GUERRA ES GUERRA

Con Platoon se demuestra que todo lo hasta ahora contado en cine sobre Vietnam eran cuentos de hadas.

13 de abril de 1987

Para los tres millones de norteamericanos que sobrevivieron a Vietnam y han pasado todos estos años lamiéndose las cicatrices y acariciando las medallas, contemplar el espectáculo de un grupo de muchachos inocentes, pervertidos por la metralla, la sangre, el miedo y el salvajismo de los sargentos, ha sido una experiencia dolorosa, traumática, que ha levantado ampollas. Los productores de Hollywood, reacios durante más de quince años a soltar un solo centavo para financiarle a Oliver Stone su reconstrucción personal de año y medio en el frente de guerra, tenían razón, a su manera: Platoon iba a convertirse en piedra de escándalo, en una película provocadora, incitante, capaz de traer recuerdos que muchos prefieren mantener sepultados, como sus compañeros.
Considerada una película "pequeña", que apenas costó seis millones de dólares (el presupuesto medio para un largometraje norteamericano es de quince millones), sin grandes estrellas, trabajando con el centavo medido y sobre un guión que Stone, el mismo coguionista y director de "Salvador", actualmente en cartelera, acarició, redactó, rompió, volvió a escribir y presentó a los grandes estudios en vano, Platoon es el relato autobiográfico desarrollado desde los ojos y los sentimientos de Chris Taylor, un jovencito de familia acomodada quien decide abandonar la universidad y largarse de voluntario a la guerra.
Mirando Platoon, uno entiende que hasta enero de este año, cuando se estrenó la película en varios países (actualmente se halla nominada con mucha ventaja a ocho Oscares), lo que se contó antes sobre la guerra de Vietnam era una simple fábula, era un cuento de hadas alimentado por los delirios napoleónicos de Coppola en "Apocalipsis ahora", o la desesperación suicida de Cimino en "El francotirador", o la rabia de Sidney Furie en "Los chicos de la compañía C", o las obsesiones seculares de Hal Ashby en "Regreso al hogar", o el fascismo ingenuo de John Wayne con su "Boinas Verdes" . Es que Platoon, por primera vez toca temas que esos tres millones de veteranos prefieren no comentar y han sido objeto de duros ataques en la prensa. La película, por ejemplo, muestra el salvajismo de los oficiales (Barnes y Elías, interpretados por Tom Berenger y Willen Dafoe), cómo tiranizaban a los reclutas, cómo los manipulaban según sus propias ideas políticas y bélicas. Muestra también que el segregacionismo religioso, cultural, económico y racial que estos muchachos mantenían en sus pueblos de origen, toda esa carga de frustraciones, es trasplantada a Vietnam. Muestra así mismo que el peor enemigo de los soldados norteamericanos no estaba en los ejércitos vietnamitas, sino entre ellos mismos.
La sinceridad, la durezá y la honestidad de Oliver Stone, que han despertado las más encendidas reacciones en la opinión norteamericana (Woody Allen dijo que todo adolescente debia mirarla, y Spielberg afirmó que era una obra maestra), han sacudido a muchos. De ahora en adelante, los héroes de Vietnam son más reales, más vulnerables, más humanos, más tangibles. El hombre que escribió los guiones de "Expreso de medianoche", "Caracortada", " El año del dragón" y "La mano", además de "Salvador", se salió con la suya: compartir con millones de espectadores su pesadilla de año y medio en la selva.