EL TRIUNFO DEL REY

La cursilería y las rancheras barren en los ratings de sintonía.

23 de abril de 1984

Los éxitos anteriores no permitían pensar que ésta pudiera llegar a batir el récord de sintonía de las telenovelas de la noche que se habían transmitido en programaciones anteriores. "La mala hierba", "La pezuña del diablo" y "El bazar de los idiotas" habían puesto un punto muy alto, difícil de alcanzar. Sin embargo, en menos de tres meses, "Pero sigo siendo el rey", la telenovela de Caracol que sale al aire por la primera cadena, ha logrado convertirse en el espacio de televisión que más ven los colombianos. Cerca de 4 y medio millones de colombianos se sientan diariamente, a las 10 de la noche, frente a sus televisores, para averiguar en qué más enredos se meten esos personajes de folletín que pasean sus vidas por la escena al son de rancheras y corridos de consumo popular.
Sólo llevaba pocos días de iniciada la telenovela, cuando empezaron a hacer su aparición los eternos "chulos del diluvio" que auguraban su fracaso. Inclusive, los directivos de la misma programadora, meses antes, habían rechazado la propuesta de poner en escena la novela del escritor costeño David Sánchez Juliao. La iniciativa había partido de Jaime Botero, quien fuera por mucho tiempo director escénico exclusivo de Caracol. La novela aún no había sido reconocida con el Premio Plaza y Janés y se pensaba que su realización para TV entrañaba ciertas dificultades. Pero vino el premio, el boom publicitario y las críticas a favor y en contra, y nuevamente la propuesta de llevar la novela a la televisión. Esta vez no fue Botero quien hizo la sugerencia, sino la libretista estrella de la programadora, Martha Bossio de Martínez. (Ver recuadro).
Martha, que dedica parte de su tiempo a la lectura de autores colombianos en busca de obras para adaptar a la TV, se interesó por la novela premiada, la compró y decidicí "meterle muela". Le costó trabajo llegar al punto final por lo novedoso de su estructura, pero en su interior algo le decía que la novela "tenía gancho". Inició, entonces, una segunda lectura y llegó a la conclusión de que presentaba dificultades para su realización en TV. Sin embargo, empecinada, llevó a cabo una tercera lectura. De repente, como si se le encendiera un bombillo, encontró la clave de la novela y la disfrutó "como si estuviera saboreando un delicioso arequipe". No resistió la tentación de llamar a Sánchez Juliao, con quien había tenido un ligero enfrentamiento, y le confesó que se encontraba fascinada con la obra. "Quiero adaptar su novela para la TV", le dijo. Por toda respuesta recibió un frío "Jaime Botero ya la propuso y no se la aceptaron". Pero Martha hizo caso omiso, planteó la idea en Caracol y el proyecto fue aceptado con el visto bueno del autor.
La libretista reemprendió la lectura de la novela -lleva más de 10- y procedió a estudiar la forma de llevarla a la pantalla chica. "La función del libretista, afirma, es interpretar. El libreto no puede ser una ilustración, un calco literal de la novela. Por eso empecé a pensar en cuáles eran los cambios que debían hacerse. Si David había hecho con las canciones una serie de uniones para armar historias, yo tenía que tomar una serie de historias para armar la telenovela". Hizo un "resumen" de 10 páginas con sugerencias de cambios, entre los cuales sobresalía la necesidad de "impedir" que murieran tantos personajes, porque iba en contra del género. "David coge corridos mexicanos y arma historias en las cuales los personajes siempre mueren. Yo tenía que armar personajes fuertes con vidas más largas que las que tienen en la novela y por eso sugería sintetizar en un personaje varios de la obra y le proponía una fórmula para hilar las historias", afirma Martha. Después de leer el memorando de Martha, Sánchez Juliao la llamó y le dijo: "Leí tus sugerencias y estoy al borde del colapso. Pero está bien". En dos reuniones posteriores quedó armado el proyecto.
