IN CRESCENDO
La Orquesta Filarmónica de Bogotá cautiva cada día más audiencia .
Lograr en un país como éste, el fenómeno del público cautivado por la música, no es de ninguna manera una tarea fácil. Ocurre con frecuencia que en los espectáculos musicales, se tiene la extraña impresión de que una parte de la audiencia, asiste por cumplir con una especie de compromiso, o quizás por pagar, casi que a regañadientes una mínima cuota cultural. Pero ¡oh sorpresa! las presentaciones de la Orquesta Filarmónica de Bogotá, producen una impresión diferente. Allí, se encuentra un público absorto, entusiasta y a veces encadenado a la música, que parece no solamente oír sino escuchar de manera consciente. Esta singular actitud popular--tampoco se trata de melómanos consuetudinarios--, constituye el más importante hecho masivo, en relación con el arte, de los últimos tiempos.
Lo curioso, es que hace pocos años, los corrillos musicales hablaban de la Filarmónica con cierto desdén no exento de alguna sombra de conmiseración. La orquesta se advertía en proceso de formación, y su calidad no llegaba a juzgarse desde un punto de vista crítico. El ángulo desde el cual se analizaba la labor de la agrupación era más el de un proyecto con esperanza que el de una realidad fructífera.
Sinembargo, desde su fundación en 1967, la Filarmónica ha trabajada con tesón y de manera segura, en la búsqueda de unas características que la sitúen en un primer plano del panorama musical. Raúl García, directo general de la orquesta, además de haber sido sinónimo de cohesión de grupo, ha tenido la clarividencia de trazar unos derroteros ambiciosos en lo que se refiere a la calidad artística y ha creado unas metas en las cuales la difusión musical ocupa un primerísimo lugar. Tal vez, es en el cumplimiento de esta última política donde la Filarmónica ha encontrado su mayor validez y con seguridad el reto diario de mejorar de forma incansable su nivel. Algunos caminos seguidos en el pasado por la orquesta en pos de nuevas audiencias, puede haber parecido poco ortodoxos, pero han demostrado que, al menos en lo musical, el fín puede llegar a justificar los medios, ya que hay que anota que ese público entusiasta de hoy en día, era no hace tanto, disperso ruidoso y poco interesado. A lo mejor, muchos de los fervientes seguidores de la Filarmónica, comenzaron por asistir a los conciertos atraído por un ritmo popular al cual se le dio en un cierto momento, característica de obra sinfónica.
Tal vez la ejecución de obras básicas del repertorio y la programación de ciclos, que permiten seguir la evolución de la obra de un compositor d manera sistemática, son factores que han contribuído al extraordinario éxito de la orquesta, pero han sido sobre todo el trabajo constante en un medio adverso y una calidad musical ascerdiente a través del tiempo, los elementos que le han dado a la Filarmónica ese olor de multitudes--y de multitudes entusiastas--, de que disfruta en la actualidad. Ya desde el año pasado este auténtico fenómeno musical, empezó a irrumpir con toda la fuerza e la vida artística de la ciudad. La primera gran señal, fue tal vez el ciclo de las nueve sinfonías de Beethoven, que se llevó a cabo en el Auditorio León De Greiff de la Universidad Nacional, se de habitual de la orquesta, y que constituyó, sábado tras sábado, un suceso multitudinario en el cual una verdadera avalancha humana colmaba la sala. A esta experiencia, siguió la programación de las cuatro sinfonías de Brahms, más tarde los cinco conciertos para piano de Beethoven, y en los meses de abril y mayo de este año las seis sinfonías de Tchaicovsky.
Esta última serie de conciertos se llevaron a cabo en el Teatro Colón de Bogotá, debido a que de manera inexplicable el auditorio universitario, fue comprometido para otras actividades que coincidían con los ensayos de la orquesta.
En el Colón, valga anotarlo, la agrupación tuvo que enfrentarse a unas condiciones nuevas para ella, ya que el teatro posee una acústica más "seca" que la de la sala León De Greiff; sinembargo, además de salir vencedora de la prueba, demostró tener un sonido y un brillo propios de una gran orquesta. Un factor decisivo en la calidad de la Filarmónica, ha sido la ayuda recibida de paises como Bulgaria y Polonia. Esta colaboración artística, le ha permitido contar con notables instrumentistas, cuya responsabilidad no finaliza en el desempeño de un atril, sino que se extiende a la realización de clases maestras, talleres y conferencias. En el terreno de los directores, esta ayuda internacional ha sido también muy valiosa, y es así como la Filarmónica ha podido beneficiarse de la dirección del Maestro búlgaro Dimitar Manolov, quien durante varios años fue su titular y trabajó las diferentes secciones de la orquesta con un concepto preciosista de la interpretación musical.
De la misma manera, el Maestro también búlgaro Georgi Notev--Manolov regresó a su país en marzo ha representado en los pocos meses en que ha estado en el pódium un extraordinario avance. En términos de sonido la dirección de Notev, se ha caracterizado por la consecución de unos planos orquestales definidos así como por la nitidez sonora de cada grupo de instrumentos. Este director, de gran trayectoria, diríase que trabaja de manera cuidadosa cada compás de una obra, hasta que logra conseguir el sonido que él quiere que tenga.
No sólo cuida--y lo hace muy bien- la sección de cuerdas que representa ese gran colchón sonoro de una orquesta, sino que atiende de manera especial, y estoy seguro que exigente, aquellos grupos de instrumentos como las maderas, los cobres y la percusión, que indispensables en la labor de conjunto, requieren además la finura de un solista en determinados pasajes. En las últimas presentaciones de la orquesta, el resultado sonoro ha sido equilibrado y, valga la expresión, "parejo" durante toda la ejecución.
Se nota un gran cuidado en la interpretación y acentuación de cada una de las frases musicales que sumadas constituyen las diversas obras.
Lamentablemente, el Maestro Notev debe regresar pronto a su país pero con seguridad, la influencia que ha ejercido sobre el sonido de la orquesta permanecerá como una espléndida caracteristica. Para la Filarmónica, éste ha sido un brillante primer semestre, ahora lo importante es que continúe trabajando sin descanso para mantener la única cualidad que debe tener una agrupación orquestal: un sonido que le haga vivir al publico y ojalá cada día más a nuevos oyentes, la maravillosa experiencia de la música.-
Fernando Toledo -