TAUROMAQUIA
Feria de Manizales, segunda corrida: España 4 - Colombia 0
Los españoles Román (dos orejas) y José Garrido (dos orejas) salieron a hombros, en una tarde crucial para el colombiano José Arcila, que volvió a irse de vacío por tercera vez en la temporada.
José Arcila volvía a reencontrarse con el público de su ciudad después de haberse convertido —el 29 de febrero de 2020— en el primer matador de toros en la historia de Manizales en haber conquistado la Santamaría de Bogotá, al abrir la puerta grande con tres orejas. Fue una lluviosa tarde de sábado en la que deslumbró con una faena de muleta con la montera en la cabeza y que inició sentado en una silla de madera, como solían hacerlo los toreros en ‘blanco y negro’ de comienzos del siglo pasado, los de la llamada ‘edad de oro’ del toreo.
Este 5 de enero, pasado por agua en la capital caldense, lo mínimo que debían hacer los aficionados de la perla del Ruiz era sacar al tercio con una ovación a quien hoy es el estandarte de la torería manizalita, una vez rotas las filas del paseíllo. Pero el público de los toros en Colombia no suele tener memoria, ni siquiera el de la ciudad más taurina del país. Arcila saludó una ovación, pero compartida con los españoles Román y José Garrido, pues se trataba del cartel de la corrida de la juventud, y el Tendido Joven —casi dos mil abonados menores de 25 años— les hizo un reconocimiento.
Para los que no tienen memoria, siempre hubo una rivalidad entre los aficionados de la Santamaría de Bogotá con los de la Plaza de Toros de Manizales. En los años 1940, los primeros decían que el primer matador de la historia de la tauromaquia colombiana era el bogotano José Pulido Rey, mientras los segundos, que el manizalita Miguel López. En los ochenta, Vistahermosa —los toros de la divisa rojo y gualda, como la bandera de Bogotá— tenía el récord de toros indultados, que en los noventa superaron los de Ernesto Gutiérrez, que pastan a los pies del Nevado del Ruiz.
Pero en toreros, los capitalinos llevan sobrada diferencia, pues entre Jairo Antonio Castro —del barrio La Perseverancia— y César Rincón —del barrio Fátima— hay la friolera de siete ‘Catedrales de Manizales’ (el trofeo al mejor torero de la feria). En cambio, nunca un torero de Manizales había salido a hombros por la puerta que da a la calle 27, en pleno corazón de Bogotá.
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Hace diez años, sin ir más lejos, el solo hecho de haber salido a hombros de la Santamaría, es decir cortar mínimo una oreja en cada toro, y más aun si fueron tres orejas, como lo hizo Arcila, le daba para recorrer todo el país, comenzando en El Espinal en el mes de junio; pasando por Sogamoso el 20 de julio; Ubaté, Palmira o Arbeláez en agosto; Bucaramanga en septiembre, y ser anunciado en las grandes ferias entre diciembre y marzo: Cali, Manizales, Cartagena, Duitama, Medellín y Bogotá, con escalas en Aguazul, Tuta o Lenguazaque.
Al torero de Manizales, la gloria le sobrevino 16 días antes de que el mundo se declarara en pandemia y, cuando más necesitaba toros, todo el planeta entró en confinamiento, incluido el de los toros.
En los dos años años, nueve meses y cinco días que pasaron entre aquel triunfo y el reencuentro con su público, Arcila apenas se vistió de luces tres veces: Manizales en enero de 2021 (sin público por la pandemia), Villapinzón el 12 de diciembre y Cali el 26 de diciembre. Seis toros en público. Román Collado y José Garrido, sus compañeros españoles del cartel, que tampoco es que tengan muchos contratos, finalizaron la temporada 2021 con 11 corridas (22 toros) y 14 corridas (28 toros) respectivamente.
Nubes negras
Para Arcila, la tarde era crucial por ser la última de su temporada, y tras los tres festejos mencionados en los que se fue en blanco sin cortar orejas, necesitaba hacerlo con urgencia y su último cartucho lo jugaba en la plaza donde Morante de la Puebla y El Juli le dieron la alternativa, hace 12 años. Como era el más antiguo, el torero de Manizales fue el primero que tuvo que mojarse, porque cuando salió Traje Roto (número 978, 542 kilos), primero del encierro de Santa Bárbara, el que se rompió fue el cielo que dejó caer un auténtico ‘lapo de agua’, como dicen los caldenses.
Mal presagio porque en el tercio de banderillas el toro corneó al banderillero Marcos Prieto cuando este creyó estar a salvo tras alcanzar la boca del burladero. El animal, muy amigo de las tablas desde que salió de toriles y las conoció, metió su pitón por el burladero y le causó una cornada de dos trayectorias en la ingle, una ascendente hasta los intestinos y que milagrosamente no afectó venas ni arterias.