Sin embargo, habría de presentarse otro inconveniente. Jaime Botero, quien estaba a la cabeza de la telenovela para la licitación, había decidido cambiar de terno y no trabajaría más para Caracol. La telenovela quedaba huérfana de dirección. Se barajaron varios nombres y finalmente aceptó Julio César Luna, quien en otras oportunidades había trabajado en llave con Martha Bossio en obras como "El extranjero" de Camus, que les mereció un premio "Ondas" de la TV española. Martha piensa que era lo mejor que podía suceder, porque admira el profesionalismo y el perfeccionismo con los cuales Luna realiza su trabajo. Luego vino la selección de actores y se pusieron manos a la obra. Horas y horas de trabajo paciente se ocultan detrás de cada capítulo de "Pero sigo siendo el rey", el nuevo hit de la TV.

LO BUENO, LO MALO Y LO FEO
"Es un monumento al mal gusto y la ordinariez" comenzó un intelectual de gafas redondas y mochila al hombro; es "una historia sin argumento que pretende hilar la vida de unos personajes de plastilina mediante una ranchera diaria, echando a perder el excelente experimento literario de David Sánchez Juliao" escribió un comentarista, mientras en las cartas del lector de las telerevistas aparecen comentarios como aquéllos que sostienen que es "una comedia agradable" o aquél que afirma que "si uno mira a un grupo de personas que está viendo ese programa, las verá a todas sonriendo... Y eso es ya mucho cuento con tanta mala noticia que se encuentra uno todos los días". Santiago García, director del grupo de teatro La Candelaria, consultado por SEMANA afirmó: "A mí me parece un paso muy importante en el género de la telenovela entre nosotros. Hay un elemento muy bien manejado: el humor, ese humor nuestro, sarcástico, negro. Ofrece, además, la posibilidad de encontrar elementos mucho más serios como: la crítica al machismo, al mismo melodrama, la atemporaneidad de las situaciones de una sociedad que vive fuera del mundo real, donde se presentan asesinatos por el honor, los dramas pasionales se justifican por la misma pasión. Tanto la dirección como la actuación han sido manejadas con un gran acierto".
Comentarios tan disímiles ilustran el carácter polémico que ha despertado una telenovela que se nutre de los más diversos elementos de la cultura de consumo popular, siendo de consumo popular la telenovela misma. A pesar de las diatribas de los críticos y de las posturas pseudointelectuales que les impiden a muchos reconocer que, aunque sea por el rabillo del ojo, ven la telenovela, lo que demuestra el rating de 46.9, es que la sexta parte de la población colombiana prende sus televisores todas las noches, para presenciar las peripecias trágicas de Adán Corona, Chabela Rosales, Juan Charrasqueado, Simón Reynosa, María Paz y Martín Estrada en un imaginario lugar de alguna parte de América Latina. Ha sido tal el impacto de la telenovela que El Tiempo en la página editorial, en la sección Cosas del Día, publicó la carta de un televidente que decía: "los viejitos, que vivimos de las añoranzas, estamos felices con la telenovela de Caracol de la noche. Porque con esta "novedad ", la TV nos ha regalado la oportunidad de volver a gozar de una comedia mexicana de los albores del cine parlante".
La telenovela interrumpe visitas, llamadas telefónicas, tareas y trabajos, y los personajes se han hecho tan populares que se roban el show a dondequiera que llegan. Cuentan que hace poco, durante una reunión donde el Agregado Cultural de la embajada de México, ofrecida en honor del nuevo embajador, cuando llegaron algunos de los actores, la recepción se paralizó y los temas de conversación minutos antes sobre elecciones, política y narcotráfico, giraron hacia la muerte trágica de Flor de Azalea -la vida en su avalancha la arrastró- los disparos contra Rosita Alvirez -sólo uno era de muerte- y la posible nueva pareja de Adán Corona.
"Pero sigo siendo el rey" ha generado una corriente entre la obra y el público de tal magnitud, que se sabe que en un colegio, durante una reunión de padres de familia, uno de los temas de discusión fue la telenovela. Los padres confesaron que sus hijos estaban "tan encarretados con el cuento" que no sabían si dejarlos ver la telenovela, a pesar de que interrumpía sus estudios, o no, o si lo mejor era grabarla para dejarla ver después. Y una señora, preocupada porque sus hijos menores la estaban viendo, llamó a la libretista para decirle: "apelo a su buen juicio y seriedad para pedirle un favor: ¿por qué no acorta la duración de los besos?". Sin embargo, esos mismos besos motivaron una carta con la preocupación contraria: "parecen hechos con la paciencia de Job y un cronómetro dañado. Duran y duran y duran, y lo que debía ser un momento pasional, se convierte en un rato divertidísimo".
