CINE

Iris

Una gran película que recuerda las escenas más importantes en la vida de una escritora que perdió el don de la palabra.

3 de noviembre de 2002

Director: Richard Eyre
Protagonistas: Judi Dench, Kate Winslet, Jim Broadbent, Hugh Bonneville, Penelope Wilton, Timothy West

El profesor John Bayley está convencido de que su esposa, la escritora Iris Murdoch, "fue un ser superior". Y siempre supo, según dice, "que los seres superiores no tienen la misma clase de mente que yo tengo". Por eso, para comprender las sinrazones de aquella mujer con quien compartió 43 años de vida, escribió los libros Elegía para Iris e Iris y sus amigos: memorias de la memoria y el deseo. Y el director británico Richard Eyre, conocido por sus meticulosos dramas para la televisión, los leyó de la primera página hasta la última y decidió convertirlos en una película que "no es una biografía, ni tampoco es una ficción, pero ocupa un poético territorio enclavado entre ambas concepciones". Y cuenta, de paso, una pequeña, verosímil, inolvidable historia de amor.

Iris Murdoch nació en Dublín, en 1919, pero pasó toda su vida en Inglaterra. Creció en Londres, en los suburbios de Hammersmith y Chiswich, y estudió literatura, historia antigua y filosofía en el Somerville College de Oxford. Abandonó a tiempo las causas políticas, por supuesto. Sostuvo una buena amistad con el novelista francés Raymond Queneau. Y trabajó, durante todo el año 1947, con el filósofo austríaco Ludwig Wittgenstein. Cinco años después, cuando ya se había convertido en una respetada profesora, dejó morir en sus brazos al poeta checo Franz Steiner. Y al año siguiente, en 1953, publicó un primer libro sobre la obra de Jean Paul Sartre, a quien conoció en los años 40, y comenzó un breve romance con el escritor Elias Canetti.

El ingenuo profesor Bayley, que tenía seis años menos que ella y tuvo la paciencia de un admirador ante las inevitables infidelidades de los primeros años, en 1956 la convenció de casarse con él. Y, a partir de ese momento, fueron inseparables. Vivieron juntos con real independencia, dice Bayley, "como dos animales enjaulados". Y fueron testigos, como si fueran una sola persona, de los tres textos filosóficos, los dramas, el poemario y las 25 novelas que Iris escribió desde 1954 hasta 1995, cuando comenzó a perder la razón y el don de la palabra. En 1997 le diagnosticaron Alzheimer y se convirtió, asegura Bayley, en "una agradable niña de 3 años".

En fin. Suena difícil convertir tantos libros, tantos personajes, tantos hechos en un drama con principio, medio y fin, pero, gracias a la sensible dirección de Eyre y a la maravillosa actuación de sus cuatro protagonistas, Iris es una estupenda película que avanza con el ir y venir de la memoria y que aprovecha los momentos determinantes de una biografía y las escenas más importantes de una historia de amor entre esposos para hablarnos del poder de nuestras palabras, de los borrosos límites entre la locura y la imaginación y del viacrucis de quienes viven atrapados en las infinitas posibilidades del cerebro.