Cultura
El día que Betty la fea fue portada de SEMANA
La telenovela del libretista Fernando Gaitán (q.e.p.d) paralizó al país en su primera transmisión en 1999. El artículo central de una edición de ese año quedó para la historia el fervor con que los televidentes seguían cada capítulo.
SEMANA reproduce el artículo central de la edición en que Betty la fea fue portada:
Tan colombiana como la gaseosa, esta telenovela tiene hipnotizado al país con una historia que toca las fibras más sensibles del público.
El pasado miércoles medio país estuvo paralizado. Pero no por alguna noticia relacionada con el proceso de paz, la recesión, algún crimen atroz o la selección colombiana. Esa noche, por fin, Armando y Betty iban a hacer el amor. Era el momento más esperado por los siete millones de televidentes que, desde hace nueve meses, no se pierden ni un detalle de la novela Yo soy Betty, la fea. La novedad no era la escena de cama sino que en esta ocasión la heroína no era una mujer despampanante sino la fea del paseo.
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Betty, sin duda, ha sido uno de los grandes éxitos de la televisión colombiana: El canal RCN no sólo ha logrado sobrellevar su crisis financiera por la pauta publicitaria que arrastra esta novela sino que el programa ha logrado tocar las fibras más sensibles del país. Si bien en Betty no hay espacio para la violencia, ni la denuncia social, libretistas, actores y el director han logrado dibujar un interesante cuadro de la sociedad colombiana, con casi todas sus grandezas y miserias.
Apuesta calculada
En los nueve meses que Yo soy Betty, la fea, ha estado al aire, las secciones de farándula de los periódicos y las revistas poco han informado acerca de los detalles de la manera como se gestó este proyecto. En octubre del año pasado los canales de televisión —privados y públicos— estaban arrojando, como ahora, saldos en rojo en sus estados financieros porque la galopante devaluación del dólar duplicó, y en algunos casos triplicó, el valor de las deudas que éstos habían contraído para privatizarse o para continuar en la pelea. El canal RCN, que no era la excepción, tenía cuatro proyectos de novela propuestos por el libretista Fernando Gaitán, quien, por cierto, se encontraba en un momento crucial de su carrera: tenía que demostrar que su éxito con Café no había sido fruto de una idea fortuita o del azar.
La propuesta de Betty, según Gaitán, el elenco y las directivas de RCN, era altamente riesgosa “pues se trataba de hacer algo que nadie en Latinoamérica había hecho, y era poner de protagonista de la novela a una mujer fea”, dijo Gaitán a SEMANA. “Lo más importante del personaje era que las mujeres se vieran representadas, que la gente entendiera que las feas también sueñan, se esfuerzan, viven, y eso da un alto grado de reconocimiento e identificación. ¿Cuántas Bettys no hay en la Caracas con 45 cogiendo buseta?”.
Sin embargo, para varios expertos en televisión, Betty cuenta la misma historia de la mujer pobre enamorándose del hombre rico, pero con una pequeña variante: que la mujer es fea pero inteligente y tierna. Por ejemplo, para Dago García, libretista del canal Caracol, la novela no presentó el rompimiento de clichés. “Betty es una novela clásica, que no es revolucionaria y que no rompe esquemas porque el mérito de Gaitán es hacer historias exitosas en las que hay una cenicienta que se enfrenta a los malos del paseo”, explicó a SEMANA.
Por su parte para Carlos Duplat, quien dirigió Los Victorinos, la serie de televisión que conmovió al país por su sentido de realidad brutal coincidió con García pero añadió que “no me parece nuevo sacar a un personaje feo. Eso es muy viejo, lo hicieron con el Fantasma de la Opera, con el Jorobado de Notre Dame, donde lo que arrastra no es necesariamente lo bello, lo play, pero, sin duda, es una puesta en escena muy valerosa”.
Otro de los elementos de éxito de la telenovela, además del rompimiento del cliché, ha sido su humor.Los mismos libretistas que compiten con Gaitán se complacen con el hecho de que el humor del libreto de Betty es llevado a la pantalla por Mario Rivero, quien fuera director de la popular comedia de los domingos Vuelo secreto. “Yo tengo que balancear la historia con el público, manejar los tiempos de la comedia, que es lo más complicado, para que no raye con la cursilería”, explicó Rivero a SEMANA. “Si yo prolongo una situación cómica se vuelve cursi. Esto es fácil de entender porque casi todo el humor en Betty consiste en explotar una situación: cómo se derrumba la vanidad de cada uno de los personajes”.
Pero para otros, más que el humor, lo que realmente arrastra el rating es el fuerte elemento de identificación de la novela, que va desde lo personal, esto es, el personaje de la fea inteligente, del perro sin remedio, de la novia celosa, del gay clasista, hasta lo colectivo, que es la recreación de la oficina colombiana.
Pero el trabajo de los actores no sólo dependía en caracterizar a los personajes sino también en que creyeran en un sueño, en un proyecto común que facilitara el trabajo en equipo. “Con Betty nos estábamos jugando el todo por el todo porque el país estaba en recesión y era, quizá, la última vez que se iba a hacer una producción colombiana”, señaló Jorge Enrique Abello (Armando en la novela). “El miedo de Gaitán era claro pero tuvo la fortuna de vendernos su proyecto”. No obstante, en esta apreciación no coinciden Luis Mesa (Daniel Valencia) y Natalia Ramírez, para quienes “se trataba de un riesgo muy estudiado y calculado”.
Los libretistas y los productores están de acuerdo en reconocer que Gaitán fue el primero que se la jugó por apostarle a una protagonista que rompiera con el estereotipo de la mujer linda en la telenovela latinoamericana. Apuestas y riesgos que nunca se han tomado en países que están a la vanguardia en telenovelas, como México o Venezuela.
Contando la oficina
Quizás una de las virtudes que más caracteriza a las telenovelas colombianas es que cuentan historias de la gente común y no se embarcan en grandes culebrones cuyos libretos no se guían por el sentido común ni interpretan el día a día de la gente que pretenden representar. Y con Betty se ha recreado, con un gran sentido de la condición humana, el espacio más importante en la cotidianidad de muchos colombianos: la oficina.
Aun cuando esto se había hecho con el programa Vuelo secreto, en Betty “se utiliza la oficina como espacio para contar la historia de esa Colombia que se levanta a trabajar, que coge bus, que sale de rumba, que tiene hijos, que vive en un país atroz. Es la verdadera zona de distensión”, explicó Gaitán. Y utilizando el espacio de la oficina como escena visual se cuentan, al menos, cuatro historias que se entremezclan y se sobreponen unas a otras permanentemente. Son las historias de amor de cada uno de los personajes, las historias de la oficina como tal, las historias del país y las de los pecados, fortalezas, karmas y tragedias de los personajes de la novela.
Como la historia de oficina, la telenovela plantea los problemas de poder que enfrentan los seres humanos todos los días y las luchas económicas de las empresas por sobrevivir. Pero, además, reconoce una realidad cada día más palpable: que la oficina se ha convertido en el lugar para el amor. “Por ejemplo, en el cuartel de las feas se representa no sólo la grandeza y la incondicionalidad de los amigos, sino también el país de las roscas, de las mafias, que trasciende la simple solidaridad”, explica la actriz Paula Peña, quien interpreta a Sofía en la novela.
Pese al exitoso tratamiento de los temas de oficina, algunos asuntos propios del ámbito empresarial —que ha tocado la novela en el contexto de la recesión— se han dejado inconclusos, como sucedió con las colecciones de Ecomoda y la inminente quiebra de la empresa. ¿Qué pasó con ello? Hasta ahora se desconocen sus desenlaces.
¿Realismo novelado?
Indudablemente el primer gancho que atrapa al televidente es la historia de amor. “Es casi que un mandamiento: tiene que haber un beso en los primeros cinco capítulos y con eso el televidente queda feliz”, dice Natalia Ramírez. Y la trama de amor, como lo reconoce el mismo Gaitán, es bastante convencional pues recicla el eterno conflicto de clases y demuestra que sigue vigente el clásico melodrama.
Pero los elementos que se añaden a Betty y, probablemente, donde radica su arraigo que marca la diferencia, es que no es una telenovela costumbrista sino realista, que aborda temas bastante complejos desde la ventajosa orilla del humor negro. “Tal vez un nuevo género: el de una comedia novelada, porque el humor pone las cosas en su sitio”, como explica su director.
La ineptitud de la clase dirigente, la infidelidad, el machismo, la corrupción, la autoestima y la envidia nacional son temas permanentes en la agenda diaria de la telenovela. “Betty muestra la mediocridad en el manejo de las empresas y de los imperios por parte de la clase dirigente”, dice Juana Uribe, quien fuera una de las impulsoras del proyecto que Gaitán presentó a las directivas antes de que se retirara de RCN. Para éste, la clase alta no sale muy bien librada porque depende de la clase media para manejar sus negocios. “Sí, yo cuento la historia del yuppismo, esa historia que dice que las empresas familiares se las tiran los niños play”, explicó Gaitán.
Otro de los temas calientes que tocó Betty fue el de los tan manidos sobornos. “Ahí lo que hizo Gaitán fue mostrar que la corrupción tiene un entorno, unas presiones, una aceptación social y presionó a Betty porque el papá iba a perder la casa que había estado pagando toda la vida”, explicó Natalia Ramírez.
Pero, curiosamente, ni a Gaitán, ni a Rivero, ni a los actores, les gustó que los columnistas del país hayan tocado el tema y menos que hubieran amenazado con dejar de verla en caso de que Betty hubiera cedido a la tentación. “Eso es una muestra de la doble moral del país”, dijo Gaitán. “¡Cómo se escandalizan con 80.000 dólares de una empresa privada cuando al país se lo roban a diario, a borbotones, en la más absoluta impunidad!”.
A estas protestas se sumó la actriz Celmira Luzardo, para quien Betty entró a hacer parte de la esquizofrenia nacional: “¿Cuándo se había visto que importantes personalidades amenazaran, en sus columnas, con dejar de verla si el libretista la convertía en corrupta?”, enfatizó Luzardo. “¡Cómo estará de mal el país que tiene que buscar la reivindicación en los personajes de la ficción!”.
Ahora bien, con respecto a las tragedias que ocurren a diario en Colombia, Gaitán las ha dejado deliberadamente de lado porque está convencido de que quiere contar ese fragmento de realidad que aún es vivible y soportable. Porque, como dice él, “yo no quiero que a Armando lo secuestren por un platal, que a Betty la violen en un bus o que a Marcela le hagan el paseo millonario. Eso también es necesario mostrarlo, pero se lo dejo a otras series porque, repito, Betty es la verdadera zona de distensión del país”.
Todo por la plata
Con la puesta en escena de Betty se cumple el adagio, tan repetido en las escuelas de formación de libretistas, de que la telenovela es hermana del bolero, de la ranchera y del tango. “Como género latino, somos el espejo de una cultura melodramática”, dice Jorge Alí Triana. Pero también se reproduce el esquema de la telenovela colombiana que le ha garantizado el éxito en el resto de Latinoamérica: el de la telenovela no neutral.
Este formato contradice los principios edificados por los canales venezolanos y mexicanos, que consisten en que las novelas deben ser neutras, esto es, que no deben mostrar las costumbres del país que las produce, ni su comida, ni sus exteriores. Ni siquiera el acento de sus protagonistas está permitido. “Ello ha sido un alucinante desperdicio en el caso mexicano, que es un país con una infraestructura turística impresionante”, dice Gaitán.
Ello fue confirmado por el presidente de contenido de Teveazteca, Martín Luna Ortigoza, quien dijo a SEMANA que el modelo de la telenovela neutra es el resultado de las desventajas que genera la ausencia de competencia. “Eso se lo inventó Televisa, que se acostumbró a hacer novelas como si fueran hamburguesas”.
En este sentido ha sido muy positivo para Colombia que a través de las telenovelas se venda otro país, el país de las costumbres, el de las regiones, el de los contrastes positivos, el de la música, el de la capacidad creadora, el del impulso desenfrenado por salir adelante. “Esa Colombia que vemos es muy distinta a la de las noticias y la estamos viendo en México desde La potra zaina”, resaltó a SEMANA Luna Ortigoza. “Eso es una gran lección que nos ha dado Colombia”.
A ello hay que añadirle un fenómeno muy latino y que, según Rivero —director de Betty—, es gratificante cuando de hacer telenovelas se trata. “Como en nuestros países nunca ha habido una industria cinematográfica fuerte, las telenovelas han reemplazado al cine en su misión de reflejar y reconocer a su propia sociedad”, explicó.
‘Rating’ vs libreto
Las exigencias de tiempo y de producción no le son ajenas a quien dirige Betty pese a que la producción es muy sencilla y su presupuesto muy bajo. “A veces no tengo tiempo de montar los personajes porque toca producir capítulos muy rápido”, explica Rivero a SEMANA. “Entonces los actores terminan escupiendo libreto”.
Presiones con una raíz coyuntural que se halla en la recesión y que obligaron a RCN, por ejemplo, a romper con un socio comercial de seis años como Teveazteca al venderle Betty, la fea a Televisa. “Por la señal de Teveazteca se mostraron Café, La potra zaina y las Aguas mansas”, dijo Luna Ortigoza. “Muchas veces la parte comercial para las empresas es más importante que el cariño y la amistad. Ustedes recordarán que los mexicanos somos muy sentidos (vulnerables) y me duele que no pasemos por acá a Betty”.
Circunstancias económicas que también hacen mella en Gaitán, quien reconoce abiertamente que la novela va a terminar como el público lo dictamine y cuando el rating no dé más. “Gaitán fue muy inteligente en explotar el morbo de la gente y mantenerlos en vilo con la idea de que Betty se va a convertir en una mujer linda”, puntualizó Carlos Duplat. “Si no, no hubiera tenido sentido poner a una linda a hacer de fea”.
¿Será qué Duplat tiene razón? ¿Que Gaitán cede a la tentación del rating y convierte a Betty en bonita? ¿Que las feas también pueden y tienen derecho? ¿Será que Betty sí esta rompiendo esquemas? Lo cierto hasta ahora, es que la historia de la televisión colombiana ha demostrado que el rating es rey.