TAUROMAQUIA
Feria de Manizales, tercera corrida: Emilio de Justo y ‘Despistado’, la historia de un duelo que no olvidará Manizales
El torero español abrió la puerta grande y el toro de César Rincón se ganó el indulto. Lo acompañó en la salida a hombros su compatriota Ginés Marín, mientras que Cristóbal Pardo fue otro de los colombianos que se fue sin premio.
“Si el tiempo no lo impide…”. La famosa leyenda de los carteles taurinos, para advertir al público que un aguacero es lo único que puede impedir una corrida de toros, ha sido proscrito hace mucho tiempo de los carteles de Manizales. En la capital caldense, “llueva, truene o relampaguee”, como este jueves 6 de enero, se darán y se seguirán dando toros. Porque -lo dicen los toreros españoles, que por estos días compiten en la 67° feria taurina- nadie en el mundo como los manizalitas para aguantar un chaparrón para ver toros bravos en el ruedo de la ciudad. Como todo sacrificio tiene su recompensa, los 10.000 aficionados que se empaparon toda la tarde la tuvieron como si se tratara de un regalo, en pleno Día de Reyes Magos.
Tuvieron que soportar más de una hora para que sonara el pasodoble Feria de Manizales, con el que los toreros hacen el paseíllo y la banda premia a las faenas excepcionales. A las 3:30 de la tarde en los tendidos se temía que no sonara ese día, mientras los toreros debatían alternativas para salir al ruedo, que el agua había dejado en condiciones imposibles para la lidia. Hasta se analizó la alternativa de aplazar la corrida para el viernes en la mañana, esperando condiciones climáticas más favorables. Sin embargo, los monosabios de la plaza pidieron una hora, y aprovechando la tregua de los nubarrones negros que se posaban encima de la plaza, dejaron el ruedo como si no hubiera caído una sola gota, después de un intenso desfile de carretillas, arena, cepillos y rastrillos.
Valió la pena la hora de espera, el peso de la ropa emparamada y el frío que perforaba los huesos. La recompensa fueron los veinte minutos del emocionante duelo que protagonizaron Emilio de Justo, máximo triunfador de la temporada española, y ‘Despistado’ (número 608, 452 Kilos), segundo del encierro de Las Ventas del Espíritu Santo, ganadería de César Rincón, maestro mundial de tauromaquia.
Las embestidas del toro apenas vinieron a ratificar que la mejor ganadería del país, en estos días de reactivación tras más de un año de pandemia, es la de la divisa amarillo, azul y rojo que identifica a los toros de Rincón. Venía de una racha de tres corridas triunfales -Villapinzón, Puente Piedra y Cali-, en las que embistieron los seis toros de cada tarde, y en la que había cosechado tres indultos, los dos primeros en el último pueblo al norte de Cundinamarca, donde nace el río Bogotá, y el otro en Cañaveralejo, en Cali.
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En días en que los toros colombianos salen con la casta justa, el público de Manizales deliró con la entrega ‘Despistado’. Por lo menos en lo que va de feria (y quizás de toda la temporada colombiana) no se había visto un toro embestir con los pitones ‘arando’ la arena (no con el hocico) persiguiendo la muleta que Emilio de Justo le ofrecía con sutileza, y con la que el torero toreó tan despacio y tan natural como si no tuviera enfrente la amenaza de un toro bravo, bravo de verdad.
Si Emilio provocó el primer agitar de ponchos en los tendidos con el capote, se tiró de rodillas para comenzar su faena como para encender los ánimos. Luego, la profundidad de sus muletazos provocó el júbilo de César Rincón, que en el lugar donde comentaba la corrida para RCN Radio prefirió apagar su micrófono y gritarle “¡Torero, torero!” a De Justo, cada vez que se emborrachaba toreando en redondo, haciendo girar al toro alrededor de su cuerpo, en series de naturales con la derecha. La banda municipal de Manizales premió la labor del torero, interpretando las partituras del pasodoble Feria de Manizales.
