ENTREVISTA

“Lo que callamos también habla mucho de lo que somos”: Daniela Abad

Luego de conmover al país con el documental sobre la historia de su abuelo paterno, Héctor Abad Gómez, la cineasta colombiana explora la otra rama de su familia en ‘The smiling Lombana’. SEMANA habló con ella.

2 de marzo de 2018
Daniela Abad es hija del escritor Héctor Abad Faciolince | Foto: David Estrada

En Carta a una sombra (2015), su primer documental, Daniela Abad contó la historia de Héctor Abad Gómez, su abuelo paterno, uno de los grandes intelectuales de la izquierda colombiana, asesinado por paramilitares en agosto de 1987, cuando ella tenía solo un año.

Tres años después, este nuevo nombre del cine colombiano, vuelve a explorar en el pasado de su familia. Solo que ahora lo hace con su abuelo materno, Tito Lombana, un artista que luego de hacerse a cierta fama, dejó el arte, abandonó a su familia y se perdió para siempre.

Con la intención de descubrir que había detrás del secretismo y de los silencios de su familia respecto al hombre que solo vio una vez en su vida, Abad vuelve a echar mano de archivos fílmicos y fotográficos, así como de testimonios familiares para armar el rompecabezas de su pasado.

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El documental, llamado The smiling Lombana, abrió el Festival de Cine de Cartagena el pasado miércoles. Allí, SEMANA habló con Abad sobre su segunda película.

SEMANA: ¿Por qué contar las historias de sus abuelos, pareciera, tal vez, una fijación?

Daniela Abad: Más que ser una fijación por los abuelos, es una fijación por lo desconocido. Y en el caso de Tito Lombana, por lo oculto, por lo secreto, por lo misterioso, por el tabú. Creo que es eso: contar la historia y así conocer a dos personas que nunca conocí y que están muertos. 

SEMANA: Cuando dice tabú, contrario a la historia de Héctor Abad Gómez, ¿la de Lombana era oculta?, como que de eso no se habla…

D.A.: Era un tema del que en mi familia no se hablaba. Un tabú que reflejaba un poco el tabú de un país entero. Yo pensaba que hablando sobre el secreto que hay alrededor de mi abuelo, también hablaba un poco de los secretos que guardamos en Colombia. 

SEMANA: ¿Cómo conoce sobre Tito Lombana? ¿Por qué empieza a inquietarle de esa manera?

D.A.: Empecé a preguntarle a mi familia sobre él; a mi abuela, a mi mamá, a mi tía, a preguntarles un poco sobre quién era, cuál era su historia. Y a medida que fui conociendo la historia me fui interesando cada vez más. Y esa historia a la que yo me había aproximado inicialmente por un interés personal, podía transformarse en una película que podía ser interesante para otras personas, para otro público que no fuera la familia. Precisamente porque esa historia podía representar una realidad muy colombiana.

SEMANA: ¿Todo lo que vimos en el documental es Tito Lombana? ¿O hay detalles restringidos?

D.A.: Sí, hay muchos detalles que me guardé…

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SEMANA: ¿Y por qué se los guardó?

D.A.: Porque no eran necesarios. Eran cosas demasiado íntimas y podían ofender. Yo no quería hacer juicios de valor, entonces, tampoco quería llegar al extremo de amarlo u odiarlo. Quería generar más bien una reflexión, una serie de preguntas para que el espectador pudiera completar la historia en su cabeza. Así, tenía que dejar detalles por fuera.

SEMANA: Después de haber investigado su vida, ¿qué sentimiento tiene hoy frente a Tito Lombana? 

D.A.: Finalmente, es un personaje al que termino queriendo y creo que el espectador también. Un personaje muy contradictorio pero muy atractivo. Muy cinematográfico: con las cualidades de un protagonista y con los defectos  de un antagonista. Me enseñó a reflexionar sobre los seres humanos, sobre las decisiones que tomamos, sobre la identidad, sobre la moral, sobre la ética, sobre Colombia, sobre la complejidad de la vida en general. 

SEMANA: ¿Usted tiene más de Héctor Abad Gómez o de Tito Lombana? 

D.A.: Pues a mí me gusta pensar que uno es uno y que se construye a sí mismo como quiere, pero evidentemente la genética marca. ¿Qué tenemos en común con Tito Lombana? La sonrisa, por ejemplo. 

SEMANA: ¿Hubo dilemas morales al contar la historia de un hombre discutible como Tito Lombana? 

