Danny Lyon ha obtenido varios reconocimientos, entre ellos dos becas Guggenheim, Beca de Fundación Rockefeller y Medalla de Honor por Servicios Distinguidos en el periodismo otorgado por la Escuela de Periodismo de Missouri. | Foto: Tomado de Archivo Particular Danny Lyon

CULTURA

El documental sobre la pobreza de los niños en Cartagena que revivió 45 años después

Un trabajo que Danny Lyon hizo en los años 70 es hoy furor en las redes sociales. El famoso fotógrafo de Nueva York cuenta la historia detrás de esta pieza, cómo llegó a Colombia por una novia y terminó quedándose conmovido por lo que vio en las calles de La Heroica.

25 de septiembre de 2018

Por estos días está circulando en las redes sociales Los niños abandonados, un documental de fotógrafo Danny Lyon, quien estuvo en el país a mediados de los años 60 y a inicios de los 70 para hacer dos proyectos. El primero fue una serie fotográfica sobre las prostitutas de Tesca, Cartagena. Y el segundo fue un documental sobre niños que por alguna razón terminaban deambulando en las calles de esa ciudad.

Dany Lyon nació en 1942 en Brooklyn, Nueva York. Estudió Filosofía e Historia. Es reconocido como uno de los grandes pioneros del nuevo periodismo fotográfico, el cual consiste en sumergirse en la vida de las personas a las que retrata, a tal punto que puede contar muy bien la forma de vida de esa comunidad. Entre su trabajo se destaca su afán por documentar la lucha por los derechos civiles de los negros en Norteamérica, por viajar con motociclistas en los años 60 y por sumergirse en una cárcel en Texas, Estados Unidos. SEMANA conversó con él acerca de su trabajo en Colombia.

Carátula: Los niños abandonados. 

SEMANA: ¿Sabe por qué está circulando el documental en redes sociales?

Danny Lyon: No, no tengo idea por qué un documental que hice en 1972 vuelve a ser un tema de conversación ahora.

SEMANA: ¿Por qué decidió venir a Colombia?

D.L.: Fue por mi novia de ese entonces, Roxane. Fuimos por primera vez en 1965. Yo era muy joven, tenía 22 y nunca antes había estado en Suramérica. Ella quería que la acompañara, viajaba mucho. Sacó un mapa y me mostró dónde quedaba Cartagena y me contó cómo era. En ese momento era invierno en Chicago así que decidí acompañarla. Estuvimos por semanas en Cartagena y luego fuimos a Bogotá.

SEMANA: ¿Cómo nace la idea de hacer el documental?

D.L.: A principios de los 70 regresamos a Colombia. Estábamos almorzando con Roxane en un restaurante y de repente vinieron estos niños, se acercaron y pidieron comida. Eso me impresionó muchísimo. Tanto que yo seguí a los niños para ver por qué estaban pidiendo comida. Luego me di cuenta de que vivían en la calle y de que se cuidaban unos a otros. Pensé: “¡Wow! Esto es tan poderoso”.

SEMANA: ¿Con qué recursos contó para hacer este documental?

D.L.: Lo hice sin dinero. Viajé a Estados Unidos para recoger recursos. Me tomó un año y seis meses conseguir el dinero necesario para devolverme a Colombia. Lo impresionante fue que yo no tenía la forma de saber si los niños seguirían allí y después de irme todo ese tiempo cuando volví ellos todavía estaban en ese lugar... Conseguí dinero gracias a una mujer muy famosa en el mundo del arte que patrocinaba proyectos artísticos, Dominique de Menil, quien tenía la fundación Menil Collection. Ella me dio 15.000 dólares para terminar el documental.

SEMANA: ¿Cómo fue el proceso de grabar en ese momento? ¿Tuvo algún inconveniente?

D.L.: Nos despertábamos para grabar desde las seis de la mañana y terminábamos en la tarde. En todo ese tiempo, como por 20 días, nunca nadie nos dijo "no hagan esto" o nos preguntó si teníamos permiso para grabar. De todas formas nunca pido permiso para grabar la calle, porque la calle es pública y le pertenece al mundo. Si pido permiso lo más probable es que me digan que no o que me digan cómo hacerlo.

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SEMANA: Usted es famoso por lograr sumergirse en la vida de una comunidad y porque logra mostrar lo que sucede como si la cámara fuera invisible. ¿Cómo logra ganarse la confianza de los niños?

D.L.: Hablé con ellos y fui sincero. Les dije qué quería hacer y a ellos les pareció divertido. Pienso que yo les agradaba. Al final lo que yo busco es que me dejen estar con ellos, pero no hago cosas a la fuerza. Si te fijas, casi no hay entrevistas, no hay música. Yo traté de no interrumpir su cotidianidad, solo quería verlos. Estuve con ellos 20 días y grabé por 22 horas en muchos espacios. Ellos mismos sugerían los lugares y las actividades: la playa, matar pollos para comer, ir a dormir a la iglesia o ir a jugar o a pedir comida. Algo que ayudó también es que mi español era muy pobre así que solo les preguntaba lo básico. (Risas)

Nadie los atacaba, les daban comida, tenían un estilo de vida muy poderoso, muy libre.

SEMANA: ¿Cómo era la gente con ellos?