El público no quería que el duelo entre Emilio y ‘Despistado’ terminara, o por lo menos de la forma habitual, con el triunfo de puerta grande para el matador. Volvieron a revolear ponchos y pañuelos exigiendo el máximo premio para los dos, las orejas para el torero y la vida para el toro. El presidente no se resistió al clamor popular y asomó el pañuelo amarillo para decretar el indulto. Clamor en la plaza. Emilio de Justo hizo sacó al maestro Rincón al ruedo, y allí se fundieron en un abrazo dos figuras del toreo de distintas épocas, o lo que es igual, nueve salidas a hombros por la puerta grande de Las Ventas del Espíritu Santo (seis Rincón, tres De Justo), nombre de la plaza de toros de Madrid con el que Rincón bautizaría su ganadería colombiana.
‘Despistado’ nació en tierras de Albán, Cundinamarca, el 30 de octubre de 2016, y según el ganadero César Rincón, venía de una familia extraordinaria, la de los ‘Extraviados’. Hijo del semental ‘Honrado’ y de la vaca ‘Extraviada’, y a su vez hermano de ‘Extraviado’ número 12, uno de los tantos toros de Las Ventas que se han indultado en plazas colombianas, y que ha dado buenos productos a la ganadería del Maestro. “Son esas familias que no fallan”, dijo el ganadero.
Cuando ‘Despistado’ nació, hace más de cinco años, Emilio de Justo apenas había finalizado la temporada 2016 con solo dos corridas de toros. Con las puertas cerradas en su país, se radicó cuatro años en Colombia donde recuperó la ilusión por torear para así cobrar revancha en las plaza europeas. Primero rindió a las de Francia, que le abrieron las puertas en España. La más importante, sin duda, la de Las Ventas de Madrid, la cual cruzó por vez primera en septiembre de 2018 cuando nadie pensaba que lo iba a hacer, más aún tras escuchar los tres avisos en 2010, en plena feria de San Isidro, el mundial del toreo que cada año se disputa en la capital española. La suerte cruzó a De Justo en el camino de ‘Despistado’, y ambos se consagraron este día de Reyes en la Plaza de Toros de Manizales.
La pandemia estuvo a punto de condenar al matadero a ‘Despistado’, número 608 de Las Ventas del Espíritu Santo, porque se había hecho “viejo” cuando cumplió cinco años. Emilio de Justo estuvo cuatro años ‘exiliado’ en Colombia, porque en su patria nadie lo ponía a torear. Hoy es máxima figura del toreo mundial. Ambos se encontraron durante veinte minutos de emoción que la afición de Manizales jamás olvidará.
Rincón, a pesar de la emoción por ver a uno de sus toros regresar vivo a la ganadería, no ocultó su frustración por ‘Negroide’ (número 702, 452 Kilos), sexto de la tarde. Entre los seis, era el toro por el que el ganadero había apostado, pero sus embestidas no trascendieron en la historia. “Era hijo de un semental de la ganadería Victoriano del Río (España), y una vaca mía extraordinaria. Pero en esta vaina (los toros) uno más uno no son dos”, dijo César Rincón a SEMANA
‘Negoride’ cayó en el lote del español Ginés Marín, otro torero que sabe salir a hombros de Las Ventas (lleva dos puertas grandes), como Rincón o como De Justo, pero que en Manizales no pudo exponer sus cualidades del todo. Aún así, su técnica y actitud fueron suficientes para cortarle una oreja, que sumada con la que había conquistado en el tercero, ‘Clavelón’ (número 639, 460 Kilos), le dieron la llave para abrir la puerta grande, y acompañar a Emilio de Justo en la salida triunfal a hombros bajo la lluvia.
El agua la soportó caminando Cristóbal Pardo, torero de La Victoria (Caldas) que había entrado en un cartel de figuras tras ser el triunfador de la feria pasada, la que se hizo sin público y se transmitió por internet por la restricción de espectáculos públicos a causa de la pandemia. El torero colombiano, que lleva más de diez años ganándose y jugándose la vida en ruedos y carreteras del Perú, siendo uno de los que más torea en ese país, no encontró fórmulas para hacer respetar el patio ante dos toreros españoles en nivel de Champions League.
Tercera corrida
Plaza de Toros de Manizales, 6 de enero de 2022
Toros de Las Ventas del Espíritu Santo (2°, indultado)
Cristóbal Pardo: silencio y vuelta al ruedo
Emilio de Justo: Dos orejas simbpolicas y saludo desde el tercio
Ginés Marín: oreja y oreja