RECONOCIMIENTO

El príncipe Quino y su princesa Mafalda

La semana pasada Joaquín Lavado, Quino, se convirtió en el primer dibujante galardonado con el premio Príncipe de Asturias. Una forma inmejorable de celebrar los 50 años de Mafalda, su mítico personaje.

25 de mayo de 2014
Quino a través de Mafalda realizó una de las miradas más agudas de la sociedad. Visión que también reflejó en otras de sus ilustraciones.

¿Por qué Mafalda es tan exitosa? A esta difícil pregunta se enfrenta con frecuencia Daniel Divinsky, editor de la tira cómica y fundador de Ediciones de La Flor. Él, que es tal vez su más incansable lector, no lo duda: el secreto está en la gracia con la que la historieta invita a reflexionar. Y, para tal fin, Quino perfiló sus personajes tal y como se conocen: Manolito, el negociante hijo de inmigrantes españoles; Susanita, la enamorada cuya meta es casarse y tener hijos y también aquella que exclama ‘¡qué barbaridad!’ ante las injusticias del mundo; Felipe, el soñador un tanto pesimista; Guille, el inocente, y Libertad, la chiquitica que se inclina por las corrientes de izquierda. Mafalda no podía ser de otra manera, es la defensora de los buenos.

El pasado 21 de mayo, cuando se anunció el ganador del premio Príncipe de Asturias, el jurado explicó que “al cumplirse 50 años de la aparición de Mafalda, los lúcidos mensajes de Quino siguen vigentes por haber combinado la simplicidad en el trazo del dibujo con la profundidad de su pensamiento”. Así, Joaquín Lavado se convirtió en el primer dibujante en recibir esta distinción. “Él es único –afirma Divinsky–. Es como cuando el humorista italiano Dario Fo ganó el premio Nobel de literatura. No es muy probable que su hazaña se repita”.

Quino, sin duda, es especial. La niña preguntona y contestataria que odia la sopa y analiza el complejo mundo de los adultos con los sencillos ojos de la niñez conquistó a muchos sin salir de su típico barrio argentino de clase media con los característicos gestos de sus conciudadanos. Tan bien dibuja Quino las expresiones, que sus personajes no necesitan hablar para darse a entender. “Él –dice el dibujante Elenio Pico– combina un dibujo magistral con una buena narrativa”. Mafalda surgió como encargo para una compañía de electrodomésticos que quería utilizar tiras cómicas como propaganda. Pero antes de que fuera publicada, la tienda quebró. Un tiempo después comenzó a salir en Primera Plana y luego en El Mundo. Durante nueve años Quino dibujó diez libros para que el mundo se inclinara hacia los buenos.

Esta viñeta no es una creación aislada. En la década de los cincuenta y sesenta había historietas internacionales de niños muy cotizadas, como Carlitos y La pequeña Lulú, pero Quino tuvo la visión de un personaje propio que reflejara a la sociedad de Argentina, país en el que empezaron a aparecer historietas por la enorme inmigración de europeos que llegaron al Cono Sur en el siglo XIX. La industria editorial gráfica creció, se desarrolló y surgieron varias revistas, las publicaciones se convirtieron en exitosos semilleros de artistas de humor, muchos de ellos críticos de la sociedad y las dictaduras.

Muchos admiradores de Mafalda admiten que la historieta les abrió los ojos y que con su humor los hizo reflexionar sobre problemas políticos y sociales. “La mirada de una niña permite analizar también los conflictos de los adultos”, explica Eduardo Arias, periodista y mafaldólogo. Según él, incluso llegó a adelantarse a su tiempo con sus preocupaciones por el medio ambiente.

Nada se le escapa a la niña. Felipe Ossa, director de la Librería Nacional, el primero que trajo la tira a Colombia, recuerda que Mafalda discutió los asuntos que desvelaron y emocionaron a la humanidad en la década de los sesenta, como la llegada del hombre a la Luna, la guerra de Vietnam y la Guerra Fría. Sus reflexiones marcaron a los jóvenes de la época que aún la releen y la recuerdan con brillo en los ojos.

A pesar de ser producto de una época, Mafalda es atemporal. Ossa afirma: “Las estupideces del hombre, las temáticas de la política, los asuntos familiares y los Beatles nunca pasan de moda. La preguntona, como le dice Quino con cariño, siempre hará sonreír”. 

Como suelen hacer los artistas, Lavado creó su obra a partir de los elementos de su vida cotidiana que observaba con atención. “Quino es un excelente espectador que sabe detectar bien los quiebres”, explica Arias. Dice que leía entre tres y cuatro periódicos diarios para poder dibujar  y que una de sus grandes cualidades es tener una antena para captar el ambiente. Los personajes salieron de características, convicciones y tics de sus amigos y familiares.

La historieta llegó a Colombia poco después de que comenzó a salir en 1964 en el semanal argentino Primera Plana. Un cliente de la Librería Nacional le regaló un ejemplar a Ossa y le recomendó encargar para la librería porque se vendían muchísimo. Del primer pedido se vendieron miles y hoy aún tiene muy buena aceptación.

“A mi modo de ver –dice Ossa–, Quino tuvo la gran virtud de saber cuándo acabarla porque a partir de un punto sólo vendrían repeticiones y la historieta perdería frescura”. Para Arias, el fin de Mafalda, la niña que enternece a sus lectores, se puede deber a que Quino ya había sacado todo del personaje y los años sesenta, especialmente, habían terminado.

Quino dejó de hacer Mafalda el 25 de junio de 1973. Sin embargo, hoy aún conquista nuevos lectores y se consolida, también para ellos, en la conciencia del mundo. La tira cómica se volvió universal. Su éxito tal vez sea causa de la cruzada que emprendió para defender a los buenos y criticar a los malos. Y lo hizo con un humor agudo que hace sonreír a cualquiera.