TEATRO

“La gente sigue pegada a que la bonita no es inteligente”: Ana María Orozco

La famosa telenovela Betty la fea llega a las tablas con una propuesta colorida, cómica y divertida. Se está presentando en el Teatro de Bellas Artes Cafam.

31 de marzo de 2017
| Foto: Guillermo Legaria / AFP

Ana María Orozco estaba en Colombia realizando una producción, cuando a Natalia Ramírez, su más grande enemiga en la novela, se le ocurrió hacer una reunión en la casa de Fernando Gaitán; tenía en ese entonces aspiraciones a ser la productora de la obra. 

El elenco de la novela no se veía en conjunto en casi 17 años. Fernando dice que la química y la mamadera de gallo seguían intactas. Solo la ausencia de Mario Duarte, en la piel del icónico Nicolás Mora, hizo un gran vacío ese día.

Gaitán relata que el elenco le tenía miedo porque en televisión les entregaba los libretos al final. “No le decían libreto sino boletín”. Todos estaban quietos esperando a que entregara no capítulos, sino escenas. Creyeron que no pasaría así en teatro, pero pasó. Sobre el tiempo mandó la obra por pedazos, y la terminó hace una semana. Hasta la presión del tiempo regresó. 

Aparece sobre las sillas del público una mujer de pelo rizado, con capul, falda larga de cuadros y unas gafas gruesas. Es Ana María Orozco. Es Betty, la fea.

Semana: ¿Cómo Betty cambió tu carrera?

Ana María Orozco: Como actriz tuve la oportunidad de hacer un personaje que todo el mundo quisiera hacer. Es un personaje caracterizado, que tiene profundidad y que además es muy cómico. Para mí fue una experiencia muy bonita y fue un gran aprendizaje. En la vida hubo un tema de exposición y fama que obviamente me alteró un poco, pero no vivo pegada de eso. He podido seguir haciendo mi vida y convivo con eso, con lo que generó el personaje y la novela. En su momento estaba saturada y cansada. Grababa 18 horas al día.

Puede leer: “Ver Narcos de Netflix me da vómito”: Róbinson Díaz

Semana.com: ¿Qué se siente volver a trabajar con tus compañeros?

A.M.O.: Es muy lindo. Hay un cariño entrañable, somos una familia. He tenido mucho contacto con Jorge Enrique Abello, los admiro y los quiero. Vivimos algo importante e nuestras vidas, entonces eso nos va a marcar siempre.

Semana.com: ¿Cómo explicas que la historia no envejezca?

A.M.O.: Creo que tiene un poco de cuento de hadas, del patito feo. Hay una cosa que está en el inconsciente colectivo de todos, esta cosa de querer cambiar una realidad que nos duele a todos. Es una historia muy vigente y clásica que perdura.

Semana.com: ¿Cómo ha cambiado ese empoderamiento de las mujeres en el trabajo?

A.M.O.: Ha cambiado muchísimo, ahora las mujeres tenemos más oportunidades pero falta muchísimo por hacer. Hay violencia, feminicidios, desigualdad por ejemplo en los sueldos. La mujer ha logrado una posición social importante, se ha superado con mucho esfuerzo. Lo que ha demostrado Betty en ese sentido es correrse de la mujer como objeto, con humor claro, pero muestra a una sociedad que sigue pegada a eso. También ver cómo la gente sigue pegada a clichés como que una bonita no puede ser inteligente o buena en su profesión.

Sugerimos: La dura prueba de salud que enfrentó y superó Linda Palma

Semana.com: ¿Cómo es Betty en el escenario?

A.M.O.: Es un reto grande, por más que sea un personaje que conozco, que quiero y que es parte de mi vida, en teatro es otra cosa porque hay un trabajo especial con el cuerpo, con la voz, ha sido un desafío grande pero hermoso, estoy contenta. Hemos ensayado mucho, estar en los camerinos ha sido muy emocionante.

Semana.com: ¿El personaje ha cambiado?

A.M.O.: Habrá cambios normales el tiempo hace eso, pero no ha cambiado mucho, tal vez es un personaje atemporal.

Semana.com: ¿De quién fue la iniciativa de llevar a Betty al teatro?

A.M.O.: La gran gestora de esto fue Natalia Ramírez, es el gran motor. Empezó el año pasado con la idea, y luego supe que la tenía desde hace años. Juntarnos a todos es casi un milagro, coincidieron los tiempos y se dio el momento y fue ahora, después de tantos años. Al principio fue raro porque ninguno se lo esperaba, hablábamos entre nosotros “¿será que sí? ¿Cómo va a ser?” y poco a poco nos fuimos entusiasmando mucho y con el primer reencuentro hubo una emoción enorme, se concretó y cuajó.