Literatura

El Premio Nobel y la poesía, una historia de amor

Yeats, T.S Eliot, Neruda, Paz, St John Perse... la historia del Premio Nobel de Literatura está estrechamente ligada a la poesía, como atestiguan cerca de cincuenta autores galardonados.

Raphaëlle Picard AFP
9 de octubre de 2020
La poesía contribuye a la diversidad creativa al cuestionar de manera siempre renovada la manera en que usamos las palabras. | Foto: Cortesía.

Amante de la poesía inglesa, en especial de Shelley y Byron, Alfred Nobel entró en la Historia como el inventor de la dinamita. Pero a lo largo de su vida nunca dejó de componer versos, en sueco o incluso en la lengua de Shakespeare. En una carta a un amigo escribe: “No tengo la más mínima pretensión de calificar mis versos como poesía. Escribo a ratos, solamente para aliviar mi depresión o mejorar mi inglés”. En 1862, a los 29 años, dudoso de su talento, escribe en francés a una joven: “Mi dominio es la Física, no la pluma”.

Fiel a la inclinación de su fundador, la Academia sueca elige como primer galardonado al poeta francés Sully Prudhomme el 10 de diciembre de 1901.



En 1923 honra al irlandés William Butler Yeats, por su poesía “cuya forma altamente artística expresa el espíritu de toda una nación”.

Al terminar la guerra le toca el turno al estadounidense T.S Eliot. “La poesía es un arte local”, dice en su discurso de recepción en 1948.

Y si bien “la lengua puede ser un obstáculo”, Eliot cree que “la poesía nos da un motivo para intentar superarlo”.

La poesía del mundo hispano ha sido reconocida varias veces. En 1956, con el español Juan Ramón Jiménez, y en 1971 con el chileno Pablo Neruda.

En 1977 la Academia rinde homenaje a la Generación del 27 española, en la figura de Vicente Aleixandre. En 1981, el premio vuelve a cruzar el Atlántico y va a parar a manos del mexicano Octavio Paz.

Aunque el Nobel ha distinguido a numerosas estrellas literarias, la Academia ha demostrado innumerables veces su sensibilidad por las pequeñas voces. Así, la polaca Wislawa Szymborska (1996) o el sueco Tomas Transtromer (2011), apenas conocidos fuera de sus respectivos países.

“La poesía no es premiada a menudo”, deplora en 1960 el francés Alexis Léger, conocido como Saint-John Perse, cuyo discurso a la Academia genera debate.

Pero la Academia a veces sorprende en sentido contrario, como cuando eligió en 2016, ante la estupefacción mundial, al cantante estadounidense Bob Dylan, “por haber creado en la gran tradición de la música estadounidense, nuevos modos de expresión poética”.

Ante las críticas, el jurado defendió la obra de Dylan como la de un bardo, en la mejor tradición de Homero.

El autor de The Times They Are A Changin' (Los tiempos están cambiando)” tardó dos semanas en reaccionar al anuncio.



Tres mujeres poetas en el podio

En 2020 ha sido el turno de la estadounidense Louise Glück, en un año en que los Nobel han sido particularmente favorables a las mujeres.

La primera poeta galardonada con el Nobel fue la chilena Gabriela Mistral, en 1945. Pionera feminista, goza de un gran prestigio en toda América Latina, a la par de su compatriota Neruda.

La Academia tardó más de 50 años en volver a recompensar una voz femenina. Fue en 1996, con la polaca Wislawa Szymborska, “representante de una mirada poética de una pureza y una fuerza inhabitual”.