Entrevista

“Hemos abierto camino en el arte... con las uñas”: dos miradas desde el activismo artístico

La lucha de género ha encontrado en la creación el vehículo y la voz de una generación que no calla. Hablamos con dos artistas que han defendido la posición de la mujer y la disidencia de género desde múltiples disciplinas del arte.

Catherine Dousdebes Fernandez
11 de marzo de 2021
Las artistas visuales María Montoya y Sara Pachón dan un mensaje de lucha, inclusion y visibilización de género.
Las artistas visuales María Montoya y Sara Pachón dan un mensaje de lucha, inclusion y visibilización de género. | Foto: María Montoya y Sara Pachón

Lejos de los espacios blancos de las galerías, el arte vibra, se toma las calles, las redes sociales, se transforma y muta, se convierte en una herramienta de lucha por la igualdad de género.

Sin catalogarse o estigmatizarse, María Montoya y Sara Pachón nos ofrecen su visión sobre temáticas que abordan en su arte y cuyo espectro aspiran a ampliar cada día: la lucha de género, la inclusión, la visibilización y la aceptación del ser.

Sara Agustina

v
v | Foto: Sara Pachón

Sara Pachón, conocida en el mundo artístico como Sara Agustina, es una artista visual caleña que ha trabajado un mensaje de inclusión, visibilización y respeto a la sociedad actual desde lo gráfico y lo plástico.

Tatúas, ilustras, pintas ¿Cómo defines tu trabajo? ¿Crees que cada medio o disciplina aporta algo diferente a tu obra?

En efecto, tatúo, ilustro, pinto, tejo, bordo, hago cerámica, juntanzas, gestión cultural. No me puedo quedar quieta y sigo explorando medios y lienzos. No puedo definir mi trabajo y es algo molesto porque siempre estamos intentando definirnos, pero también me he sentido muy cómoda sin definirme. Lo cierto es que sí tengo una profesión de artista visual que me ha brindado herramientas y medios para expresarme de diferentes maneras.

En mi obra, cada medio, material o lienzo me ayuda a expresar algo diferente, porque se percibe de manera diferente. No es lo mismo ver una ilustración bidimensional a una pieza tridimensional que puedes rodear y tocar. Siempre habrán cosas más efímeras, o que duran más. Es algo que definitivamente no podemos controlar y es muy lindo.

Cada medio, material o lienzo me ayuda a expresar algo diferente, porque se percibe de manera diferente

¿Qué referentes artísticos te han influenciado?

Tengo muchos referentes artísticos. En la época académica tenía muchos artistas plásticos como: Olga de Amaral, Luz Ángela Lizarazo, Beatriz González. Incluso cuando hago cerámica pienso en Feliza Bursztyn o en la fotografía de Mónica Herrán, quien ha sido una persona cercana a mí y ha sido muy inspiradora.

La obra de Sara Agustina, combina el surrealismo, la mitología y referentes precolombinos de figuras sin género o seres que tienen dos espiritus adentro.
La obra de Sara Agustina, combina el surrealismo, la mitología y referentes precolombinos de figuras sin género o seres que tienen dos espiritus adentro. | Foto: Sara Pachón

En tu trabajo podemos ver un interés por la figura femenina, por la identidad de género y la identidad sexual ¿Qué mensaje buscas dar?

En mi obra tengo una fijación por la anatomía. La decisión de pintar cuerpos que se leen como femeninos viene de lo que he visto en el espejo toda mi vida: un cuerpo que se lee como femenino y así lo lee la sociedad. Y el ser leída como una mujer aunque yo tenga una identidad de género no binaria tiene sus consecuencias.

Entonces, el mensaje detrás de mi obra no es solo uno. Hay un mensaje de igualdad, de feminismo, sobre todo de visibilización. Intento pintar personas que no son hegemónicas, personas invisibilizadas y oprimidas durante toda la historia como un tipo de reivindicación. Porque como una persona no binaria, pansexual, no me he sentido representada en ninguna obra de arte, y mucho menos por artistas reconocidos que en su mayoría son hombres que representan a la mujer como una musa.

Como una persona no binaria, pansexual, no me he sentido representada en ninguna obra de arte, y mucho menos por artistas reconocidos que en su mayoría son hombres que representan a la mujer como una musa

Yo intento presentar a la mujer y a la disidencia de género como personas que existen, por eso yo pinto e ilustro con un poco de surrealismo, mitología, textos precolombinos, figuras sin género o seres que tienen dos espíritus adentro, una manera hermosa para las personas como yo, que no se definen ni por lo uno ni lo otro.

