Estéreo Picnic - Día uno
The Killers y Lana del Rey sacudieron el agua, pero la jornada fue más
Los grandes nombres entregaron experiencias intensas y el público que los buscó quedó más que agradecido. Los no tan grandes le dieron a la jornada de apertura color necesario, distinto y refrescante.
La historia dirá que, cuando sonó Somebody Told Me en el día inicial de Estéreo Picnic 2018, el piso tembló. Natural, la apertura de esta edición marcó récord de asistencia para un primer día con 30 mil asistentes, una buena señal para lo que viene.
The Killers, de Las Vegas, demostraron que como buenos hijos de esa ciudad saben entregar un espectáculo emotivo y poderoso, así se sepa que a eso juegan. Sí, es rock aspiracional, pero esa gota de sobreactuación épica los hace lo que son, y en vivo demuestra ser el ingrediente que une a banda y a público, a clima y elementos. Sus fans recibieron toda la dosis, saltaron y cantaron bajo la lluvia. Los incrédulos, cómo mínimo, deben reconocer la potencia de su entrega en una nueva visita a Bogotá. Su tapete de rock parte de una base rítmica de bajo y batería brutalmente sólida, clara en el sonido y en la intención. A esa base se suman las guitarras brillantes y agudas, reconocibles a millas, y claro, la voz y carisma de Brandon Flowers. Además de su canto y de las melodías que regalaba a la audiencia para que lo siguiera, su performance, su look, sus palabras son esenciales. Es el líder y lo hace valer sin quitar protagonismo al resto. Este fue el setlist de la banda.
Nota: Cuando invitaron a un espectador bumangués a tocar batería -en una canción que juró saber-, este respondió. Apagó sus nervios, vivió un sueño y dejó bien parada a la patria. Al final, una canción de despedida y la pirotecnia envolvente enviaron a mucha gente a casa. Muchos otros se quedaron por Metronomy y Dillon Francis, propuestas distintas pero justas para un cierre digno de semejante jornada.
Showman ante todo. Brandon Flowers regresó a Colombia, pero por el fervor que generó parecía que jamás hubiera venido. Foto: Esteban Vega / SEMANA
Lana del Rey fue sublime. Al principio, el cambio a una onda de tempos lentos y cantos profundos como la que propone parecía cortar el ritmo de la noche. Pero en su propuesta desarrolló más matices y dejó una experiencia mágica. Receptiva, feliz de estar, paladeo al público con lo que le pidió, se balanceo en sus columpios, cantó desde el piso y con la gente y además lució absolutamente espectacular. Fue la novia perfecta para Bogotá, que ya desataba su clima en el desprotegido escenario principal Tigo Music. El enorme piano, el contrabajo, detalles de clase para una cantante en su propia liga de añoranza que sorprendió a los no iluminados en su arte con canciones como West Coast. Aquí su setlist.
Y entonces sucedió, con hechos se proclamó ‘Lana de Colombia‘. Foto: Esteban Vega / SEMANA
El atardecer y el augurio
El triunfo de Colombia sirvió de punto de partida, y predispuso positivamente a la gente que llegó temprano. Un hermoso atardecer parecía abrirle la puerta al tiempo seco que, triste pero no terriblemente, duró hasta las 8:30 de la noche. En medio de la presentación de The Neighbourhood cayeron las primeras gotas sostenidas. Hubo lluvia pero no aguacero capaz de arruinar la noche. Las lecciones aprendidas,al Picnic hay que ir preparado (y jamás, jamás llevar auto, el calvario continúa).
Colores varios
La jornada empezó -para este testigo- con La Ramona en el escenario Beat (el tercero, en medio de los dos más grandes). El conjunto rock blues sacó chapa de su contundente bajo, de sus guitarras y vientos. Su cantante Daniela Garavito arrancó con tropezón pero luego derrochó rango. No es propiamente novedoso, pero es sentido, talentoso, y muy bien logrado.
Poco después, la Tribu Baharú llenó de vacile el escenario Budweiser con su champeta incesante. Emocionados de estar acá, en una noche muy fría, dijeron “La lluvia también es bendición” y soltaron su cadencia. Su director y baterista, con su amplio afro naranja, dejó la impresión de total mago: cargó todo el empuje champetero con una gracia y energía impactantes.
Pocho, de Tribu Baharú, un verdadero dínamo y tesoro nacional. Foto: David Micolta / Estéreo Picnic
En el gran escenario le llegó entonces el turno de MNKYBSNSS, un concierto que a pesar de un par de inconvenientes de sonido abrió ojos y oídos. La propuesta sumó a un baterista en vivo y a una cantante invitada, y fue tan contundente que, de no ser por los contratiempos, es de corte internacional. Es electrónica, pero es más. Sus voces a veces recuerdan a Grand National, pero no a modo de copia, más bien a modo de tendencia. Admirable lo que han logrado y lo que transmitieron.
La Chiva Gantiva, agrupación colombo-belga, despelucó a más de uno. No desperdició minuto y así le alcanzó para mostrar el rango que despliega y dejar un precedente de Festival grande en Colombia. La ‘Chiva’ pasa de rumba funk-Caribe a acordes pesados y contundentes en segundos, y de canciones fiesteras pasa a canciones-advertencia. Conjugan muchas tendencias, con guitarras que pasan de lo latino a lo Pinkfloydero o incluso BlackSabbathista, vientos rock, vientos funk, bajo y batería que se le miden a todo, percusión tribal y canto. Toda una experiencia. Con Centavrvs, de México, lo más ecléctico, sorprendente y fuerte de la jornada.
En el medio, internacional
Milky Chance entregó su voz particular, rasgada, y sus famosos arpegios también, pero demostró que no es una banda unidimensional. Más allá de las canciones que pusieron a cantar al público (Milky Chance contó con un público muy entregado, que cantó MUCHO), una armónica ministerial supo robarse el fuego unos buenos minutos y enriquecer y elevar el concierto.
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Milky Chance en su primera visita a Colombia. Foto: Esteban Vega / SEMANA
Sofi Tukker entregó un nivel de voltaje impresionante, a veces denso, a veces tan perfectamente distribuido como sus dos protagonistas. Sus últimos 20 minutos fueron nada menos que memorables.
¿Qué fue para ustedes lo más destacado?
Notas extra
El Festival trata de mejorar, integró al Multiparque como válvula de escape de público y autos, pero el experimento resultó agridulce. La experiencia de la salida sigue exigiendo dosis altas de paciencia.
Este año arrancó un viernes (solía ser los jueves), y se sentía el ‘modo viernes‘. El Festival sorteó la ausencia de Tyler, The Creator con Julio Victoria y su propuesta Live. Esta congregó a muchos en la carpa Beat, y con instrumentos en vivo y curada estética visual, redefinió el trabajo del dj.
Sábado
Crew Peligrosos, Ondatrópica, De La Soul, Bomba Estéreo, Galantis, Gorillaz... y mucho más.
Y las fotos de cierre, que encapsulan la experiencia ‘The Neighbourhood‘.
La camiseta le duró una canción a Jesse Rutherford, el frío polar que hacía no lo mareó. Fotos: Esteban Vega / SEMANA