ESTÉREO PICNIC - DÍA 2

Gorillaz redefinió ‘concierto’ en Bogotá

La banda de Damon Albarn entregó -quizás- el mejor espectáculo en la historia del Estéreo Picnic, con su visionario ensamble de mil y un sentimientos. La segunda jornada de 2018 también estuvo marcada por sangre latinoamericana, hip hop y electrónica de varios tonos.

Alejandro Pérez
25 de marzo de 2018
Concierto, teatro del siglo XXI, Gorillaz fue todo y más. | Foto: Mattew Valbuena / stéreo Picnic

Todo es discutible, pero algo está escrito en piedra: el concierto de Gorillaz fue glorioso, memorable, emocionante, entretenido, sentido y, como se podía prever, visualmente increíble. Histórico no se queda corto. Por todo lo que ofreció y la escala y el tono en el que lo hizo, puede ser el mejor concierto en la historia del evento. Todo es discutible...

Damon Albarn confesó que no conoció el día bogotano, pues llegó a las 2 de la madrugada y se enfiestó celebrando su cumpleaños 50. Pero no tuvo que conocer un día gris para dejarles a Bogotá y a Colombia un recuerdo realmente único, un masivo ataque musical y sensorial con pocos -o ningún- antecedente en este país. En escena, mostró su humor, esa ironía que le sale por los poros, una voz que desde Blur y Gorillaz ha tocado a más de una generación, su guitarra y su genialidad para crear más allá de él mismo. “Estoy feliz”, aseguró. Lució bastante lúcido también.

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Con naturalidad Albarn domina la escena pero disfruta que lo trascienda. Brillan las coristas fantásticas, hermosas como un todo, impresionan los dos monstruos en batería y bajo, brillan los beats, también los personajes animados que protagonizan el espectáculo pero no lo acaparan, y el público, al que acudió y al que literalmente le entregó medio cuerpo por encima de la barda separadora. Todos personajes como él de este sancocho sónico.

Cumplió 50 años en Bogotá pero fue él quien entregó los regalos. Damon Albarn en su histórico paso por Colombia. Foto: Camilo Baez / Estéreo Picnic

Además del mencionado coro, Gorillaz y su maestro de ceremonias echaron mano de todo tipo de voces increíbles, cinco que en su momento se tomaron el escenario y otras que hicieron lo mismo, así fuera virtualmente, como las de PopCaan y Snoop Dogg. Así, este ensamble alimentó sus muchas maneras de transmitir emoción y vida. Soul, mucho soul espacial desde el prisma particular de Albarn y compañeros, hip hop, pop ochentero, gospel, rock, indie, electrónica, groove. Gorillaz dejó en el piso la kermesse fantástica que es, demasiado talentosa, que sin esconder nada sigue indescifrable, abarcadora.

Durante la hora y media de su espectáculo, concierto, teatro, película, experiencia, hubo momentos espectrales y fantasmagóricos, adjetivos que usó Albarn para referirse en SEMANA a su más reciente disco. Para la muestra una ‘Saturn Barnz’ inolvidable. También hubo lugar y momento para los más de 10 hits que los colombianos venían esperando en silencio por años (faltó ‘Dare’, solo por lanzar una queja). Las versiones de los ‘clásicos‘ vinieron en su mayoría potenciadas. ‘Tomorrow Comes Today’, con una imponente e hipnótica línea de bajo llegó tan alto... Este es el setlist de la tremenda noche que cerró con una ‘Clint Eastwood‘ abrazadora, que llenó el Parque 222 con su piano contundente y su memorable “I ain’t Happy”.

Gorillaz dejó ‘happy’ a todo el mundo.

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Li Saumet invitó a no hacerle caso a la gente que critica, y en Estéreo Picnic 2018 ‘fue ella‘. Foto: Manuela Uribe / Estéreo Picnic

Bomba Estéreo regresó a un festival que conoció en un pasado lejano. Ambos han crecido mucho. En un escenario Tigo Music colmado, los colombianos lanzaron un mensaje ambiental antes de abrir con su ‘Fuego’ y sus congas endiabladas. El juego visual le sirvió al mensaje con videos minimalistas, pero naturales. Inocentes hasta cierto punto.

Musicalmente, trascendió sus colores, y aprovecha su cancha y caminado internacional para explorar distintas maneras de sonar y entregar su espectáculo. Toda la experimentación de Simón Mejía, que fluctúa entre sus computadores y el bajo, queda enraizada en la constante voz de Li Saumet. Sus hits fueron coreados, ‘Soy yo’, ‘Somos dos’, entre varios. Sus ritmos, bailados y a veces contemplados con sorpresa, como la descarga progresiva psycho-rockabilly que vino con ‘Cumbia psicodélica’, arriesgada, jugada. Muy a la altura. Aplauso para los músicos de apoyo. LA guitarra cada vez más esencial y un baterista metronómico que sortea todos los tempos requeridos. 

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Los suecos Galantis regaron alegría y desborde de sentidos, eso es lo que hacen. Foto: David Micolta / Estéreo Picnic

Galantis no tuvo misterio. El ave que los representa aterrizó en la carpa grande, y batió sus alas. Su ‘electrónica chicle’ se volvió irresistible en ese marco, con ese sonido y con sus propias percusiones. Estar ahí, y no bailar no fue posible. El corte positivo de su onda es parte integral de su experiencia. 

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Este cronista no vio una cara de la moneda fantástica: los sonidos sudamericanos de djs y bandas colombianas, ecuatorianas, peruanas, que exploraron su identidad y camino haciendo lo mismo que Gorillaz: entregaron su paleta y volando cabezas. Igual así con espectáculos de hip hop de Crew Peligrosos y De la Soul, únicos como Kali Uchis (se dejó ver en Gorillaz pero se vale por sí sola) y Bonobo Live. Para tres días, modularse es necesario. No deja de ser triste no tener mucho mejor estado físico y un par de clones.

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Domingo. El cierre siempre trae un aire emotivo, de despedida, de misión cumplida. A la asistencia récord del viernes se sumaron unos 4.000 o 5.000 asistentes más el sábado. La paleta del ‘séptimo día’ está cargada de rock, trópico variado. Será, sin duda, memorable, vienen The National, LCD Soundsystem y un montón de sorpresas que hacen que para quien disfruta la música esto valga la pena a ojo cerrado.

Pero algo está escrito en piedra. Gorillaz dejó la vara, muy, muy alto.