Cultura
Este es el pecado que no tiene perdón de Dios
Este es el único pecado que, según la Biblia, no es perdonado.
Tanto la soberbia, la avaricia, la lujuria, la ira, la gula, la envidia y la pereza son las siete pasiones del alma que la tradición eclesiástica ha fijado como pecados capitales. Tradicionalmente, se conoce que Dios perdona estos y otros pecados que la humanidad comete.
Sin embargo, existe un pecado que no es perdonado por Jesucristo y es la blasfemia en contra del Espíritu Santo. De hecho, en la Biblia, en el apartado de San Mateo, 12,31, se detalla que los fariseos en su momento intentaron manchar las obras de Jesús diciendo que estas provenían del Príncipe de los demonios, por lo que en el apartado de este documento sagrado se dice:
“Por tanto, os digo: Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres, pero la blasfemia contra el Espíritu no les será perdonada”, (Mt 12, 24).
¿En qué consiste este pecado?
De acuerdo con el portal web El Debate, el pecado al que alude Jesús es el de la blasfemia, que se trata de un endurecimiento radical del corazón que llega a tal punto de que una persona llega a desinteresarse por Dios de un modo consciente y voluntario.
Lo más leído
Asimismo, las personas que comenten este pecado caen en el convencimiento de que Dios no es grande en su misericordia al considerar que no perdona los pecados de los hombres. Esto quiere decir que el pecado es por el que se censura libre y de forma consciente la acción misericordiosa de Dios.
“Según los Santos Padres, este pecado no se cometería casualmente, sino después de un hábito continuado en otros pecados que van deslizando al hombre hasta una postura de rechazo a la conversión a Dios. Por tanto, no es que este pecado no pueda ser perdonado por la misericordia de Dios, sino que el hombre no da pie a ese perdón” indica el portal en mención.
Oración para pedirle perdón a Dios
“Padre, el peso de mis pecados pesa mucho en mi conciencia y sé que no hay justicia en mí. Vengo a ti suplicando tu gran misericordia, y me arrepiento de todos los muchos pecados que he cometido contra ti tan gravemente. Señor, confieso que en mi orgullo y arrogancia incluso bromeé sobre tu existencia y te blasfemé en palabras y hechos, sin embargo, descubrí que enviaste a tu único Hijo, el Señor Jesucristo, para ser el único sacrificio aceptable que podría pagar el precio por mis pecados.
Señor, me arrodillo ante ti quebrantado de corazón por el mal que he hecho contra ti y suplico por tu gracia y misericordia sobre un pecador lamentable, que ha venido a confesar que Jesucristo es el Señor, y que Él es mi Salvador y Redentor.
Lava todos mis pecados y limpia mi boca y mis pensamientos de la suciedad que se ha derramado en mi corazón ennegrecido. Señor, vengo con humildad de corazón y quebrantamiento de espíritu, y rezo y agradezco que en tu misericordia enviaste a Jesús a ser el precio por mis pecados. Gracias por tu promesa … que todos los que creen en Él no perecerán, sino que recibirán el perdón de sus pecados y recibirán el regalo gratuito de la vida eterna. Gracias por haber sido salvado por tu gracia, simplemente confiando en la sangre de Cristo, en cuyo nombre oro. Amén”.