| Foto: Esteban Vega

CULTURA

La novela gráfica que reivindica la labor callada de las abuelas

Ana Penyas, una de las invitadas al Hay Festival, es la gran revelación de la novela gráfica en Europa. Recién publicó un libro alabado por su calidad y por mirar a donde casi nadie suele hacerlo: el pasado de las abuelas.

26 de enero de 2018

Esta española tiene 31 años y es reconocida por ser una de las grandes ilustradoras del momento, de hecho, ha obtenido ya varios galardones. Ana Penyas no niega su inclinación por abordar en sus obras temas sociales y políticos, como las secuelas del franquismo. Y está en el Hay Festival Cartagena, donde presenta en sociedad Estamos todas bien, un gran homenaje familiar.

SEMANA: Hoy no muchos se acuerdan de honrar a sus abuelas, pero usted lo hace en su novela gráfica ‘Estamos todas bien’. ¿Por qué?

Ana Penyas: Desde hace unos años estoy muy vinculada al movimiento feminista. La mayoría de veces tratamos de temas que atañen a la juventud y damos por sentado que hay muchas otras cuestiones superadas: por ejemplo, la obligación de ser ama de casa. Sin embargo, muchas mujeres siguen ancladas en ese rol de trabajo doméstico y cuidados, especialmente las mujeres mayores. Su relato también es el nuestro porque ellas han sido las que han educado a nuestros padres y madres, las que en silencio han cuidado de la familia, de nosotras. Las mujeres de esa generación siempre han sido personajes secundarios de otras vidas: la esposa de, la madre de, la abuela de. Simplemente quería rendirles un pequeño homenaje, convertirlas en protagonistas.


Foto: cortesía Ana Penyas

SEMANA: Su libro ha sido calificado como feminista. ¿Coincide con tal clasificación?

A.P.: Considero que es un libro feminista porque aunque retrata la vida de dos mujeres que vivieron el rol de mujer que el franquismo les asignó, lo hace desde una mirada crítica y reflexiva. Mi intención es que la lectora y el lector identifiquen en Maruja y Herminia a sus propias abuelas, madres o vecinas y reflexionen sobre sus vidas, ponerse en su piel, empatizar con ellas.

SEMANA: ¿Tuvo algún efecto en su familia haber publicado este libro? ¿Alguna reacción de sus abuelas?

A.P.: Mis abuelas están muy contentas porque entienden el gesto de amor que hay por mi parte. Mi abuela Maruja ahora está muy deteriorada por el Parkinson pero le gusta ver sus objetos, su casa y sus anécdotas aunque no entienda el trasfondo. Mi abuela Herminia sí que entiende más la intención con la que lo hice y está muy contenta de "ser famosa" y de que su nieta hable de ella. 

SEMANA: ¿Hay alguna clave para que una autora de una novela gráfica, como usted, logre que tanto su texto como su imagen sean muy buenos (tanto que fue galardonada)? ¿Se necesita ser doblemente talentoso?

A.P.: No sé si considerar que soy buena escribiendo, el texto me lo dieron ellas contándome sus vidas cuando fui a grabarlas. Quizás mi labor destacable fue seleccionar qué anécdotas tienen mayor carga simbólica. Respecto al dibujo, estoy muy contenta que a la gente le haya gustado, en muchos momentos pensé que era una estética demasiado alejada a lo que la gente suele ver en el cómic y no sabía si iba a conectar con los lectores. Pero me gusta que mucha gente haya valorado justo esa deformación de la realidad, ese dibujo incluso un poco naïf y consideren que funciona.


Foto: cortesía Ana Penyas

SEMANA: Hay temas que son muy gráficos, que sirven para desarrollar grandes dibujos e historias. Pero un tema de abuelas, tan íntimo y familiar, ¿qué tan difícil fue de ilustrar, de darle vida?

A.P.: Me apoyé mucho en lo fotográfico: en el dibujo utilizo fotos de sus objetos, de sus casas, de su barrio. También escaneé sus fotografías antiguas. Todas esas imágenes las incluyo en el dibujo mediante la transferencia fotográfica con disolvente. Así logro esa estética entre lo documental y lo expresivo que ayuda a contar ese universo tan cotidiano como es el de mis abuelas: la gente puede ver ese cuadro típico de arlequín y de caza, los estampados de flores, los personajes mediáticos de la televisión y reconocerse en ellos. 

SEMANA: ¿Quién es Longinos Lozano y por qué es tema de una de sus publicaciones? 

A.P.: Longinos Lozano es un hombre que falleció hace ya unos años y que escribió sus memorias donde contaba su experiencia en el franquismo. Un amigo encontró este texto en un pueblo de Valencia y le pareció muy interesante porque en pocas páginas relataba muchos de los mecanismos de represión franquista: los campos de trabajo, la cárcel, la tortura, el miedo. Con un grupo de trabajo nos pusimos a investigar sobre este personaje y fuimos a entrevistar a la gente mayor del pueblo para que nos ayudaran a completar su historia. Nos encontramos con que todavía les costaba hablar del franquismo, sentimos el miedo y el silencio. Lo que yo hice fue ilustrar esas memorias e intentar reflejar a través del dibujo aquello que había sentido mientras investigábamos sobre esa época. 


Foto: cortesía Ana Penyas

SEMANA: ¿A qué se debe que muchas de las novelas gráficas más reconocidas (Maus, las de Sacco, Satrapi, etc) tengan que ver con contenidos muy políticos y sociales?

A.P.: Quizás es un formato que se preste a poder retratar con pocos medios (algo tan sencillo como el dibujo) tanto esa parte documental como la emotiva. El dibujo te permite mezclar esos dos universos, retratar escenas muy duras sin que sean morbosas, narrar desde la metáfora y lo expresivo.

SEMANA: En Colombia, poco a poco, se producen novelas gráficas. ¿Qué cree que se necesita para consolidar este formato?

A.P.: Lo que se necesita son lectores que reclamen el formato. Cada vez vivimos en un mundo más visual, que se consume más rápido y la novela gráfica tiene un poco de ambas aunque puedan tratar temas profundos y reflexivos.