Sin duda alguna, la telenovela ha logrado reunir en la misma habitación al "rey" de la casa, la madre, los hijos adolescentes y la empleada del servicio. Cada uno se divierte a su manera.

PALOMAS ROJAS Y CLAVELES NEGROS
Detrás de cámaras no todo es tan sencillo ni divertido como lo que aparece en la pantalla. Cada capítulo de 30 minutos requiere el trabajo de un equipo de cerca de 50 personas entre camarógrafos, auxiliares, sonidistas, luminotécnicos, utileros, maquilladores, coordinador, productor, apuntadores, script, asistentes, aparte del elenco de actores, que se prolonga muchas veces en jornadas que superan los honorarios convencionales de los trabajadores de sacos y corbata. Clara Inés Enciso, la ambientadora, es una de esas personas que, ignorada por el público, tiene sobre sus espaldas la responsabilidad de los más mínimos detalles, para que todo concuerde, para que no haya nada fuera de lugar. Se recorre semanalmente anticuarios y almacenes de artesanía en busca de esos artículos y pequeñas cosas que le imprimen autencidad a los escenarios; ha visto innumerables películas mexicanas de los años 50 para cogerle el "sabor" a la novela y se vio "a gatas" cuando tuvo que pintar de rojo las palomas que volaron el día en que Flor de Azalea fue asesinada, y cuando se vio obligada a, inventarse unos claveles artificiales negros que debían parecer naturales.
Los actores, por su parte, le han tomado tal afecto a sus papeles que, en algunas oportunidades, cuando no se sienten cómodos con ciertos comportamientos y diálogos que determina el libreto, llaman a Martha Bossio para discutir el asunto, no importa la hora.
Carlos Muñoz, quien todavía recuerda que a los 8 años empezó su vida de actor en la Radio Nacional, ha logrado compenetrarse tanto con el papel de Adán Corona, que cuando entra al estudio y se viste como tal, deja en la calle su propia personalidad. Ha sabido interpretar a ese macho con caparazón de hombre frío, que busca el poder y que aún haciendo el ridículo persevera en el empeño de casarse con la bonita del pueblo. Es el personaje que sigue siendo el rey a pesar de todo lo que sucede, pero, afirma Muñoz, "la tragedia de su soledad y la búsqueda de una mujer que lo acompañe lo acercan bastante al público. En el fondo es noble y bueno". Es otro de esos malos con ángel que se convierte en ídolo como lo fue, en su oportunidad, el Inquisidor Mayorga. Martha Bossio afirma que siente a Carlos Muñoz, ese actor que ha sabido dosificar su presencia en la televisión, disfrutando su papel hasta el fondo y es por eso que ella goza inmensamente cuando escribe para Adán Corona.
Sin embargo, no sucede lo mismo con María Eugenia Dávila. Martha Bossio siente que, aunque María Eugenia desempeña el papel con el profesionalismo que la caracteriza y que la ha convertido en una de las más polifacéticas y versátiles actrices colombianas, Chabela Rosales no es precisamente el que más le ha gustado hacer. "María Eugenia ha llegado a un grado de madurez en que no desea seguir desempeñando roles de mujer menor de lo que es en la vida real" afirma Martha. Sin embargo, María Eugenia dijo a SEMANA que le gusta Chabela "porque tiene mucha fuerza y me apartó del resto de las mujeres de la telenovela. Soy fuerte sin ser antipática y sin llegar a ser marimacha ni matrona. Es una sutil, pero recia defensa de la mujer". Y parece tener razón y querer su rol. La prueba es que un día llegó con un par de aretes de flores azules y dijo: "ayer le compré unos aretes a Chabela". Por su parte, J. Emilio Salazar, Juan Charrasqueado, está feliz con el papel que le ha tocado desempeñar. Afirma que es lo más opuesto a su manera de ser. Representa "el tipo de hombre que yo más he criticado: inmaduro, celoso, petulante, machista..."