Intento abordar la vida desde una perspectiva de género, no solo feminista sino anticapitalista, antipatriarcal y antiracista. La lucha tiene que ser con las prostitutas, con la gente trans, las hago visibles.

Tienes una fuerte posición en la defensa y lucha de los derechos de las mujeres, ¿cómo ha influido el tema en tu arte?

La lucha de las mujeres es muy importante en mi obra. Soy una persona que ha sufrido abusos, que ha experimentado en carne propia el ser discriminada, por ser lesbiana, pansexual, por no tener una identidad de género no definida. Tengo muchas luchas que no he vivido en carne propia, pero no significa que no deba luchar por ellas. No me siento tranquila haciendo obra sino reflejo lo que me pasa a mí o lo que pasa a mi compañeras en el medio.

No me siento tranquila haciendo obra sino reflejo lo que me pasa a mí o lo que pasa a mi compañeras en el medio

Busco que las obras que produzco puedan afectar a alguien de manera positiva, incluso llevarlas a espacios olvidados. No solo a las galerías, llevar el arte a las manifestaciones, a los teatros, a las veredas, a las comunidades, ese es mi interés. En mi arte sí han influido mucho las luchas sociales y lo seguiré haciendo para poder llegar a espacios donde no se ha hecho esa visibilización.

¿Cómo ves la posición de la mujer en la ilustración y en el gremio del tatuaje? ¿Crees que hay más espacio para las mujeres en estos ámbitos?

En la ilustración y en el tatuaje se está abriendo mucho el campo para las mujeres y la disidencia de género, pero con las uñas. Sobre todo desde grupos o colectivos, pero los espacios de tatuaje son espacios muy machistas, llenos de hombres que tienen el poder de decisión, en unos espacios que no son espacios seguros.

Para posicionarnos, las mujeres y la disidencia nos hemos unido y hemos creado nuestros propios espacios seguros. Es común enfrentarse a trabajar con un jefe que tenga comentarios sexistas, machistas e incluso
a un grupo de trabajo que pordebajea el trabajo de uno, por ser mujer o disidencia.

Es un espacio que se tiene que seguir abriendo y tenemos que seguir exigiendo porque sigue existiendo una brecha salarial, comentarios machistas, espacios incómodos para las mujeres. No hay que olvidar lo que se ha logrado, pero hay mucho trabajo por hacer.

Tenemos que seguir exigiendo porque sigue existiendo una brecha salarial, comentarios machistas, espacios incómodos para las mujeres. No hay que olvidar lo que se ha logrado, pero hay mucho trabajo por hacer

¿Qué retos has tenido que enfrentar en gremios tan masculinos como el del tatuaje?

El reto más grande es el de la paciencia porque me he encontrado en estudios de tatuaje donde todos mis colegas son hombres y me dan ganas de explotar. Es muy duro sentir que los espacios de tatuajes, en su mayoría, son estudios manejados por hombres que no tienen en cuenta ningún tipo de comodidad para las mujeres y tampoco ven el tatuaje como un espacio seguro para sus clientes. Sencillamente siguen una línea tradicional del tatuaje donde el cliente es lo último, no se esfuerzan por hacer que los estudios sean seguros. Se vuelven espacios donde las mujeres pueden llegar a verse violentadas, abusadas o incómodas por comentarios que se escuchan ahí. El reto ha sido encontrar personas que tengan una visión del tatuaje parecida a la mía, es un ritual, un espacio seguro para el cliente, feminista y antipatriarcal, donde se da un intercambio sin una jerarquía, donde se da un aprendizaje horizontal de parte y parte.

Un top de ilustradoras colombianas recomendadas.

Carolina Urueta, Herikita, Cynthia López, Lubadalu y María Solías, es venezolana pero es como una hermana de mi misma patria.

María Montoya

La obra de María Montoya se define como: kitsch, colorida, extravagante e infantil pero a la vez venenoso.
La obra de María Montoya se define como: kitsch, colorida, extravagante e infantil pero a la vez venenoso. | Foto: María Montoya

María Montoya es una artista visual que se ha trabajado desde la fotografía, la ilustración, el bordado. Desde su obra autobiográfica, Montoya transmite un mensaje de visibilización de un espectro amplio del ser, así como de la aceptación libre del cuerpo.

¿Cómo defines tu trabajo? ¿Los diversos medios aportan algo diferente a tu obra?

Definir mi obra es complejo, pero al día de hoy, puedo decir que mi obra es super kitsch, super colorida, extravagante, infantil y muy light, pero cuando se leen entre líneas hay mensajes, algunos venenosos. Siempre hay algo de fondo que estoy intentando decir, cosas mucho más profundas de la vida, de mi vida.

