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El regreso de la salsa

Una avalancha de producciones salseras inunda a Bogotá. Varias nuevas orquestas están enriqueciendo la escena de la rumba capitalina. Análisis de Juan Carlos Garay.

8 de julio de 2006
La Real Charanga utiliza instrumentos de las orquestas de cámara: violín, viola y flauta traversa

Aunque la radio comercial no parece estar enterada por ahora, algo está cambiando en las noches de rumba bogotana. Veníamos de un reinado agobiante de la salsa erótica en la que los cantantes sólo sabían hacer peticiones al estilo Devórame otra vez o evocar escenarios como el de Aquel viejo motel. Más de un desencantado decretó la muerte de la salsa y la única opción para gozar una rumba de altura eran esos espacios a mitad de camino entre la discoteca y el museo arqueológico llamados con gracia 'viejotecas'.

Una revista especializada contactó hace un par de años a Yuri Buenaventura para preguntarle por ese asesinato de la salsa a manos de los erotómanos. El músico vallecaucano radicado en París es una especie de 'pontífice' a quien los amantes del género tropical miran con esperanza. "El erotismo es parte de la vida y no tiene por qué ser molesto, contestó en ese momento. Lo verdaderamente preocupante es que ya no se está cantando sobre nada más". Pero la verdadera respuesta vendría con un disco llamado Salsa dura, que empezó a circular hace poco en Colombia: una auténtica propuesta de salvación para esta música.

La idea se le ocurrió cuando oyó, en una tienda de discos, un álbum que lleva exactamente el mismo título, grabado por un músico de Nueva York cuyo nombre prefiere no mencionar. "Yo empecé a escuchar ese álbum y me encontré con una sección rítmica desparramada", recuerda Buenaventura. Entonces diseñó su propia visión de lo que debe ser la salsa dura: "Una mezcla de las escuelas puertorriqueña, caribeña y neoyorquina, hecha con disciplina, técnica, conocimiento de los instrumentos y ganas de reivindicar a la urbe latinoamericana".

Al mismo tiempo, en los sitios de rumba de Bogotá comenzaba un fenómeno musical muy entretenido. La orquesta La 33 grabó una versión salsera del tema de La Pantera Rosa, compuesto por Henry Mancini. La canción se disparó porque la gente reconocía la melodía y a la vez le servía para lucirse en la pista de baile. Los disc-jockeys dejaban La pantera mambo para esos momentos de euforia, alrededor de la medianoche, cuando la rumba va conquistando las buenas cumbres del ritmo.

La orquesta La 33 debe su nombre al sitio donde ensayaban los músicos: el antiguo Convento de San Juan Evangelista, sobre la calle 33 en el tradicional barrio Teusaquillo. La gente, acostumbrada a que la única música que salía de esos muros eran los tenues aleluyas de las monjas, de pronto se sorprendió cuando irrumpieron los acordes tropicales. Hoy, sin embargo, es común entre los vecinos referirse a esa casona como "el convento de la salsa" y su acústica es tan buena, que otros grupos como La Mojarra Eléctrica y Curupira la estiman su "mejor ensayadero".

La fórmula de La 33 la explica Sergio Mejía, su bajista, como una suma de tres leyes inviolables: "Estudiar el género, retomar el sonido de los maestros como Larry Harlow, crear nuestra propia salsa". Pero para la radio bogotana estos criterios artísticos no son suficientes: si no pertenecen a una disquera grande, no hay transacción. Así que el grupo se sostiene gracias a una actividad intensa de conciertos, y su disco, publicado en un sello independiente, va ganando adeptos por la vía de Radio Bemba. Es difícil, pero han tenido suerte: el mambo de la pantera ya aparece en tres recopilaciones italianas y el tema Qué rico boogaloo se acaba de incluir en el disco Baila del sello Putumayo.

¿NUEVA CAPITAL DE LA SALSA?

La escena de la rumba bogotana es tan vital, que dio el pretexto para que otra agrupación le hiciera una contestación a La pantera mambo. La respuesta se llamó El inspector charanga y empezó a sonar en un prestigioso local nocturno del barrio La Merced. La novedad consiste en el formato instrumental, que se aleja de la usual orquesta salsera de modelo neoyorquino y retoma el de la charanga cubana de comienzos del siglo XX. Los instrumentos provienen de la orquesta de cámara europea: violín, viola y flauta traversa. El grupo se llama Real Charanga.

Según su director, Daniel Díaz, este tipo de instrumentación se remonta a su "escuela clásica". Hasta hace poco, Díaz era violinista de la Orquesta Sinfónica de Colombia. Su opción de fundar una charanga se debe a la voluntad de "abrirle las fronteras al músico de cuerda, que por lo general está enfocado a la Filarmónica o la Sinfónica. Queremos que haya más posibilidades de música popular entre los violines".

Con el aumento en el número de sitios de baile y orquestas, sumado a una discografía no muy numerosa, pero sí excelsa, Bogotá amenaza con usurparle a Cali el título de capital de la salsa. En los años 70 la salsa, que había entrado por Barranquilla y Buenaventura, llegó hasta la capital del Valle por las migraciones del Pacífico. Se convirtió en la banda sonora de la juventud caleña y luego halló su lugar en la literatura gracias al escritor Andrés Caicedo. Pero ahora la movida parece estar en la capital del país. Lo atestigua el cantante Nicolás Cristancho, 'Yurgaki', hijo del pianista del grupo Niche y la fundadora de la orquesta Cañabrava.

Yurgaki ha aprovechado la vida nocturna bogotana para dar a conocer sus canciones. "Acá la rumba es otro cuento", dice. Está al frente de una poderosa orquesta y ostenta una voz cálida que recuerda a los mejores soneros cubanos, pero agrega a sus letras una dosis de conciencia social que no es común en la música bailable. Por contraste, esta semana verá la luz el primer disco de la orquesta La Conmoción, La cara del gato, cuyos arreglos los acercan más al latin jazz.

En lo que todos están de acuerdo es en que Bogotá empezó su reinado de salsa dura como una recuperación de la 'ley zanahoria' que decretara el alcalde Antanas Mockus en 1995. Hace 10 años la rumba moría a la una de la mañana y ello significó la defunción de gran parte de la actividad musical de la ciudad. Ahora que la rumba se extiende regresan las orquestas, aparecen nuevos discos, crece la música.

El mismo Yuri Buenaventura dice que se siente sorprendido por el auge que vive la salsa actualmente en la capital. Por circunstancias de la vida, su público es mayoritariamente europeo y africano. En París ha llenado el teatro Olympia y en Marruecos suele presentarse frente al rey Mohamed VI, quien se declara uno de sus más fervientes admiradores. Pero sigue atento nuestra escena salsera y envía desde Europa sus bendiciones: "En Bogotá hay grandes músicos, de hecho, mi trompetista es bogotano. Hay el material humano. Hay una Bogotá más urbana pero no soñando ser lo que no es, sino con más conciencia latinoamericana".