CULTURA
Esta es la oración por los difuntos a propósito de muerte del maestro Fernando Botero
El famoso artista colombiano había nacido el 19 de abril de 1932 en Medellín.
Fernando Botero, el pintor y escultor colombiano y uno de los artistas latinoamericanos más influyentes del siglo XX, murió este viernes, 15 de septiembre, a los 91 años.
A propósito, existe una oración para los difuntos que es oportuna en este momento en que Botero partió del mundo terrenal.
Oración por un difunto
¡Oh Dios! Nuestro creador y redentor, con tu poder Cristo conquistó la muerte y volvió a ti glorioso. Que todos tus hijos que nos han precedido en la fe (especialmente N...) participen de su victoria y disfruten para siempre de la visión de tu gloria donde Cristo vive y reina contigo y el Espíritu Santo, Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
Dales, Señor, el descanso eterno. Brille para ellos la luz perpetua. Descansen en paz. Amén.
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María, Madre de Dios, y Madre de misericordia, ruega por nosotros y por todos los que han muerto en el regazo del Señor. Amén.”
También está la oración cuando fallece un ser querido
“Padre santo, Dios eterno y Todopoderoso, te pedimos por (el nombre del difunto), que llamaste de este mundo.
Dale la felicidad, la luz y la paz. Que él, habiendo pasado por la muerte, participe con los santos de la luz eterna, como le prometiste a Abraham y a su descendencia.
Que su alma no sufra más, y te dignes a resucitarlo con los santos el día de la resurrección y la recompensa.
Perdónale sus pecados, para que alcance junto a ti la vida inmortal en el reino eterno.
Por Jesucristo, Tu Hijo, en la unidad del Espíritu Santo. Amén.”
Vale destacar que Botero había nacido el 19 de abril de 1932 en Medellín, la segunda ciudad de Colombia, enclavada en los Andes del noroeste del país. Hijo de un modesto agente de comercio, se inició en el arte tempranamente y contra la opinión de su familia. A los 15 años, vendía dibujos sobre temas de tauromaquia a las puertas de la plaza de toros La Macarena.
“Cuando yo empecé ésta era una profesión exótica en Colombia, no era aceptada ni tenía ninguna perspectiva. Cuando le dije a mi familia que me iba dedicar a la pintura respondieron: ‘Bueno, está bien, pero no le podemos dar apoyo’. Lo hice igualmente y afortunadamente”, contó en una entrevista con AFP.
Tras una primera exposición en Bogotá en los años 1950, partió a Europa, pasando por España, Francia e Italia, donde descubrió el arte clásico. En su obra también influyó el arte mural de México, donde se instalaría posteriormente.
Pero fue en los años 1970 cuando su carrera despegó, tras conocer al director del museo alemán de Nueva York, Dietrich Malov, con quien organizó exitosas exposiciones. “Pasé de ser un completo desconocido, que no tenía ni siquiera una galería en Nueva York, a ser contactado por los más grandes marchands del mundo”, narró Botero.
Las desbordadas formas de su arte, su marca registrada, habían aparecido como una revelación en 1957, con la pieza “Naturaleza muerta con mandolina”. Entonces, por casualidad, hizo un agujero demasiado pequeño para ese instrumento y de golpe, “entre el pequeño detalle y la generosidad del trazo exterior, se creó una nueva dimensión que era como más volumétrica, más monumental, más extravagante”, explicó.
Con Botero no valía el calificativo de “gordo” para sus figuras. Enamorado del renacimiento italiano, se proclamaba ante todo “defensor del volumen” en el arte moderno. Su escultura, marcada también por el gigantismo, ocupó un espacio muy importante en su carrera, desarrollada en buena parte en Pietrasanta (Toscana, Italia).
Allí se afincó, aunque en los últimos años vivía entre Mónaco y Nueva York, donde tenía residencias, y regresaba cada enero a su hacienda en las afueras de Medellín.
“Me encantaría morirme sin darme cuenta. En un avión sería ideal”, confesó a la revista Diners en una entrevista por su aniversario 90. Según la prensa local, murió afectado por una neumonía.
*Con información de AFP