Cultura
Esta es la diferencia entre orar y rezar que muy pocos conocen
Aunque ambos términos son aceptados por Real Academia Española como sinónimos, en la cultura religiosa tienen acepciones diferentes.
Una de las mejores maneras en que los religiosos y creyentes en Dios encomiendan las peticiones y necesidades es a través de la súplica con oraciones y rezos, esto con el objetivo de que el creador acompañe las decisiones, metas y logros en las distintas áreas de la vida de una persona.
Pero, sin duda, existen dos términos que, aunque son sinónimos, muchos desconocen sus significados en el contexto religioso. De acuerdo con la Real Academia Española, así como la Asociación de Academias de la Lengua Española, las palabras rezar y orar son aceptadas como sinónimos, es decir, ambas significan lo mismo.
“Dirigirse mentalmente o de palabra a una divinidad o a una persona sagrada, frecuentemente para hacerles una súplica”, según la definición de la Real Academia Española sobre la palabra oración.
No obstante, en la cultura religiosa, estos dos términos tienen acepciones diferentes. En primer lugar, orar significa alabarle, engrandecerle, glorificarle; pedir perdón (si es el caso), arrepentirse, expresar los sentimientos, e incluso, dejar las necesidades delante de Él. Es decir, la oración puede varias dependiendo de lo que la persona exprese con sus palabras.
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De hecho, la Biblia habla sobre la oración en Lucas 18:1 y Colosenses 3:17: “También les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar” y “todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él”, respectivamente.
Por su parte, rezar es “repetir una misma oración una buena cantidad de veces, como por ejemplo el que reza un rosario, un ave maría, un padre nuestro, etc.”, señaló la plataforma Quora.
Incluso, en las Sagradas Escrituras también se toca el término de rezar, justo en Mateo 6:7: “Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos”.
Los creyentes pueden mantener esa conexión ya sea en silencio o en voz alta y es algo que puede hacerse en cualquier momento; por ejemplo, mientras se realizan actividades diarias, en la casa, al caminar, en el trabajo, al preparar la comida y mientras se ducha, entre otras.