Reconocimientos
Fruko y tres tesos: los ganadores de los Premios Nacionales Vida y Obra 2024 de MinCulturas son…
Se anunciaron cuatro premios: Premio Vida y Obra a la gestora o gestor cultural, Premio Vida y Obra a personas destacadas en el campo de las artes y las culturas, Premio Vida y Obra a personas que aportan a la cultura de paz, y Premio Vida y Obra a portadores del patrimonio y la memoria cultural. Le contamos quiénes los recibieron.
El pasado viernes, el Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes reveló los ganadores de los Premios Nacionales Vida y Obra, el máximo reconocimiento que le entrega a aquellos colombianos cuyo trabajo ha enriquecido significativamente el campo cultural colombiano.
Este año los premios Vida y Obra (hacen parte del Portafolio del Programa Nacional de Estímulos 2024), tuvieron cuatro categorías: Premio Vida y Obra a la gestora o gestor cultural, Premio Vida y Obra a personas destacadas en el campo de las artes y las culturas, Premio Vida y Obra a personas que aportan a la cultura de paz, y Premio Vida y Obra a portadores del patrimonio y la memoria cultural.
Los ganadores son
Víctor Simarra Reyes: Premio Vida y Obra a la gestora o gestor cultural
Reconocido palenquero, originario de San Basilio de Palenque, un pueblo declarado Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO. Desde su infancia, Simarra Reyes aprendió los secretos de la cocina tradicional palenquera, influenciado por su familia y las costumbres que lo rodearon. Un legado que ha mantenido y transmitido a través de su pasión por los sabores de su tierra.
Su cocina refleja la historia y el espíritu de libertad de los cimarrones que fundaron Palenque. Entre sus platillos más emblemáticos se encuentra el Alocu Toro Prieto, una receta tradicional que combina el arroz subido y el bleo, una planta nativa de la región, con diversas carnes y verduras. Para Víctor, este plato representa la esencia de su pueblo, ya que su preparación involucra técnicas ancestrales transmitidas de generación en generación.
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A lo largo de su vida, ha buscado preservar y promover la riqueza gastronómica de Palenque. Con el apoyo de la Fundación Transformemos, está comprometido en la misión de rescatar no solo las recetas, sino también la lengua y las tradiciones de su pueblo. Ese orgullo por su cultura y sus raíces lo ha llevado a convertirse en un embajador de la cocina palenquera, dispuesto a compartir su legado con quienes deseen conocerlo.
Lo que dijo el jurado: “Se destaca en el ganador la figura del gestor apasionado por su cultura, sus tradiciones y su territorio. Con un profundo conocimiento de la historia de Palenque, su trabajo ha contribuido a poner en valor la historia y la cultura afrocolombiana. Ha permitido la vinculación de sus coterráneos en su propia historia; y esto, sin duda, ha sido fundamental para recuperar la confianza de los palenqueros, promover la convivencia y fortalecer los lazos entre unos y otros”.
Julio Ernesto Estrada Rincón ‘Fruko’: Premio Vida y Obra a personas destacadas en el campo de las artes y las culturas
Más conocido como ‘Fruko’, este destacado compositor, productor, intérprete y director de orquesta nació en Medellín en 1951. Su carrera musical despegó a los 14 años cuando se unió a los Corraleros de Majagual, una legendaria agrupación de música tropical en Colombia. A lo largo de sus más de 50 años de trayectoria, ha sido pionero en la difusión de la salsa en Colombia y América Latina. Fue fundador de la icónica orquesta Fruko y sus Tesos (1970), que ha dejado una huella imborrable en la música tropical y la salsa mundial, y ha compartido escenarios con grandes figuras como Tito Puente, Héctor Lavoe y Willie Colón.
Fruko también ha sido clave en el surgimiento de otras agrupaciones exitosas como Los Latin Brothers y La Sonora Dinamita, siendo una pieza vital en el desarrollo de la música tropical en Colombia. Con más de 8.000 canciones y 800 álbumes grabados, ha llevado la música colombiana a los escenarios más importantes del mundo, actuando en más de 70 países y difundiendo la salsa y otros géneros tropicales. Su trabajo ha sido reconocido por su dinamismo y la fuerza rítmica, una característica que ha impregnado cada una de sus producciones.
