Cine
“El hombre que devoraba las palomas”: la impunidad en Chile marcada por la dictadura de Pinochet
La obra se basa en un hecho verídico, la muerte de un joven de 17 años, Rodrigo Briones Ortíz, asesinado por una milicia el 12 de octubre de 1992, después del regreso de Chile a la democracia.
El director de teatro chileno Cristian Flores Rebolledo indaga en “El hombre que devoraba las palomas”, presentada en Montpellier, Francia, la violencia y la impunidad en Chile, un país marcado aún por la dictadura (1973-1990) del general Augusto Pinochet.
“El hombre que devoraba las palomas”, fruto de años de investigación en los barrios de Santiago de Chile, fue estrenada el viernes, en primicia mundial, en el festival Printemps des Comédiens de Montpellier, sur de Francia.
La obra se basa en un hecho verídico, la muerte de un joven de 17 años, Rodrigo Briones Ortíz, asesinado por una milicia el 12 de octubre de 1992, después del regreso de Chile a la democracia.
Es la tercera obra de la trilogía “Justicia, utopía y militancia”, que incluye “Yo maté a Pinochet” (2013) y “El país sin duelo” (2018).
Tendencias
En la obra, Cristian Flores, de 38 años, y la compañía Teatro Los Barbudos abordan “el tema de la justicia sobre todo los casos de impunidad que se registraron en plena democracia”.
“Para mí tenía que ver con la continuidad de la violencia del Estado sobre la ciudadanía entre el periodo de la dictadura y la democracia”, explicó Flores.
La obra, resultado de una residencia en el teatro La Vignette de Montpellier, escenifica el encuentro de dos soledades en un improbable y frágil refugio, una torre de agua agrietada en la que Arturo intenta en vano capturar palomas para matar el hambre.
Después de huir de la prisión y la tortura, este hombre destrozado, que presenció la muerte del joven Rodrigo, decide convertirse por venganza en “un asesino de asesinos”.
Arturo ve aparecer como en un sueño a Alicia, una mujer sin edad que vive en la negación de la violencia de la sociedad que la rodea.
El énfasis está en la actuación de los actores -los chilenos Carla Casali Escudero y Claudio Riveros Arellano- quienes parecen volcados hacia la lucha contra el silencio y lo no dicho abrumadores.
En ese mundo donde impera lo arbitrario “estamos solos, no tenemos con quien hablar”, se lamenta Alicia. El diálogo que entabla con Arturo es, sin embargo, el comienzo de la liberación.
Cristian Flores Rebolledo, que tiene una maestría en teatro y artes escénicas de la Universidad de Chile, nació, construyó y descubrió el teatro en el popular barrio La Victoria de Santiago, conocido por haber sido un semillero de protesta política y social, especialmente bajo la dictadura.
Teatro político y popular
Su planteo artístico apunta a un teatro “popular y político”, que combina la investigación, lo documental y la ficción.
“Siempre me gustó el teatro popular o el teatro político o la mezcla de ambas cosas”, dijo Flores.
Flores, que ya estuvo en el teatro La Vignette en 2017 con la obra “Yo maté a Pinochet”, en la que exploraba las heridas abiertas de su país, también presenta este año en Montpellier “Un país sin duelo”.
En ésta obra evoca los silencios y heridas de tres generaciones de mujeres de una misma familia frente a la tortura, especialmente la violencia sexual.
Augusto Pinochet murió en Chile en 2006 sin ser juzgado por los crímenes de la dictadura, que dejó más de 3.200 muertos y 38.000 torturados.
“No es la dictadura lo que nosotros exploramos, lo que exploramos es el resultado de la dictadura y el acuerdo con la democracia que tenía que ver con esta transición”, dice Flores, que actualmente reside en Berlín.
Lo hace a través de un teatro anclado en la realidad de las clases trabajadoras, en un país marcado por profundas desigualdades sociales.
“Volvemos atrás porque nos interesa dar una nueva mirada o hacer nuevas preguntas sobre ese período en relación con la realidad de hoy”, agregó Flores, que se inspira en autores como el ruso Antón Chéjov y el francés Jean-Paul Sartre.
AFP