El colombiano Federico Torrado estrenó su corto “Yoruga” en Sundance: así narra su experiencia

Sobre ‘Yoruga’ y su camino

Participé con un cortometraje, Yoruga, que hizo parte de la sección de cortometrajes de ficción (el festival selecciona ficción y documental). Aplicaron unos 10.000 cortos, y 50 fueron elegidos. Es un cortometraje de ciencia ficción de unos 6 minutos, sobre un viejo solitario que va a visitar a uno de los últimos animales que quedan en la tierra.

No es mi primer corto. En el colegio hice mi primero, luego, cuando estudié cine en la Tadeo, hice más, y realicé otros en una maestría que hice en USC. Tengo unos 7, 8 cortos, y uno siempre los manda a estos festivales grandes pero nunca pasa nada. Por eso, cuando me avisaron que Yoruga entró al festival #1 de cine más importante de Estados Unidos fue la locura. Uno se va de culo, es muy emocionante.

La idea

Yoruga se hizo unos tres años después de haber terminado la maestría. Venía ya en el mundo real, haciendo trabajos para vivir, cargando jodas en producciones, asistiendo, cosas que uno no se imaginaba.

Pero, después de un rato, pensé que había pasado mucho sin dirigir. Tomé lo que ahorré de esos trabajos y pensé en qué hacer. Y buscando recordé una idea que me surgió un domingo hace tiempo, caminando por Echo Park, donde vi tortugas nadando. Y anoté esa idea, “tortugas nadando en el lago”.

Quería hacer algo sencillo, de cinco minutos. Y en esa misma época me acababa de terminar de leer “Cien años de soledad”, y mezclé entonces el tema de la soledad y de la tortuga. Y le metí, para articularlo todo, un mundo distópico donde los humanos acabaron con todos los animales, e interactuar con los que queda cuesta un billete larguísimo. Esa fue la idea.

¿Cómo la recibió el público?

Recibí reacciones especialmente a través de redes sociales, especialmente en Instagram. Fue interesante conectarse, así fuera todo muy digital. El primer Sundance virtual de la historia fue bastante especial, aunque queda la espina. Ojalá pueda repetir la experiencia en la vida real, ojalá con un largometraje.

Un Sundance como ninguno

Cuando me llamaron los programadores a avisarme que había sido seleccionado, cerraron diciendo que todo sería virtual por el covid, y sentí el golpe de no poderlo ver físicamente. Pero los programadores y organizadores crearon todo un mundo de realidad virtual para crear una conexión real entre la audiencia y los cineastas.

A todos los directores nos dieron un Occulus (visor de realidad virtual). Y uno se ponía eso, armaba su avatar, y de repente lo mandaban a una nave espacial digital donde se encontraba con los demás cineastas y con las audiencias. Ahí usted caminaba, y cuando quería hablarle a alguien, le salía una opción de empezar una conversación, pero no era por chat, era por voz. LA interacción era bien curiosa, con gente de todas partes en un entorno virtual. Eso por un lado. Además hubo muchos eventos por zoom, también ‘happy hours’ después de ciertas películas.

Antes de cada película, un programador la presentaba. Al final de la película, se hacía una sesión de preguntas y respuestas (Q&A) en Youtube Live, y se daba una interacción en vivo y tiempo real muy chévere.

Aparte hubo exhibiciones en esa realidad virtual. En esa nave había una sala virtual. Se inventaron cuartos curiosos. Uno era Ámsterdam, ¡abierto 24 horas! Fue una experiencia muy loca. Yo soy más bien tímido, quizás ni interactué tanto, pero fue muy divertido igual.

Lo mejor que vi

La película que más me impactó se llama We’re All Going to the World’s Fair. Es una película de terror, una vaina que yo nunca había visto, que jugaba con videocams y con la cultura de Internet, con un suspenso y un terror espeluznante. Y el personaje principal era una actriz que lo ponía a uno súper nervioso. Se me hizo espectacular en lo atrevida que fue, en su propuesta de guion y dirección. Y luego, en la sesión la directora Jane Schoenbrun, demostró ser una genio completa.

Esta película hizo parte del programa Next, que incluye esas cintas que van más allá de los límites, lo más atrevido. De esa, también recomiendo Strawberry Mansion, que también me pareció muy buena, y juega con un tema alrededor de los sueños. También vi un documental, una locura, A Glitch in the Matrix, sobre teoría de simulación. Tremendo.

Otra recomendada, La nuit des rois (La noche de los reyes), una película de Costa de Marfil, brutal. Juega con la idea de “Las mil y una noches”. La premisa es que en prisión un tipo debe contar una historia, y lo matan cuando termina… Así que cuenta y cuenta.

Lo que piensa Arcadia

El cortometraje une sensibilidad, cariño y vació con un tono que no es humor pero se acerca. El escenario se siente entre setentero y ochentero en su luz, muy bien lograda, en sus pisos, en sus sillas, pero establece bien su premisa. No son tiempos que hayamos habitado como especie. No aún, al menos. Los protagonistas, en última, son ambos: Aureliano y la tortuga Yoruga. Él paga lo que le queda para verla un ratito, para que le escuche sus saludos y le reciba un gesto cariñoso. Yoruga también lo ve. Vemos cómo lo ve. Vemos cómo se despide. Sobre la soledad, la comunicación y sus límites de tiempo, y desde una mirada ajena a la nuestra, nos pone a pensar Torrado.

Las cintas premiadas (por el jurado)

AFP repasa las cintas galardonadas: CODA, un drama indie sobre una chica adolescente que lucha para mantener a su familia sorda, se llevó el máximo galardón del festival. Con un título que retoma el acrónimo que designa al hijo de un adulto sordo, CODA sigue a una estudiante de secundaria (Emilia Jones), que se debate entre seguir su pasión por la música y quedarse en casa para ayudar a sus padres y a su hermano sordos. Apple compró la película en los inicios del festival estadounidense, después de que recibiera una gran acogida online y fuera objeto de una intensa guerra de ofertas entre distribuidoras, que podría haber alcanzado un récord en Sundance con 25 millones de dólares. Está basada en la comedia francesa de 2014 La Famille Belier, reubicada en la ciudad costera de Gloucester, en el Massachusetts natal de la realizadora.

Por su parte, el músico Questlove conquistó el premio de documental con su debut. La primera película del músico, Summer of Soul (...Or, When The Revolution Could Not Be Televised) sobre el gran festival conocido como “Black Woodstock”, celebrado en Harlem en 1969, conquistó el premio del jurado y del público para el mejor documental. La película usa imágenes nunca vistas de este concierto repleto de estrellas al que asistieron 300.000 personas y donde actuaron Stevie Wonder, Nina Simone y Mahalia Jackson, perdido en gran parte hasta ahora.