D.A.: Sí, evidentemente, la misma ruptura que hubo dentro de mi familia es un dilema moral. Hasta qué punto contar las historias de los otros, hasta qué punto aprovecharse de una historia familiar, hasta qué punto hacer público algo que para ellos es vergonzoso. Y es también preguntarse a quién le pertenecen las historias: si realmente uno tiene el derecho de contar cualquier historia. 

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SEMANA: La historia de Héctor Abad y la de Tito Lombana son muy distintas…

D.A.: Dos caras de una misma sociedad. Hay una cara que es más simple de contar, la de Héctor Abad Gómez, una cara más amable, menos polémica, con menos grises, incluso uno podría decir menos interesante cinematográficamente. Los personajes tan puros pueden ser menos interesantes. En el caso de Tito Lombana es un personaje que genera muchas más preguntas, más reflexiones. Porque es una persona que todo el tiempo está cambiando de acciones, de personalidades, de opiniones. Es un personaje más camaleónico y mucho más difícil de contar. También porque familiarmente era una historia más difícil de ventilar. 

SEMANA: ¿Hubo problemas familiares dentro de los Lombana cuando decidió contar la historia? 

D.A.: Inicialmente mi familia no quería pero luego accedió, a su manera. 

SEMANA: En el documental sentimos a su abuela pero nunca le vemos la cara, ¿por qué?

D.A.: Porque ella no quiso. Puede ser vanidad, pero para mí es algo más profundo: lo que callamos también habla mucho de lo que somos. Entonces hacer evidente que alguien no quiere mostrarse, es hacer evidente también su dolor hacia lo que pasó. Esas cosas, que son circunstanciales, que marcan un estilo de la película, también están hablando mucho de esos silencios que tenemos como país. 

SEMANA: Uno puede decir que viendo sus documentales se puede enterar de hechos que ocurrieron en Colombia desde los sesenta hasta mediados de los años ochenta…

D.A.: Sí, yo creo que Carta a una sombra es una película mucho más apegada a la historia. Y la de Lombana es más bien una reflexión sobre esos hechos. Ahí no son tan importantes las fechas. El contexto es importante, pero es más una reflexión sobre la historia. 

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SEMANA: De hecho, Tito va cambiando a medida que cambia el país... 

D.A.: Sí, esa es la analogía también: cómo una persona se corrompe y cómo se corrompe un país.

SEMANA: En las dos películas hay un gran archivo personal, ¿de dónde salió esa cultura por guardar tantas imágenes?

D.A.: En Carta a una sombra era más un archivo sonoro  y en The smiling Lombana es fílmico. Ahora alguien decía “ah, es que el hecho de que en Carta a una sombra el archivo sea acústico habla mucho del personaje, un intelectual, un pensador que todo el tiempo se estaba comunicando a través de la palabra”. Y en el caso de Tito Lombana, lo que lo caracterizaba era precisamente su imagen. Sin el archivo no hubiéramos podido hacer esta película. Los Gómez y los Lombana eran  familias que tenían a alguien lejano. Y cuando uno tiene a alguien lejos, registra mucho lo que hace para que esa persona no te pierda u olvide. En el caso de The Smiling Lombana, mi abuela era  una italiana que vivía en Colombia y tenía dos hijas, entonces sus papás, que vivían en Italia, todo el tiempo querían saber cómo estaban. Y fueron los videos la forma que encontraron para comunicarse y saber de sus vidas.

SEMANA: Es evidente la participación de Héctor Abad Faciolince en ‘Carta a una sombra’. En ‘The Smiling Lombana‘, ¿él participa de alguna manera, colaboró algo en los textos?

D.A.: No, los textos los escribí yo. Pero al final sí revisamos juntos y él hizo pocas anotaciones de edición. Mi papá, más bien, me ayudó mucho conversando. A partir de hablar con él salen reflexiones interesantes. 

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SEMANA: ¿Cómo hace para desmarcarse de la imagen de su papá?

D.A.: No me importa mucho. Evidentemente siempre me van a asociar con mi papá y está bien,  para mí es un orgullo y no lo quiero ocultar.

SEMANA: ¿Por qué usted, a diferencia de él, se inclina por lo visual?

D.A.: Las dos son formas válidas de contar historias y de pensar. 

SEMANA: ¿Seguirá abordando temas de Medellín?

D.A.: Es una realidad que nos rodea y nos impacta. Y tal vez sigamos con Medellín porque no se ha contado lo suficiente, o se ha contado mal.