Traje Roto se movió a cada cite que el torero hizo con su muleta, pero sin entrega y con intenciones de quitársela de enfrente. Arcila tuvo pocos momentos de comodidad y sí pasó mucho tiempo persiguiendo al toro para que repitiera sus embestidas, porque de uno, dos o tres muletazos no es suficiente. Aun así, el torero de Manizales hizo que el público le dedicara los primeros olés de la tarde y la banda de música sus primeros acordes.
Si en tardes de compromiso la tela de la muleta pesa, más aún cuando está llena de barro. Si este torero que apenas ha vestido el traje de luces tres veces en 1.010 días mete la espada a la primera, posiblemente también hubiera dado la primera vuelta al ruedo con una oreja en la mano.
El aguacero pasó a diluvio cuando salió el segundo toro, Buenavida (número 913, 466 kilos), y al que el español Román estuvo a punto de cortarle las dos orejas, de no ser porque lo atravesó con la espada. El nuevo ídolo de Manizales no quiso enredarse con toreo profundo, que no lo tiene, sino que desde las primeras series recurrió a los circulares, esa suerte en la que el cuerpo del torero se refugia en el cuerpo del toro, se abraza a su costillar y le tapa la mirada al animal con la muleta. La gente creyó que era un arrimón y enloqueció.
Y ya era diluvio universal cuando el presidente de la corrida se inventó un artículo del reglamento para suspender quince minutos la corrida, a la espera de que San Pedro cerrara el grifo. José Garrido se salió al ruedo y pidió que abrieran la ‘puerta de los sustos’ porque mataría al toro así el ruedo pareciera de arena movediza. “Por la gente de Manizales que no se mueve del tendido. En España ya se hubieran ido a sus casas”, dijo a los micrófonos de una transmisión radial.
La espera valió porque Garrido empezó su faena de muleta en el centro del ruedo con las dos rodillas en tierra y, luego, con los dos pies firmes en la arena, toreó con profundidad y lentitud, disfrutando de la calidad de las embestidas del animal. Cortó las dos orejas y al toro, que se fue tres veces de bruces en la arena por su poca fuerza, lo premiaron con una vuelta al ruedo.
José Arcila también se fue de rodillas con el capote y saludó al cuarto toro, Manga Rota (número 28, 530 kilos), que a los pocos segundos de haber salido de toriles los estaba buscando de nuevo. El torero de Manizales, con la montera en su cabeza, comenzó con pases por alto, con un brazo apoyado en las tablas de la barrera, y mirando al público en lugar del toro. Cuando se quiso estirar el toro no lo permitió porque no tenía recorrido. Seguramente Román le hace fiesta, pero el toreo de Arcila está lejos de recurrir a esas fórmulas. De nuevo, se fue en blanco.
Nuevo ídolo
“Torero de arte”, le gritó un aficionado enloquecido a Román en el quinto de la tarde, aunque eso es lo que menos tiene la tauromaquia del valenciano. Jinete (número 938, 504 kilos) levantó el caballo de picar, se movió en la muleta y fue ideal para los planes del español. El público se quedó ronco gritando “¡torero, torero!” después de una nueva dosis de circulares y un sector hasta pidió el indulto, incluso el propio Román quiso ser magnánimo y triunfar sin la suerte suprema. El toro se encargó de pedirle la muerte luego de echarse un nuevo paseo por los terrenos de tablas. Estocada fulminante y dos orejas.
Salvo el sexto, el encierro de Santa Bárbara se dejó torear y, aunque provocó júbilo en el palco de ganaderos, no fue bravo. Por el contrario, estuvo muy justo de casta. Cañajato (número 955, 476 kilos), el que cerró la segunda corrida de la feria, embistió de tan fea manera que en dos ocasiones le puso los pitones en el cuello a José Garrido, cuando un toro bravo embiste con el hocico haciendo surcos en la arena.
Tras las corridas de Villapinzón y Cali, Arcila volvió a irse caminando, esta vez en Manizales. Y aunque se fue con la cabeza alta, saludando una ovación del público y con el cielo despejado, la noche tuvo que ser de aguacero para el torero, en su mente y en su corazón. Román y Garrido se fueron a hombros por la puerta grande.
Segunda corrida
Plaza de toros de Manizales, 5 de enero de 2022.
Toros de Santa Bárbara (tercero, premiado con la vuelta al ruedo en el arrastre).
José Arcila: silencio y silencio.
Román: silencio y dos orejas.
José Garrido: dos orejas y silencio.