Uso elementos populares, latinoamericanos, colombianos sobre todo que vienen desde desde la música, la televisión, mi vida personal, el cuerpo. Desde el habitar un cuerpo y ser una mujer queer, siempre atravesado por lo profundo de mi ser.

Puedo encontrar una variedad enorme para explorar mi imagen, mis ideas, mi pensamiento, pero siempre estoy buscando respuestas a las mismas preguntas

Cada medio que utilizo sí aporta algo distinto a mi obra, pero siempre me llevan al mismo punto. Puedo encontrar una variedad enorme para explorar mi imagen, mis ideas, mi pensamiento, pero siempre estoy buscando respuestas a las mismas preguntas, y con cada medio lo exploro de maneras distintas pero siempre buscando la respuesta a una misma pregunta.

¿Quiénes son tus referentes artísticos?

Muchos tienen que ver con cultura pop-. Siempre me obsesionó la obra de Andy Warhol, con sus posturas personales. Soy fan de Basquiat, por la parte gráfica y plástica, y de Jeff Koons. Fotógrafos como: Nan Goldin, quien habla del género y del cuerpo, Robert Mapplethorpe que explora el tema del cuerpo, la sexualidad y el género. También encuentro referencias en la literatura y en las novelas de las 5 de la tarde, en el barrio en donde vivo... encuentro referencias en todo.

María Montoya usa elementos populares de la cultura latinoamericana, y sobre todo colombianos.
María Montoya usa elementos populares de la cultura latinoamericana, y sobre todo colombianos. | Foto: María Montoya

¿Cuál es el proceso artístico detrás de tus autorretratos?

Las ideas vienen a mí en cualquier momento y pienso en un concepto. Pienso en cosas que han rondado mi cabeza y hago unas fotos. Entonces la inspiración del concepto detrás de los autorretratos a veces viene de la nada.

Desarrollo un concepto desde una idea simple simple y lo vuelvo como un juego, un parche. Por lo general, mi mejor amigo siempre está ahí cuando hago los autorretratos y me ayuda en temas de cámara. Siempre estamos jugando. Desde pequeños, teníamos un plan y es que, como vivíamos en un pueblo, salíamos a montar bicicleta al campo o a otros lugares y siempre teníamos mi cámara o mi celular y tomábamos fotos y yo siempre quería estar frente al lente. Se volvía todo un performance conmigo posando y el vestuario que usaba.

Ahora, todo el tiempo se nos están ocurriendo ideas y yo siempre quiero mostrar algo de mí, y el autorretrato es una herramienta de empoderamiento, de amor propio y de aceptación que tengo la fortuna de reforzarlo día a día a través de mi obra.

El autorretrato es una herramienta de empoderamiento, de amor propio y de aceptación que tengo la fortuna de reforzarlo día a día a través de mi obra

¿Crees que hay más cabida para la mujer en el arte colombiano estos días?

Los medios siempre han estado llenos de figuras masculinas. Vemos que hay fotógrafas, ilustradoras, y más, que hacen cosas increíbles pero en el medio hay un porcentaje o una cuota masculina muchísimo más alta que la cuota femenina, y más en los campos artísticos.

Las mujeres nos hemos tenido que abrir camino en el arte a las buenas o a las malas. No hemos tenido el chance de ser posicionadas como creo que lo merecemos detrás de todos los procesos artísticos. Sin embargo, es más fácil actualmente ver mas mujeres artistas en medio, hemos luchado por ello en este proceso, uno que no ha sido nada lineal.

Las mujeres nos hemos tenido que abrir camino en el arte a las buenas o a las malas. No hemos tenido el chance de ser posicionadas como creo que lo merecemos

Yo he intentado hacer un poco eso, y en mi propio proceso fui presa de intermediarios, de galerías, de otros entes. Hasta que me cansé porque no satisfacía mis necesidades, así que hago toda sola. Me aprovecho mucho de las redes sociales para no tener que lidiar con intermediarios que quieren quedarse con la mitad del dinero de tu trabajo y de esa burbuja del arte tan estricta, tan elitista, tan estrecha.

En tu trabajo podemos ver un interés por la identidad de género, lo andrógino, lo queer ¿Qué mensaje quieres dar?

