno a su intervención en los columbarios del Cementerio Central.

23 de marzo de 2019
González empapeló con 500 copias de afiches de mujeres en duelo las calles de Bogotá. Lo había hecho recientemente en Zúrich. | Foto: LEÓN DARÍO PELÁEZ-SEMANA

Por los colores de Beatriz González ha pasado la historia de Colombia. A la artista la sorprende rememorar sus más de 50 años de trayectoria y darse cuenta de todo lo que ha producido desde la primera de sus obras que llamó la atención. Apresurada, para una tarea de la clase del maestro Juan Antonio Roda en la Universidad de los Andes, emuló La rendición de Breda, de Velázquez. Dos versiones de ese primer lienzo, hoy perdido, que, según ella, “la lanzó al primer estrellato”, serán exhibidos el 18 de abril en una retrospectiva de 150 piezas (Beatriz González, a retrospective); curada por Maricarmen Ramírez y Tobias Ostrander, tendrá lugar en el Pérez Art Museum Miami (PAMM) después de una deslumbrante gira europea.

Los últimos meses de la maestra González han sido, quizá, de los más agitados en su trayectoria internacional. Una curaduría de su producción histórica, Beatriz González, 1965-2017, se exhibió en el Museo Reina Sofía, de Madrid, en el Instituto KW de Arte Contemporáneo, de Berlín, y el CAPC-Museo de Arte Contemporáneo de Burdeos. Por allí pasaron sus pinturas y serigrafías más famosas: Decoración interior (1981), la cortina en la que se burlaba de las fiestas de alto vuelo del expresidente Julio César Turbay Ayala; el Telón de la móvil y cambiante naturaleza (1978), su apropiación de Le Déjeuner sur l’Herbe (1863) de Édouard Manet; algunas reproducciones de su serie Cargueros, así como otras de sus intervenciones sobre mesas, muebles y tocadores.

“La gente estaba admirada de ver que una artista de tierras tan remotas pudiera tener una reflexión tan fuerte sobre lo que era la política y, sobre todo, la historia. Lo más interesante es que la mía es la visión de una pobre mujer de Bucaramanga que, de pronto, entiende que sus habilidades y su sensibilidad, hacia el color, hacia la línea, hacia ciertos matices, puede causar reflexión”, cuenta la maestra González. “Yo no creo que yo pueda hacer más, sino que la gente reflexione. Viendo la obra completa y todo lo que ha pasado estos meses es muy interesante: cómo han ido cambiando las distintas miradas mías sobre el país, sobre la política, hasta llegar a lo de ahora”.

Ese despliegue de la artista santandereana seguirá creciendo este año. Vanessa Bergonzoli y Yanina Valdivieso, de la productora Display None, trabajan en un nuevo documental que retoma la polémica y el estado actual de Auras anónimas, la serie de lápidas intervenidas en los columbarios del Cementerio Central de Bogotá, en riesgo de desaparición por un proyecto urbanístico. Proyectarán el resultado en junio en el centro de arte contemporáneo The Shed en Nueva York. Además, a final de año, la retrospectiva viajará hacia The Museum of Fine Arts de Houston.

Como antesala de su gira norteamericana en 2019, este miércoles abrió sus puertas, en Casas Riegner, Paisajes nacionales: Beatriz González, pinturas y dibujos, la muestra de su producción más reciente. Allí, la artista expone una serie de obras inéditas en las que lee tragedias naturales recientes en la historia del país, a la luz de los cuatro elementos: agua, aire, tierra y fuego. Esto, acompañado de una serie de 500 copias de afiches en tipografía de mujeres en duelo, con los cuales empapeló esta semana Bogotá, después de haberlo hecho recientemente en Zúrich.

“Pasados estos años, de 1983 hasta hoy, se me ocurrió volver a hacer un zócalo que también definiera el país. Decidí trabajar sobre las mujeres en el duelo. Estas mujeres están llorando porque tuvieron una tragedia de la naturaleza o porque mataron a los miembros de su familia”, explica. “Empecé haciendo bocetos para ver qué era lo más efectivo y elegí dos imágenes: la repetición empieza con una mujer que se tapa la cara con un pañuelo y sigue con otra que tiene un celular —cuando miras bien, las mujeres siempre están tratando de comunicarse: contar su dolor, saber qué ha pasado con su familia—. Esta exposición tiene que ver con el dolor y la tragedia”.

A sus 81 años, las manos de Beatriz González no han dejado de producir. Su obra, con los años, solo ha cobrado más brillo: ya en Europa y Estados Unidos lo saben.