D.L.: Nadie los atacaba, les daban comida, tenían un estilo de vida muy poderoso, muy libre. Creo que algunos estudiantes estaban c

El punto era mostrar cómo niños pequeños sobreviven, se aman y se apoyan unos a otros.

elosos de ellos porque los chicos no tenían que bañarse o ir a la escuela. Miraban todo el tiempo como con sorpresa de que los eligiéramos a ellos para grabar.

SEMANA: ¿Sentía que estos niños también eran ignorados? Es decir, precisamente por eso son los niños abandonados...

D.L.: Pero ese no es el punto del documental. El punto era mostrar cómo niños pequeños sobreviven, se aman y se apoyan unos a otros. Su estilo de vida es tan poderoso.

SEMANA: ¿Volvió a saber algo de estos niños?

D.L.: No tengo idea. Eso fue hace 46 años. Ni siquiera sé si están vivos.

SEMANA: De todo lo que se encontró haciendo este documental, ¿qué fue lo que más le impactó?

D.L.: La iglesia era impactante porque ellos no entraban pero dormían afuera. También era uno de mis primeros documentales porque yo lo que hacía hasta entonces era fotografía. 

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SEMANA: ¿El documental fue visto en Colombia?

D.L.: Yo nunca he buscado mostrar nada en televisión. Odio la televisión y los medios en general porque siento que deshumanizan, parece que es normal y aceptable que hayan bombas, atentados, que la gente mate. Lo narran con mucha frialdad. Pero sí quería mostrar este documental porque era muy emocional. Quería sobre todo mostrar este documental a los norteamericanos, más que a los colombianos, quería que vieran cómo estos chicos se amaban unos a otros y sobrevivían.

SEMANA: ¿ Pero en América Latina se reprodujo?

D.L.: No, nunca lo logré, ni tampoco logré que se reprodujera en la televisión americana. Pero sí ha tenido espacio en museos, galerías y festivales... Sería genial si alguien quisiera reproducirlo en América Latina y me invita para que lo veamos. Yo no necesito el trabajo y tampoco el dinero, pero pienso que cosas graciosas pueden suceder. Que alguien me llame de Colombia para hablar de un documental que hice hace 45 años es maravilloso.

SEMANA: ¿Cómo reaccionó la gente que sí pudo ver este documental?

D.L.: El documental fue expuesto en varios museos de San Francisco, Nueva York, Suiza y Barcelona. Y en algunos de los lugares donde se expuso al final de la proyección se me acercaron personas de Colombia y empezaron a atacarme por este documental. Pensaron que yo quería ofender a su país, que quería insultarlos.

"No habría mostrado niños abandonados en Cartagena si no los hubiera encontrado": Danny Lyon.

SEMANA: ¿Por qué cree que pensaban que era una ofensa mostrar este documental?

D.L.: No lo sé. Yo quería mostrar una parte de la realidad. De hecho tenía miedo de hacer esta entrevista porque pensé que iban a atacarme de nuevo, pensé que me iban a decir que los he ofendido (risas)... Pienso que estaban ofendidos por no mostrar lo bello del país: las playas, la naturaleza, lo positivo. Este sentimiento es muy latinoamericano. No habría mostrado niños abandonados en Cartagena si no los hubiera encontrado. Pero no debían ofenderse en ese momento porque la verdad es que hay habitantes de calle en todas partes, en todas las grandes ciudades del mundo.  Para la muestra, Los Ángeles está llena de personas que viven en las calles, lo mismo en Nueva York.

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"La única forma de ayudar es hacer bien tu trabajo. Como fotoperiodista la única forma de ayudar a los demás es ser un buen periodista": Danny Lyon.

SEMANA: ¿Ha sentido la necesidad de hacer algo por las personas a quienes les hace retratos o documentales?

D.L.: Con el tiempo entendí algo: la única forma de ayudar es hacer bien tu trabajo. Como fotoperiodista la única forma de ayudar a los demás es ser un buen periodista. Un periodista tiene más poder que un ciudadano normal. No puedes dar dinero a todo el mundo porque no es lo que tienes, porque no es tu responsabilidad… pero tienes otras herramientas. Trabajé en una prisión después del trabajo con los niños y me di cuenta de que no puedo ser Dios, que no puedo ayudar a todos. Siempre que ayudo a alguien me quedo pensando en los demás que no ayudé.

En cuanto a estos niños nunca les di dinero porque no me parece lo correcto. Cuando terminamos el documental, yo les compré unos jeans. Es gracioso porque como no tenía plata en ese momento era lo más barato que les podía dar. Años después la gente termina pagando 200 dólares por unos jeans. Así es la vida. 

SEMANA: ¿En qué proyecto está enfocado ahora?

D.L.: Mi película más reciente es Wanderer, que tiene lugar en Nuevo México. Nuevamente es una visión de un extraño, el personaje principal es un esquizofrénico, Shepard, a quien conozco desde hace años y quien deambula por el desierto. Es una imagen oscura del daño autoinfligido a nuestro planeta.

SEMANA: ¿Ha pensado venir a Colombia?

D.L.: Me encantaría. Si, por ejemplo, una universidad me invita o algún museo me invita a proyectar mi película, eso sería maravilloso. Iría encantado.

Puede ver el documental ‘Los niños abandonados‘ de Danny Lyon puede hacer clic en este enlace.