Mi trabajo está atravesado por temas de género, por lo queer, por lo andrógino y sexual. Mi mensaje es un mensaje de libertad y aceptación. Entender que el mundo es demasiado amplio, tan amplio que no podemos imaginar todas las posibilidades de ser que existen en la vida, el universo, el mundo. No somos seres fijos, mutamos todo el tiempo y precisamente la sociedad nos ha intentado mantener en cajas que tienen nombres, y todo se categoriza y cataloga. Cuando en realidad hay tanta diversidad y variedad que no alcanzamos a imaginar ni entender ese espectro tan grande de cuerpos, seres de pensamientos, intereses y luchas.

Hay tanta diversidad y variedad que no alcanzamos a imaginar ni entender ese espectro tan grande de cuerpos, seres de pensamientos, intereses y luchas

Yo le apuesto a la libertad de ser quienes somos, sin importar que haya todo un mundo afuera tratando de clasificarnos. Es una lucha diaria. Aunque hayamos tenido muchas victorias, nos queda mucho por hacer en nuestro contexto latinoamericano.

¿Cuáles son tus preocupaciones como queer en la sociedad colombiana?

Son muchas. Nos falta mucho como sociedad para abrir la mente y el espectro. Entender que el mundo es diverso. Los retos son muchísimos y vienen desde cosas que pueden parecer muy simples pero no lo son. Desde lo estético, mi apariencia física, el cómo me gusta verme, qué ponerme, etc. y siempre habrá gente que cree que puede dar opiniones y decir qué está bien y qué está mal.

Es importante reconocer que se han logrado muchas cosas: que la palabra queer ya resuena mucho más en Colombia y que es un término que viene desde muchísimos años atrás, pero era una palabra desconocida. Toca seguir trabajando para abrir el espectro y que cada vez sean más personas a las que les llegue el término queer. Hay muchos colectivos que ponen en la mesa estos temas con podcasts, libros, talleres, videos, redes sociales y eso para mi es un logro enorme, y la idea es esparcirlo y que la gente se acerque más a ello.

Toca seguir trabajando para abrir el espectro y que cada vez sean más personas a las que les llegue el término queer

¿Podrías contarnos acerca de tu obra y libro El Ivaginarium?

El Ivaginarium es un sancocho de técnicas, medios, palabras e ideas. Es un proyecto catártico que se divide en momentos. En el libro se encuentra toda la información, pero también es una puesta en escena, unas fotografías, unos objetos, un performance. Metí todo de lo que podía hablar, de todas las formas en las que me podía comunicar. Evidencia esos intereses estéticos y todas las posibilidades de explorarme y entenderme.

El eje central de esa obra es la apropiación de la ofensa; es un ejercicio catártico, un rastreo por todas las ofensas que he recibido a lo largo de mi vida, de las que me apropio para reivindicar ese dolor y lo transformo en un discurso de empoderamiento.

En cuanto al libro, es una pieza gráfica con mucha fotografía y textos con anotaciones. Está dividido en siete colores, los del arco iris, y en cada color hay un autorretrato de una versión de María. En los capítulos hay anotaciones en relación a ese color y unas ofensas. Es una obra con mucha crítica al colegio, la sociedad, la religión y al patriarcado.

El eje central de esa obra es la apropiación de la ofensa; es un ejercicio catártico, un rastreo por todas las ofensas que he recibido a lo largo de mi vida, de las que me apropio para reivindicar ese dolor y lo transformo en un discurso de empoderamiento

¿Qué retos has enfrentado como una mujer activista, feminista en el gremio artístico?

Muchas personas hacemos activismo, este se puede hacer de muchas maneras: desde las cosas más cotidianas de la vida, la sombra, lugares más íntimos. Pero cuando uno hace un activismo público, es más complejo lidiar con la esfera pública, es un reto.

He podido envalentonarme y decir “Esto es lo que defiendo”, pero muchas veces también me he cohibido porque he recibido comentarios crueles, hirientes. Me han dicho que soy una feminista transnochada, feminazi, loca, que no tiene sentido lo que digo. Lamentablemente, hasta he recibido amenazas. También lidiar con la censura es otro tema complejo y latente. Pero hay que seguir en el camino y en las luchas.

Un top de artistas colombianas recomendadas

Miércoles de Chicas, un colectivo liderado y fundado por Lorenza Vargas que es una gestora cultural y con ella he tenido la dicha de trabajar en El Manifiesto del Brasier y Solo Cuco, que se celebra todos los 8 de marzo como conmemoración del día de la mujer. Salon Bordado, otro colectivo de chicas bordadoras que han hecho toda una plataforma para visibilizar a todas las mujeres tejedoras. La Poesía Salva, de Nathalie Bayona, quien a través de la poesía hace todo un ritual de empoderamiento de catarsis de escribir.

Le recomendamos: