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Antonio Méndez Esparza  Courtroom 3H
Antonio Méndez Esparza Courtroom 3H | Foto: Antonio Méndez Esparza Courtroom 3H

Cine

El documental sobre una corte que cree en rehabilitar padres maltratadores

En el Festival de Cine de San Sebastián, hablamos con Antonio Méndez Esparza, quien en ‘Courtroom 3H’ se mete a las entrañas de un juzgado que decide sobre hombres y mujeres acusados de abandonar y maltratar a sus hijos.

Sergio Rosas Romero*
29 de septiembre de 2020


Para muchos cineastas, el sentido de hacer películas se relaciona directamente con la urgencia de elevar preguntas e incomodar e invitar a la reflexión al mismo tiempo. En el caso de Antonio Méndez Esparza (Madrid, 1976) y su documental Courtroom 3H, la pregunta que queda resonando en los espectadores después de la proyección es ¿cómo y por qué se le debe quitar la patria potestad de un hijo a los padres?

Presentada en el Festival Internacional de cine San Sebastián, donde compitió por la Concha de oro en la sección oficial, el documental de Méndez Esparza transcurre en un solo escenario: la sala de juzgados 3H. Allí vemos un pedazo minúsculo del largo, complejo y duro proceso judicial que uno o dos padres tienen que afrontar cuando el Estado los acusa de haber abandonado o maltratado a sus hijos. Aunque los estrados judiciales son escenarios idóneos para encontrar historias de vida desgarradoras, el Tribunal de Familia Unificado de Tallahassee tiene algo que lo hace particular: permite que los padres acusados se rehabiliten en el transcurso de un año, lo cual puede interpretarse como un intento de alejarse del marcado paradigma punitivo del sistema judicial norteamericano.

Sin embargo, y tal como muestra el cineasta con un largometraje que junta decenas de casos, muchas veces el juez falla en contra de los padres. Esto significa que se les revoca la patria potestad de sus hijos, una decisión irrevocable que busca, en principio, asegurar el bienestar y el libre desarrollo de los menores de edad.

En medio del vertiginoso ritmo que marcó a la 68 edición del Festival de Cine de San Sebastián, SEMANA habló con el director español sobre su más reciente película: su primer documental en una carrera que ya cuenta con los largometrajes Aquí y allá (2012) y La vida y nada más (2017).


SEMANA: Aunque las historias que se ven en el documental son impactantes, muchos no conocen la existencia de esta corte ni las historias de los acusados ¿Cómo llegó a este tema tan específico?

Antonio Méndez Esparza: La película tiene un vínculo con mi anterior proyecto, La vida y nada más, una historia de ficción que trata de una familia afroamericana en Florida. En ella mostré parte de un proceso judicial, y me pareció que ese aspecto, que me pareció tan interesante, no se había explorado a fondo.

Para este documental también entablé una relación con el juez de esta corte, llamada Corte de Dependencia, donde están en juego los derechos paternofiliales. Esa decisión resulta aún más chocante que la privación de la libertad pues muchos pensamos que los derechos sobre los hijos son algo “natural”. También me sorprendió que esta corte creyera por principio en la rehabilitación, teniendo en cuenta el carácter punitivo del sistema judicial norteamericano. Si esta corte existe con ese enfoque es porque se tiene conciencia de que detrás de estos casos hay un escenario difícil de pobreza que no se soluciona solamente con cárcel.

SEMANA: ¿Fue difícil obtener los permisos para filmar en una corte del Estado?

A.M.E.: La corte es un espacio público y, como tal, puedes filmar en ella. Una vez que le preguntamos al juez y estuvo de acuerdo, pudimos seguir adelante. Ya luego, en la segunda parte de la película, la de los juicios, la cuestión fue más delicada porque son juicios secretos. Ahí conseguimos que el juez, protegiendo la identidad de los menores y cambiándole el nombre a los adultos, nos permitiera filmar.

SEMANA: Al comienzo de la película, un mensaje dice “este documental surgió después de 300 horas de filmación”. ¿Qué tan difícil fue seleccionar qué casos se mostraban y cuáles no? ¿Cómo fue la edición?

A.M.E.: Cuando estás filmando no sabes si hay una película o no. No sabes ni cuál es. Como director lo único que haces es sentarte, escuchar y ver. Y vas pensando: ¿cómo puede ser la película? Al mismo tiempo vas aprendiendo de todo lo que filmas y eso te impulsa a contar todo lo que has aprendido. Ahí comienza el proceso de destilado, que no es más que simplificar la historia.

Nos preguntamos mucho sobre la estructura. Pensamos en separar los casos mostrando a los padres, por un lado, las madres por otro, luego servidores públicos, y en otro capítulo los menores, etc. Sin embargo, esa idea no funcionaba para mostrar todo lo que pasó en esta corte durante nuestros dos meses de filmación, y eso era lo que me había marcado.

Al final, simplificamos la estructura entre audiencias y juicios. Básicamente porque los juicios son los resultados de las audiencias: si las audiencias van mal tendrás un juicio. Y luego intentamos crear un vínculo emocional entre todas las audiencias, pero eso nos costó bastante. Seguro que habrá gente que diga que no hay vínculo, que la peli es un desastre, pero eso fue lo que intentamos hacer.

SEMANA: Todo lo que nos cuenta la película ocurre en el mismo espacio: la sala de juzgados 3H. No hay otro escenario y los planos, por el reducido espacio físico, son casi siempre los mismos: el juez, los defensores, los acusados y los testigos sentados, escuchando la audiencia o dando testimonio. Da la sensación de que todo ocurre allí, en una especie de microcosmos. ¿Cómo fue trabajar con el mismo espacio?