Sin duda alguna, a pesar de que su desempeño no es el mejor de todos, Raul Izaguirre, Simon Reynosa, es uno de los personajes de más éxito entre el público. Después de años de no tener en pantalla el típico galán, ese que representara en muchas ocasiones Julio César Luna, este joven mexicano ha causado revuelo entre las adolescentes, que lo esperan a la salida de los estudios para pedirle autógrafos. Hace 8 años llego a Colombia y a pesar de que había hecho teatro y televisión no pudo entrar en el medio. Decidio abrir una serie de restaurantes especializados en tacos, uno de los cuales está al otro lado de la calle donde funcionan las oficinas de Caracol.
Unos más, otros menos, todos los miembros del elenco han logrado estructurar ese mundo de celos, pasiones, traiciones que se pagan con la vida, creencias religiosas, bala y violencia, típicos del folletín y del melodrama. Pero los valores machistas que dividen a los personajes en buenos y malos, fuertes y débiles, y que se manifiestan en comportamientos hasta cierto punto estereotipados,
son recreados con humor y un fino sentido de la parodia que se hace evidente en el lenguaje de los personajes que es el lenguaje popular de las rancheras, los corridos y los boleros.

MORDIENDOSE LA COLA
Para algunos, lo que importa en la telenovela es la música, esa música mexicana que los colombianos conocen quizás mucho más que los bambucos, los vallenatos y los pasillos. Y hay quienes sostienen que es precisamente la música lo que constituye el principal gancho de la telenovela. Pero, esta opinión no la comparten ni el director ni la libretista, quienes afirman que es un elemento muy importante, porque hilvana los acontecimientos, pero que no es ni el único ni el básico de la fórmula del éxito, a pesar de que Martha, oyo y ha clasificado 810 canciones entre rancheras, corridos y boleros. Sin embargo, tendría que afirmarse que opera como una especie de destino que permite predeterminar el desarrollo de acontecimientos y de personajes. No de otra forma podría interpretarse la muerte de Flor de Azalea a quien la vida, según sus admiradores "en su avalancha te arrastró" muy prematuramente, o los tiros de Rosita Alvirez. Y ya hay quienes lucubran sobre el hijo de Juan Charrasqueado por aquello de que "en una choza muy humilde llora un niño".
La música es el continuo que enhebra las historias. Las letras de las canciones, plagadas de amores traicionados e infidelidades que se pagan con la vida, alimentan los diálogos y nutren las acciones que reproducen un mundo donde impera la ley del machismo. Pero la telenovela, más fiel que nunca a sus estructuras y sus esquemas, utiliza todos los recursos melodramáticos para ser sin otra pretensión, formal y específicamente una telenovela. Al hacer deliberadamente hiperbólicos ciertos elementos, convierte lo cursi en el leit motiv que se vuelve sobre sí mismo y se muerde la cola. Así, la obra se convierte en parodia y por lo tanto en crítica de ese producto de consumo popular que es la telenovela. Como afirma el mismo autor "Julio Cesar Luna y Martha Bossio han logrado más de lo que yo pretendí. Yo quería criticar el machismo y la cursilería de la música mexicana ranchera y ellos han hecho más: poner en ridículo las telenovelas, logrando más sintonía".

LA LIBRETISTA
Nació con buena estrella y en su vida la buena suerte la ha perseguido: desde que comenzó hasta hoy, Martha Bossio de Martínez, ha encontrado a su paso las oportunidades. El descubrimiento de sus condiciones, que ella cultiva con un trabajo serio de investigación y estudio permanentes, fue obra del azar. Cursando sexto de bachillerato se le ocurrió la idea de organizar comedias los viernes. Cuando le tocaba el turno de montar una obra, el salón de actos se llenaba, porque se habían hecho de público conocimiento su sentido del humor y sus apuntes ligeros. Así, a la hora de elegir una carrera, escogió Comunicación Social. Pensaba que le serviría para incursionar en el terreno de los libretos.
