Expresión y paro
“En-tendedero”: la expresión anónima y libre que pedían los hogares y las calles de Colombia (y no lo sabían)
La iniciativa surgió en Bogotá, se ha llevado a cabo en decenas de ciudades y pueblos y fomenta la expresión y el entendimiento del que piensa distinto en medio de un despertar social que reta emocionalmente al país.
La disrupción social actual, producto de un paro (que no para) y de una respuesta gubernamental nefasta (que no cambia) era hasta ahora impensada en este país, pero sus causas son todo menos desconocidas: pobreza, desigualdad, falta de oportunidades y una fractura entre las viejas maneras de hacer las cosas (que sirvieron a unos por mucho tiempo) y la necesidad de nuevas maneras (que le sirvan a muchísimos más).
El qué y el cómo llegar a esas nuevas maneras vendrá de debates necesarios. Se tiene que llegar a estos hablando, cuando se respete a la ciudadanía y se le escuche en serio. Sin acuerdo no hay salida, un hecho difícil de asimilar cuando algunos sectores ven el diálogo como amenaza, derrota, concesión. A pesar de esto, hay que tender puentes, y para lograrlo se hace necesario entender, en-ten-der.
Los días son difíciles para la gente adulta, para la gente joven. La primera línea se planta ante los ataques de la autoridad abusiva mientras la vieja guardia replica un discurso sobre vándalos, desadaptados y vagos que hay que eliminar (todo mientras acecha el fantasma activo de los infiltrados de todo tipo). La mayoría de la población, en el medio, siente el impacto de los hechos y trata de sacar sus conclusiones o de procesar las muchas emociones contradictorias que se viven jornada tras jornada.
En medio de la zozobra, la juventud ofrece luces de esperanza de maneras distintas. La resistencia ha puesto la cara, el aguante y casi todo el dolor. Y, a su manera, muchos otros jóvenes allá afuera apuntan al cambio a través de fomentar conversaciones necesarias en los hogares, en las calles, en los pueblos y en las ciudades del país. En ese sentido, el arte y la expresión les han ofrecido inspiración transitable. Las iniciativas artísticas, ya lo han descubierto, pueden tumbar muros de silencio, de censura, de represión (personal, familiar y social).
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¿Se pueden construir caminos desde la comunicación, desde la palabra y la imagen? Eso parece estar probando la iniciativa En-tendedero. Nacida en la Facultad de Arquitectura y Diseño Universidad de los Andes, esta propone hacer del tendedero de cada hogar un lugar de expresión anónima y libre que fomente entendimiento y la conversación al interior de las familias. Pero, desde su simple y necesaria naturaleza, el ejercicio ha escalado a intervenciones en espacios públicos en decenas de lugares en Colombia que han reconocido el objetivo del ejercicio –su importancia– y han querido multiplicarlo.
La gente necesita expresarse. La fractura que se vive a un nivel social brota en los hogares, impacta en espacios académicos y resuena en espacios públicos. Y uniendo todas estas aristas en conversación, se empieza a reparar el tejido de un país roto.
La palabra anónima, el puente
En este punto, la iniciativa (que tiene varias etapas) ya ha impactado muchos hogares y ha llegado a las calles. Y cuando grupos de jóvenes se quieren sumar desde distintos lugares del país, con el deseo de impactar sus comunidades, esta invitación reciben:
“La construcción de este gran tendedero se dará mediante la apropiación del espacio público involucrado. Entrelazando cuerdas para construir la idea de tendedero, en ellas se colgarán piezas con ganchos de ropa (hechas a partir de diferentes técnicas, materiales como textiles, papel u otros materiales que permitan facilidad a la hora de ser colgados) que den cuenta y visibilicen a partir de diferentes expresiones materiales, las diferentes opiniones que convergen frente a la situación nacional. Se extiende la invitación a miembros ajenos al equipo de trabajo, a toda la comunidad uniandina y a la sociedad colombiana de contribuir con sus piezas de expresión”.
La iniciativa involucra ya a más de 60 personas y, en el curso de una semana desde su primera intervención en la calle, ya ha tenido quince réplicas. La primera intervención tuvo lugar en el Parque Nacional, el viernes pasado. Como cuenta Camila García, estudiante de cuarto semestre de diseño de dicha universidad y una de las cuatro líderes del proyecto, explica que “fue un espacio bonito, reflexivo, de escucha y diálogo”. Ese resultado llevó a que, de manera muy natural, comenzaran a llegarles propuestas para llevarlo a cabo en diferentes partes del país.
Y si bien es importante regar el mensaje, la idea es que no se pierda y se sigan lineamientos: “Queremos articularnos a los largo del país, que nos unamos para hacer un movimiento mucho más fuerte, que haga más bulla y que se comunique de la misma manera en todos los lugares”, cuenta García. Para esos efectos, también compilan todo lo realizado por quienes han decidido participar en su cuenta de Instagram.