A.M.E.: La idea era esa: filmábamos como si fuera un estudio de televisión. Entrábamos antes que todos, dejábamos las cámaras y, ¡hala! Nuestra idea era entender la sala como un universo, nunca nos preguntamos si filmar por fuera o hacer una entrevista con alguna persona en otro lugar. No: todo lo hicimos en ese espacio, era nuestra premisa.

SEMANA: ¿Qué reflexión dejan esos casos que muestra el documental de padres y madres aceptando renunciar a la patria potestad de sus hijos porque aceptan que estarán mejor en manos del Estado?

A.M.E.: Son decisiones muy duras. A veces, la película no ofrece el suficiente contexto para entender cómo esos padres llegaron a esa determinación, te quedas en el instante. Pero sí se nota que hay un dolor, hay una pérdida. Y aunque no lo vemos podemos intuir que muchos padres que ceden a ese derecho lo hacen porque están en situaciones muy difíciles de criminalidad, dependencia, precariedad.

SEMANA: Es una corte especial, incentiva la rehabilitación de los padres y da la posibilidad de que recuperen la patria potestad en el plazo de un año si siguen un proceso guiado por trabajadores sociales Sin embargo, para muchos de ellos esos cambios significan ir en contra de años de fallas estructurales, actitudes violentas o entornos disfuncionales. ¿Cómo enfrentaron los padres que filmó este reto tan grande?

A.M.E.: Hay una cosa curiosa: en los dos meses que filmamos, la primera pareja y la última fueron la misma, y tanto madre como padre habían tenido un cambio brutal. En esos casos, en los que pudimos ver a la misma pareja en dos momentos distintos, te dabas cuenta del cambio que estaban intentado hacer en sus vidas. Y eso es una de las expectativas del sistema: que haya cambio.

Antonio Méndez Esparza  Courtroom 3H
Antonio Méndez Esparza Courtroom 3H | Foto: Antonio Méndez Esparza Courtroom 3H

SEMANA: En la película muestra parte de la historia de un padre venezolano acusado de abandono. Él no puede asistir a la primera audiencia por estar en Venezuela y es criticado fuertemente durante el proceso. Ante eso, su defensor público recuerda que la libre movilidad entre Venezuela y Estados Unidos es complicada, sobre todo en el presente. ¿debería adaptarse mejor el sistema ante la creciente inmigración latina en EE. UU. el sistema judicial?

A.M.E.: Esa pregunta es el gran ausente en las revueltas actuales de ese país. No hay referencia al inmigrante ilegal. En los casos relacionados con el cuidado y atención a menores de edad, es cierto que muchas familias piensan en volver a sus países de origen cuando hayan cumplido una meta económica en Estados Unidos, pero mientras eso ocurre a veces es difícil que estén tan presentes en las vidas de los niños. Aunque sabes, en muchos casos esos menores cuentan con un hogar, sea en los países de origen de los padres o en el propio Estados Unidos.

Sé que no todos los casos son así, pero algunos sí muestran esa buena disposición por parte de los padres inmigrantes.

SEMANA: La película cierra con el fallo en contra de una madre. Una decisión muy dura para ella. El impacto emocional de la defensora pública queda registrado en cámara: con los ojos llorosos, no puede creer que el sistema haya fallado en contra de su cliente. ¿Cómo registró esa escena?

A.M.E.: Todo fue mutando. Pensábamos quese iba a tratar sobre las familias, pero nos dimos cuenta de que la película era sobre un sistema, de que los abogados tienen dedicación, una manera de entregarse al trabajo y hacerlo bien. Entonces se fueron convirtiendo en protagonistas a medida que íbamos filmando.

Sobre la escena que mencionas estábamos en el lugar y momento correcto, y creo que fue el último o penúltimo día de rodaje. Ya sabíamos cómo era el caso, ya habíamos filmado en otras cuatro ocasiones a esta mujer y a su abogada y creíamos que ya lo teníamos todo en cámara. En el juicio, ya al final, dejamos la cámara con un lente más cerrado y justo ahí, en ese plano, quedó la reacción de la district attorney (fiscal de distrito).

SEMANA: Los otros protagonistas de la película, que irónicamente casi no salen en cámara por no tener que asistir obligatoriamente a las audiencias o juicios, son los menores de edad. Estos chicos, que ya hacen parte de unas condiciones de exclusión, tienen que someterse a pasar varios meses en medio de las entrañas judiciales del sistema. ¿Qué efecto tiene esto en la juventud de un país como Estados Unidos?

A.M.E.: Respondo recordando un caso que no está en la película. Unas hermanas terminaron en dos familias de acogida distintas mientras se resolvía su caso. En un momento dado, después de dos años, el sistema decidió volver a juntarlas en un tercer sitio. En medio de la audiencia que estaba estableciendo esto, uno de los padres de acogida dijo que le parecía absurdo que cambiaran a la hija que acogió en su casa durante tanto tiempo para estar con su hermana, pues él mismo había crecido en un orfanato y tuvo que separarse de su propia hermana, y eso no significó que creciera con carencias o problemas y el hecho de que él estuviera allí era la muestra. Y claro que este caso es una excepción, pero nos recuerda que muchas de las personas que se ven envueltas en este sistema son producto de este. Entiendes que toda esta situación es muy cíclica.