Los libretos se convirtieron en su obsesión. Escribía los fines de semana, rompía muchos y guardaba pocos. Un dia, en la revista Antena, descubrió un aviso citando a concurso de libretistas para el programa de "La pareja más pareja". Escribió uno y lo envió. Sólo cuatro meses más tarde recibió la llamada del director del programa, Luis Fernando Orozco, que le ofrecía la oportunidad de vincularse como libretista oficial del espacio. Fue entonces cuando creó un personaje, un hippy, a imagen y semejanza de un compañero suyo de universidad, interpretado por Hernando Casanova, quien logró convertirlo en un éxito. Terminando su carrera, ingresó a Cafam a hacer prácticas. El proyecto final, una dramatización, se grabó en una cinta que se perdió. Pero la suerte seguía rondándola y un mes después, los directivos de Cafam, revisando un archivo, encontraron el programa de Martha, se entusiasmaron y la buscaron para ofrecerle trabajo como libretista de los programas de inglés del colegio de esa Caja de Compensación. Trabajó allí durante un tiempo y luego se retiró.
Sin trabajo y aburrida de no producir, decidió repartir en diferentes programadoras, libretos de programas que ella creía que podían tener éxito. Al poco tiempo la llamaron de RRTV para montar con Julio César Luna un programa teatral basado en "El malentendido" de Albert Camus. Vino después la puesta en escena de "El extranjero" que les mereció el premio "Ondas" de la TV española. Y no tardó una propuesta de Caracol, por recomendación de Luna, para realizar "El diario de Ana Frank", cuya adaptación le había interesado a Jaime Botero.
Caracol se convirtió desde entonces en su "casa". Para esa programadora adaptó "La mala hierba" y "El bazar de los idiotas", dos telenovelas que fueron hit en su momento. Y es tal la fama que ha ganado Martha que ya no tiene que comprar libros: son muchas las obras que le llegan, con dedicatorias y todo, de autores que buscan la oportunidad de verse llevados a la TV.
Es una trabajadora infatigable, casi compulsiva, que a veces se despierta a la medianoche y tiene que sentarse a la máquina, porque ha encontrado la solución para un núcleo dramático o se le ha ocurrido una escena y un diálogo que le sirven de tránsito.
Entre 10 y 12 horas diarias dedica a su trabajo que, por comodidad, realiza generalmente en sudadera. El reconocimiento a su trabajo se ha traducido en un comentario según el cual, Martha como libretista "sigue siendo la reina".
EL DIRECTOR
Argentino de nacimiento, pero nacionalizado en Colombia, Julio César Luna era hace algunos años "el galán" de la TV colombiana. Tenía una nutrida corte de fans y era el actor que las actrices deseaban como pareja. Pero esa imagen ha quedado atrás y ahora se destaca en el medio como un director serio, consagrado, perfeccionista hasta el extremo. SEMANA logró una breve entrevista con él.
SEMANA: ¿Cómo fue su paso de la actuación a la dirección?
JULIO CESAR LUNA: No fue tan fácil, ni tan sorpresivo. Fue un proceso de años. Yo venía observando con cuidado a las personas que me dirigían; tuve la oportunidad de conseguir una beca para estudiar durante tres meses en Washington, San Francisco, Los Angeles, Baltimore y Nueva York, dirección y producción. Mi vinculación al medio después de mi regreso fue fácil. Comencé con RRTV dirigiendo un espacio de Teatro Universal y aprendí, sobre la marcha lo que me faltaba. Esto ocurrió en el año 78.
S.: Quienes habían trabajado con usted como actor, ¿cómo recibieron su cambio de papel?
J.C.L.: Al comienzo fue difícil. Todos creían que iba a improvisar y que los haría quedar mal. Pero, poco a poco, y por el enorme respeto hacia ellos, además del cuidado que yo pongo para que su imagen no se deteriore, sino que crezca, la relación ha mejorado enormemente. Actualmente no tengo ningún problema.
S.: El binomio Martha Bossio de Martínez y Julio Cesar Luna es para muchos, la clave del éxito de la telenovela, ¿qué piensa usted de esto?
J.C.L.: Es indudable que el libreto está muy bien trabajado y que la parte humorística, tan magistralmente conducida por Martha, ha sido definitiva. Pero hay que tener en cuenta que la telenovela tiene muchos niveles de lectura. Además de las rancheras, -factor de unión de situaciones dramáticas- que son muy importates por el arraigo en un porcentaje muy alto de los colombianos, existen elementos sutiles pero fácilmente identificables como el problema del machismo. Es también una sátira a las telenovelas. Por otra parte, el feminismo también es tratado y María Eugenia Dávila en su papel de Chabela Rosales muestra cómo se rebela contra esta situación.
