Colombia en Cannes
Estas son las dos óperas primas que representarán al país en el prestigioso Festival de Cannes y estos son sus directores
En el prestigioso festival de cine en Francia, el país se refleja a través de dos directores. Uno retrata la juventud del centro bogotano, el otro se inspira en la juventud de la periferia ibaguereña. SEMANA habló con ellos y revisitó los hitos del cine colombiano en dicha cita mundial.
En el Festival de Cannes, el encuentro más relevante del cine mundial (y el mercado de mayor impulso), un par de producciones colombianas harán presencia con su séptimo arte. Andrés Ramírez Pulido y Fabián Hernández, dos realizadores jóvenes, pero con rodajes encima, presentarán sus óperas primas en esta edición 75, que tiene lugar del 17 al 28 de mayo. Y si bien la mirada no las une, pues cada película tiene su tono, su género y su tema, sí comparten la humanidad que las inspira: la juventud colombiana, la del centro de Bogotá y la de la periferia de Ibagué. A ella le dedican sus roles protagónicos y su reparto.
Thriller y periferia
Andrés Ramírez Pulido estrenará La jauría en la Semana de la Crítica, una selección que ha visto debutar gigantes como Ken Loach, Wong Kar-wai y Alejandro González Iñárritu. En esta, Simón Mesa Soto también estrenó Amparo, y su protagonista, Sandra Melisa Torres, se llevó el premio a mejor actriz Y, en 2015, La tierra y la sombra, de César Acevedo, ganó la primera Cámara de Oro para el país.
Un bogotano, modelo 89, producto de un colegio técnico, que le dejó en claro qué camino no tomar, y formado en la Universidad Nacional, a la que aplicó tres veces hasta entrar, Ramírez Pulido lleva radicado siete años en Ibagué, donde la vida y el amor lo llevaron. En el contexto de su arte, fue en esa ciudad que entró en contacto con el contexto de los adolescentes que vivían en las periferias, en la parte rural, de los jóvenes que han inspirado su trabajo. “Encontré un denominador común: la relación conflictiva, o de odio, o de amor, que tienen hacia la figura paterna, y cómo esa figura marca la adolescencia y luchamos toda la vida con ella. Mis personajes tienen una marca profunda que ha dejado su padre, que nunca aparece en la película, así como le pasa a muchos de estos chicos en comunidades que conozco. Y también parte de una inquietud personal. Me interesó tratar esta adolescencia marcada por lo heredado de su generación antecesora”.
Por otro lado, en su obra, miró hacia un territorio poco explorado en el cine colombiano: Ibagué. Cuando sus películas o cortos se ven fuera del país, la gente le anota que no es Medellín, Cali o Bogotá, y le pregunta ¿dónde está? Comenta que no se habla caribe. “Y por eso les hablo del lugar donde vivo, entre Bogotá y Cali. Y me parece muy enriquecedor que vaya a mostrarse en toda esta zona”, le dice Ramírez Pulido a SEMANA.
El director, quien también produce su película (un rol que abraza mucho más que otros directores), conoce la dinámica de los festivales. Llevó su corto El Edén a Berlín en 2016, y en 2017 estrenó en Cannes su corto Damiana, ambas ficciones en escenarios frondosos, calurosos, que se van revelando intensos en pequeños movimientos de grandes repercusiones. En el primero miró a dos jóvenes de la periferia ibaguereña que se cuelan en un balneario abandonado, donde fue asesinado el padre de uno de estos chicos. En el segundo, lleva al espectador a una especie de centro de rehabilitación para mujeres jóvenes. Y en su largometraje sigue hilando con estas exploraciones y las lleva mucho más lejos con un reparto de más de 20 actores.
“Intenté dar una historia fuerte, dramática, de tensión, pero con una apuesta formal, con una cámara más quieta. He visto la película con público, y creo que el espectador se conecta con esta tensión. Y eso es lo más importante. Espero que en Cannes sea lo mismo. Los pocos colombianos que la han visto leen otras capas que tiene la película. Porque no es solo la historia de un personaje, sumé varias subtramas. Pero quise alejarme de la típica película social latinoamericana, sumándole tintes de thriller, cosas muy ficcionales, y creo que eso la enriquece bastante”.
Del barrio a Cannes
Por el otro lado está Fabián Hernández, quien proyectará Un varón en la Quincena de Realizadores, una célebre sección que se da en paralelo a la selección oficial del Festival (y que le abrió las puertas al cine colombiano, en 1978, con Gamín, de Ciro Durán). Un hijo de la localidad de Los Mártires, modelo 85, que en el cine encontró un camino de vida, y en la filosofía, una fuente de inspiración para sus búsquedas en la pantalla, Hernández filmó esta película en su barrio de origen y comparte en ella una historia que nace de su experiencia personal. Pero no es hermética. A ese pasado Hernández le suma el presente de su actor principal, Felipe Ramírez, a quien conoce hace años, a quien considera su amigo de vida y a quien le reconoce “un fuego actoral impresionante”.