Actualmente sigue siendo un referente de la salsa, y su legado musical perdura en la memoria colectiva, tanto en Colombia como en el resto del mundo.
Lo que dijo el jurado: “Resaltamos su labor en el campo de las artes por su invaluable aporte a la consolidación de las memorias emotivas del país. Sus músicas son parte esencial de la identidad nacional, y gracias a su gestión, centenares de intérpretes colombianos han llegado a todos los rincones del mundo”.
Patricia Ariza: Premio Vida y Obra a personas que aportan a la cultura de paz
Destacada artista plástica, directora, actriz, dramaturga, poetisa y activista política colombiana, sobreviviente del genocidio de la Unión Patriótica, Ariza nació en Vélez, Santander, el 27 de enero de 1946, y llegó a Bogotá junto a su familia debido al desplazamiento forzado. Estudió Historia del Arte en la Universidad Nacional de Colombia, donde fue parte del colectivo de los nadaístas y militante de la Juventud Comunista. Desde sus inicios, ha sido una defensora incansable de los derechos humanos, la paz y la justicia social, y se ha comprometido con las causas de las víctimas del conflicto armado en Colombia.
Cofundadora del Teatro La Candelaria, en 1966, y fundadora de la Corporación Colombiana de Teatro, en 1969, ha sido una figura central en el teatro colombiano. Sus obras han sido reconocidas por su enfoque en temas sociales, como el desplazamiento y la memoria histórica. Entre las más representativas se encuentran La Kukhualina, El Viento y la Ceniza, y Camilo vive, que destacan su compromiso con la paz y la transformación social a través del arte.
El impacto de su trabajo ha trascendido fronteras, y ha sido galardonada con numerosos premios, entre ellos el Príncipe Claus de Holanda y el Premio Nacional a la Defensa de los Derechos Humanos en Colombia. En 2022, fue nombrada ministra de Cultura de Colombia, cargo que desempeñó hasta febrero de 2023, siendo la primera mujer en ocupar esta posición. Su labor en el ministerio continuó con su visión de un país donde el arte y la cultura fueran herramientas para la reconciliación y la paz.
Lo que dijo el jurado: “En opinión unánime del jurado, la maestra Patricia Ariza ha desarrollado a lo largo de su vida un trabajo constante, creativo, solidario y valeroso en defensa de la vida, los derechos humanos y la paz en Colombia que la hacen justa merecedora de este premio”.
Ramón Gil Barros: Premio Vida y Obra a portadores del patrimonio y la memoria cultural
Conocido en la comunidad indígena wiwa como “Ade” (significa padre en lengua damana), Gil Barros es uno de los líderes espirituales más relevantes de la Sierra Nevada de Santa Marta. Nacido en 1941 en Rongoy, un pueblo wiwa del departamento del Cesar, fue criado por su abuela materna, quien le inculcó valores de justicia y armonía. Desde su juventud, se dedicó a fortalecer el equilibrio entre el hombre y la naturaleza, siguiendo el ejemplo de su padre, el mamo Rumaldo Gil Pinto.
A lo largo de su vida, se ha comprometido con la protección de los conocimientos ancestrales y la cohesión de los pueblos indígenas de la Sierra. En la década de 1980, fundó la Organización Gonawindua Tayrona junto a otros líderes indígenas, con el fin de representar a los pueblos arhuaco, kogui y wiwa frente al Estado colombiano. Además, trabajó en proyectos documentales y educativos para compartir los saberes tradicionales de su cultura. También ha sido un defensor incansable de la sostenibilidad ambiental, promoviendo la reforestación y la recuperación de tierras para las generaciones futuras.
Hoy reside en Gotsezhi, una comunidad que él mismo fundó en la cuenca del río Guachaca. Allí continúa su labor como mamo, asesorando a los consejos de autoridades tradicionales en temas administrativos y espirituales. Su legado perdura en la preservación de la cultura wiwa, la protección de la naturaleza y su compromiso con el bienestar de su pueblo.
Lo que dijo el jurado: “Es en sí mismo portador de la cultura de su pueblo, representa la cosmovisión del pueblo wiwa y las dimensiones que implica la presencia de los pueblos indígenas en una sociedad como la colombiana. En su trayectoria ha levantado la voz en nombre de la naturaleza y ha puesto en valor el papel de la cultura y su relación intrínseca con el entorno”.