ENTREVISTA

"El asunto fue creer que ya no estábamos en este mundo y estábamos vivos": Piero

SEMANA habló con el músico colombo-argentino de su música, su nuevo album, y su activismo en Colombia a favor de la paz.

1 de septiembre de 2017
Piero (2017). Foto Santiago Ramírez / Semana

¿Cómo fue el proceso de este disco? ¿cómo fue la relación entre Aterciopelados?

Causal. En el camino van apareciendo cosas. Estábamos en una campaña de la tierra y ecología, y yo tenia una canción que tiene como treinta años, a él le gustó y la sacamos para grabar.

¿Cómo fue la experiencia del vídeo que se grabo en Bogotá?

Se grabo en las afueras, en un lugar muy reconocido el cual tiene mucho verde. La relación exacta fue por mail.

Anécdota especial, cuando le mostró a su padre la canción "Mi viejo"...

Trataba de sorprenderlo. Hubo un momento de buscar la letra, una canción fresca, nueva. Pasaron dos estrofas, cuando levanto la vista lo veo llorando, no me lo esperaba y me agarro a llorar. Eso fue todo un parto, escribir estrofas y estrofas lo cual fue infinitamente largo, hasta que luego me agarró la curiosidad por ir a cantar para ver que decía él.

Usted lo prohibieron cantar ciertas canciones, en forma de rebeldía, usted sacó dos álbumes...

Venían por mí y dije acá hay que grabar algo. Las canciones, salvo a las sinfonías que hice con este cura,  eran improhibibles porque hablan de aleluya y que no provocan nada a ese nivel, pero sí a nivel de música pues fue mi disco más vendido.

¿Qué anécdota o momento básico, tiene con Alejandro Mayor?

Hay una muy fuerte, yo creí que él estaba muerto, me dijeron que lo habían matado. Nosotros estábamos haciendo una ópera sobre la identidad, estábamos entusiasmados componiéndola. En la mitad del proceso, de la ópera por la mitad, tuve que salir del país en 24 horas, y él camuflarse e irse por ahí. A él le dijeron que yo estaba muerto. El asunto fue creer que ya no estábamos en este mundo y estábamos vivos, es fuerte.

Cómo fue la historia de ese exilio y sobretodo cómo es el exilio?

No soy buen referente porque yo pase ese exilio feliz. No feliz de felicidad, pero la pase bien porque estaba bien internamente, anímicamente y económicamente, lo contrario de la mayoría de amigos míos que llegaban sin un peso ni trabajo, no los conocía nadie y les tocaba empezar desde menos diez. Ser argentino era una contra muy fuerte.

Estuvo en España pero también en Colombia, en la Candelaria.... puntualmente usted conoció a Samper Pizano

Lo conocí en esa época en varias circunstancias. Una de ellas, de esa época que tengo muy presente, fue en el aeropuerto que no me dejaron entrar, tuve tres años sin poder entrar a Colombia. El general Ordoñez era el "capo" del DAS. Después hubo una circunstancia que cuando vine, habían vendido todos los teatros y tuvieron que vender la plata porque me prohibieron. Estaban en el aeropuerto y estaba un grupo de periodísticas, que tenían orden de sacarme en primer avión - Los Ángeles a Tokio. Fue algo duro pero a la vez risueño. Me acompañaron hasta la mitad del avión. Bajé en Lima y vino el embajador de Panamá a cantar todas las canciones que prohíben en Argentina y Colombia.

Hay una experiencia que es muy triste, llegaste a la etapa del psicoanálisis y con ayuda de una psicóloga estuviste en un tratamiento con ácido lisérgico...

Se había muerto mi hijo de 40 días entonces estaba mal. Pero mi ex mujer estaba peor. Yo estaba conteniéndola. Yo por curiosidad me metí. Pero no iba y a veces iba... o me iba de gira. Era una cosa medio rara porque pagaba pero no iba o llegaba tarde. Un día tuve un rayo de luz y dije "o lo hago o no lo hago", fui a donde la psicóloga y le dije: Luisa me quedo a vivir o vengo todos los días. Quiero que me des el alta. Y se cagó de la risa.

Estuve ocho meses de psicoanálisis. Una vez que me sacó, me dijo que había trabajado con lisérgico y dije que bueno, tenía a mis amigos y se tomaban el ácido y dije bueno. Dije que quería esto como un doctorado, para entender a qué va. Me llevó a una sala muy confortable, con chimenea y ahí me tomé el ácido. Me tomé uno y no me pasaba anda, lo podía controlar. Si me movía un poco me tiraba. Le dije que me diera otro y ella "¿cómo que otro si te acabaste de meter uno?". Y lo aguantaba pero no me había tirado al precipicio y luego arrancó...

Reunió a una guerrillera y a una monja en San Vicente del Caguán...

Yo estaba en el hall del Tequendama y me dice: ese que está ahí es el alcalde de San Vicente del Caguán. Lo agarré de atrás, como si fuera un amigo y le dije si te consigo el avión vamos a el Caguán gratis. A las dos horas estaba el avión. No había hoteles, entonces dormí en la casa de él. Y se hizo el concierto que fue buenísimo. 3000 personas que venían de todos lados. Muy fuerte e inolvidable. Terminamos con la monja y la guerrillera cantando el Ojalá y tirando las consignas de la paz. Al otro día nos llevan al lugar de negociaciones. Era una sala y había un músico, una ametralladora, un guerrillero, un músico, una ametralladora y así... una cosa rarísima.

A un guerrillero le dije que si no se quería casa, que si no quería tener familia y me responde: no, la gente nos necesita. Le dije que la gente no necesita a nadie , necesita es que la dejen tranquila porque la están cagando a tiros.