Según le dijo el realizador a SEMANA, el viento de cola que tiene a su primer largometraje a punto de estrenarse en el festival más importante del mundo se explica en su honestidad profunda y catártica. En Cannes desembocan siete años de proceso, cuatro con el apoyo firme de su productor, Manuel Ruiz (también productor ejecutivo de Amparo, de Simón Mesa Soto, que se estrenó el año pasado en Cannes y que se exhibe en Colombia).
¿Pensó Hernández estrenar su ópera prima en Cannes? No, y enviar la película casi parecía un desgaste de esperanza, pero se envió y ese hecho marcará su carrera y le dará memorias impensadas. Estrenará al lado del cineasta portugués João Pedro Rodrigues, quien fue tutor de Un varón y conoció el proyecto como guion, como idea, como sueño. “Estrenar en la misma selección que él, para mí, es un honor, una muestra de que lo hicimos bien”, dice Hernández. Por el momento, sus cortos, que realizó de manera (muy) independiente, y su largometraje, Un varón, tienen un hilo conductor del que todavía le nace tirar y “tiene que ver con adolescencia, juventud, las inquietudes, la construcción de la personalidad, las inquietudes sexuales... Todo ese universo que me ha interesado en Bogotá, donde todo se ha filmado en la localidad de Los Mártires, básicamente, con actores naturales, con pelados de los barrios, con chicos que me cuentan sus inquietudes, sus problemas”.
Sobre qué les representa a esos chicos participar en una película y pensar que se verán en un escenario mundial y en su propio país, Hernández comparte: “Para ellos es muy emocionante que exista ese reconocimiento, no solo como pelaos problemáticos o pelaos que están en rollos tenaces, sino que se vea que, como artistas y como personas, tienen una capacidad. Y, para mí, es maravilloso ver esa capacidad”. Para todos lo será.
Tanto Pulido como Hernández escogieron el camino del cine casi por descarte. Si algo deja entrever su joven obra es que el séptimo arte los escogió a ellos.
Colombianos en Cannes
La participación histórica de Colombia en el evento está marcada por películas relevantes en la cinematografía nacional. Con ayuda de Proimágenes, compartimos los hitos de este país en el festival y sus diferentes secciones.
La primera película colombiana en participar en el festival francés fue: Gamín (1978), la cinta de Ciro Durán fue la primera en competir en la sección la Quincena de los Realizadores.
En 1984, Colombia voló alto con Cóndores no entierran todos los días de Francisco Norden, y volvió a sonar fuerte en 1990, con Rodrigo D, no futuro de Víctor Gaviria. El mismo Gaviria reapareció en la escena de Cannes con La vendedora de rosas en 1998.
En 2007 se presentaron cinco largometrajes y un corto de este país: La sombra del caminante de Ciro Guerra, Soñar no cuesta nada de Rodrigo Triana, Al final del espectro de Juan Felipe Orozco y Bluff de Felipe Martínez; y la película PVC1, de Spiros Stathoulopoulos Caicedo recibió el Premio Ciudad de Roma, Mejor Película Iberoamericana.
En los últimos 15 años la presencia colombiana en Cannes se ha hecho notar con películas como Leidi (2014) de Simón Mesa Soto, cortometraje que le significó la primera Palma de Oro al país.
El abrazo de la serpiente (2015), nominada al Óscar en el 2016, ganó el Art Cinema Award a la mejor película del apartado la Quincena de los Realizadores.
La tierra y la sombra (2015) dirigida por César Acevedo, ganador de la primera Cámara de Oro para el país. Ese mismo año, en Un Certain Regard, estuvo presente en Cannes Alias María de José Luis Rugeles.
En 2017 Natalia Santa fue la primera mujer colombiana en competir en la Quincena de los Realizadores con La defensa del dragón; el mismo año, el corto Damiana de Andrés Ramírez Pulido aspiró a la Palma de Oro en la competencia oficial de cortometraje.
Para 2018, Ciro Guerra y Cristina Gallego estrenaron Pájaros de verano, la cinta inaugural de esa edición.
En 2019, Litigante de Franco Lolli, también fue la película inaugural del festival. Ciro Guerra hizo parte del equipo del jurado ese año.
En 2020, El olvido que seremos, dirigida por el español Fernando Trueba, fue elegida en la selección oficial de Cannes.
2021 fue un año especial, la coproducción de Colombia con Tailandia, Memoria del director Apichatpong Weerasethakul, protagonizada por Tilda Swinton, se destacó al recibir el Premio del Jurado.
Por su parte con Amparo de Simón Mesa, que se estrenó en salas colombianas, Sandra Melissa Torres, recibió el premio a mejor actriz en la Semana de la crítica.