“Ha pasado de manera muy voluntaria. Nos escriben de ciudades y pueblos, gente con su parche de amigos, con su colectivo artístico, y nos piden que les expliquemos”. Hasta ahora ha habido ‘En-tendederos’ en ciudades grandes e intermedias como Bogotá, Tunja, Ibagué, Medellín, Barrancabermeja, Villavicencio, Popayán, y en municipios como Monterrey, Casanare; El Retiro, Antioquia; Rivera, Huila; Puerto Berrío, Antioquia; La Plata, Huila y Pitalito, Huila. Por confirmar, hay activaciones en Neiva, Melgar, Sogamoso, Madrid, Cundinamarca y, cruzando el charco, Barcelona, España.
La ola se sigue expandiendo y promueve que “Nosotros construimos el país y, por más que haya pensamiento diferentes, esas diferencias no nos tienen que seguir separando. Es importante entender que somos diferentes y que tenemos que construir el diálogo a partir de esa diferencia. Un punto clave es generar ese espacio que le permita a la gente a acercarse a escuchar, a ver, a reflexionar en torno a lo que dice el otro, a la diferencia”, explica García.
En la casa, primero. Calle, después
Cuando entraron en paro, los estudiantes sabían que no se trataba de parar por parar, que esta no era una vacación y que en juego estaba proponer maneras de hacer país e involucrarse. Por eso impulsaron la necesidad de actuar para sumarse a su manera al viento de cambio y, con asesoría comprometida, se dieron a la tarea. Partieron de mesas de trabajo, escucharon ideas y llegaron a propuestas. Este es uno de los resultados.
Como explica la docente Camila Echeverría, “En-tendedero” se inspira en la metodología que planteó la artista mexicana Mónica Mayer. En los años setenta, Mayer puso sobre la mesa el problema de género y la durísima situación de las mujeres en diferentes espacios. Y lo hizo a través de tendederos de expresión anónima, en los que logró que las mujeres plasmaran sus experiencias. Así logró sacarlas del silencio en el que se encontraban, visibilizar sus penurias e impulsar un cambio.
“Más allá del tema de género, me pareció interesante que el tendedero (que muchos otros artistas han hecho en muchas partes del mundo), necesita una respuesta, necesita activarse para poder generar esas voces que quedan plasmadas. Poner las voces no es suficiente, hay que crear una respuesta para eso que se pone en el tendedero. Por eso me pareció interesante llevarlo a clase y conectarlo con la necesidad de los estudiantes, que no encontraban la manera de actuar frente al paro o la situación que vivían y se estaban sometiendo a silencios dañinos”, dice Echeverría.
Para la docente es evidente que los estudiantes pedían a gritos dar una respuesta, activar sus posiciones y sentimientos frente a la situación del país sin sentirse vulnerables en la calle, o en la casa. Son muy jóvenes, muchos no se sienten listos y preparados para salir. Pero esto no significa que no tomen partido desde un espacio interior y que no lo deban expresar. Para esos efecto, se hicieron tendederos en casa. En conversación con los estudiantes, se plantearon fases para acompañar el tendedero en casa y generar los papeles (dispositivos en este marco) en lo que la gente pudiera escribir lo que pensaba. Unos abordaron temáticas relacionadas al paro más directamente, otros optaron por tratar sensaciones más específicos.
El anonimato es clave para este ejercicio, la libertad total de expresar y el tono en el que se dicen las cosas. Al comienzo, algunos estudiantes estuvieron reacios y fue evidente que en sus hogares no era fácil hablar, que se enfrentaban a censuras o a potenciales peleas. Como balance de esa primera etapa en la que los estudiantes aplicaban la iniciativa en sus hogares, solo una familia no quiso participar. “Más allá de generar polémica, la mayoría buscó la manera en la que sus padres y madres recibieran esa información tranquilamente para poderlos invitar a participar”.
Los resultados no dejan de ser emocionantes. “Algunos de ellos aseguraron que nunca antes habían tenido una comunicación tan fluida con sus padres”, cuenta la docente. El ejercicio artístico abrió una ventana a algo necesario: saber que no es el únicamente paro el que genera esta coyuntura, que la falta de comunicación en los hogares viene de tiempo atrás y la venimos reciclando hace mucho.
¿Qué sigue en las fases futuras del ejercicio? Echeverría explica que es necesario activar esas voces en voz alta. Conservar el anonimato, pero lanzar los mensajes al aire, liberarlos. Luego, vendrá una respuesta plástica. “La acción no queda ahí, cada uno de ellos tiene la posibilidad desde su conocimiento una respuesta, aportando color, formas, como respuesta a esa furia, angustia, desilusión”. El final verá la respuesta plástica puesta frente a estos papeles escritos. Y se transformará el espacio donde el en-tendedero trabaja y aplica su exorcismo al silencio.
Mientras esto sucede (y se registra en un Instagram Live por definir), más y más municipios colombianos replican un ejercicio de arte y comunicación que parece atacar la base de muchos de nuestros problemas como sociedad. Camila García y tantos jóvenes que han llevado este ejercicio de sus casa a las calles de Colombia siguen coordinando el importante mensaje de que mucho le queda a esta sociedad por expresar y de que el momento es ahora.