S.: ¿Está satisfecho con este trabajo?
J.C.L. Pienso que hay cosas que hubieran podido quedar mejor. Sin embargo, me siento feliz, porque el público nos ha respaldado con una sintonía millonaria que prueba que estamos trabajando bien.

EL AUTOR
Polémico, y mamagallista como cualquier costeño que se respete, David Sánchez Juliao pertenece a ese tipo de personas a quienes les gusta ser irreverentes, porque saben que así abren polémicas y levantan ampolla. Sociólogo de profesión, su carrera literaria comenzó por una investigación que se convirtió en las "Historias de Raca Mandaca". Posteriormente, en 1975, una editorial pirata le publicó una recopilación de cuentos bajo el título "¿Por qué me llevas en canoa al hospital, papá?", en el cual estaba incluido "El Pachanga" que entonces pasó inadvertido. Sin embargo, más tarde con él inauguró el autor una modalidad curiosa: la literatura en cassette. "El Pachanga" vendió miles de copias y lo siguieron las grabaciones de "El Flecha " y otros que lo hicieron popular. De los cassettes sus obras han saltado con éxito a los café conciertos. Ahora, y después de que su novela fue premiada por Plaza y Janés el año pasado, Sánchez Juliao ingresa a la TV. Crítico violento del género telenovela, SEMANA quiso conocer su opinión sobre el éxito de la adaptación de su novela.
SEMANA: ¿Por qué aceptó que su novela fuera llevada a la TV?
DAVID SANCHEZ JULIAO: Yo soy un escritor profesional que escribió un libro y los derechos de este libro fueron vendidos a la televisión por la oficina que maneja mis asuntos. Así, aunque la venta se hizo con mi aprobación, sigo no respetando el género de las telenovelas. Claro que a la venta yo le dí el visto bueno, porque confiaba en el talento de Martha Bossio de Martínez y de Julio César Luna. Sabía que ellos iban a marcar un hito en este sentido: iban a lograr que el género se burlara de sí mismo, que es el único futuro que tienen las telenovelas, para matar para siempre su fantasma.
S.: ¿Qué significa para usted el éxito de la telenovela?
D.S.J.: Significa que el pueblo no está tan atrasado como creemos y que es capaz de captar la crítica de doble filo que lleva la telenovela. Es decir, que advierte que en ella se hace una burla del machismo latinoamericano y del propio género.
S.: ¿El éxito de la telenovela le ha representado un aumento en la venta del libro?
D.S.J.: Creo que sí, porque mucha gente sale a comprarlo pero se encuentra con algo diferente. Y es lógico, el lenguaje escrito y el visual son distintos, casi opuestos. Ahora, lo que se lleva a la televisión es la adaptación del libro y no el libro.
S.: Hay críticos que han opinado que su novela es literariamente regular. ¿qué piensa usted de ésto?
D.S.J.: A mí no me importa en absoluto. A nivel internacional mi libro es considerado como uno de los mejores. Ediciones del Norte, una casa editora norteamericana, especializada en libros latinoamericanos, me mandó una carta en febrero de este año comunicándome que en el año 83, uno de sus tres éxitos había sido mi novela. Además, el diario Excelsior de México le dio Mención de Honor en el Premio de Literatura "Colina" para América Latina. La novela va en su segunda edición y se han vendido 40.000 ejemplares, cuando la mayoría de escritores no pasa de editar 1.000 copias y regalarlas entre los amigos.
S.: Muchos opinan que el gancho de la telenovela son las rancheras. ¿Sin rancheras el éxito sería igual?
D.S.J.: Lo uno es inseparable de lo otro, porque la novela fue concebida como una gran ranchera. El ingenio es haber sospechado que utilizando rancheras se obtendría éxito.
S.: ¿Qué opina de aquellos a quienes les da verguenza decir que están viendo la telenovela?
D.S.J.: Que son unos pobres diablos, bastardos de occidente. Esa es gente que no se atreve a asumir lo que son. Gente que se mira en el espejo y al verse "prietitos" se mientan la madre.