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Isabel Allende: vida, mujeres y feminismo
Mujeres del alma mía tiene una estructura parecida a la de una conversación. El feminismo lleva a hablar de las enseñanzas del abuelo; la vida de la madre es comparada con la de la hija y la de la nieta; y el amor y la sexualidad desembocan en reflexiones sobre la vejez.
El último libro de Isabel Allende, Mujeres del alma mía, ha sido descrito principalmente como una obra sobre feminismo. En efecto lo es. Pero por la manera como Allende entiende ese concepto, es mucho más.
Feminismo –escribe– “no es lo que tenemos entre las piernas, sino entre las orejas. Es una postura filosófica y una sublevación contra la autoridad del hombre. Es una manera de entender las relaciones humanas y de ver el mundo, una apuesta por la justicia, una lucha por la emancipación de mujeres, gais, lesbianas, queer (LGTBIQ+), todos los oprimidos por el sistema y los demás que deseen sumarse”.
“En mi juventud bregaba por la igualdad, quería participar en el juego de los hombres, pero en la madurez comprendí que ese juego es una locura, está destruyendo el planeta y el tejido moral de la humanidad”.
Esa definición convierte al feminismo en una particular manera de habitar el mundo, y al libro, en una serie de reflexiones sobre la vida, lo que la llena de vitalidad y lo que se aprende con los años; sobre el amor, la sensualidad y la sexualidad, y cómo van cambiando a medida que envejecemos; sobre la belleza y el peso que esa idea ejerce en nuestras vidas, y sobre las relaciones con otros y su huella en nuestro espíritu.
Mujeres del alma mía se sintió como una entrega de la posta, adosada con información que gira en torno a los avances de la revolución feminista, y de lo que aún falta por conseguir: hoy, escribe Allende, “una de cada tres mujeres sufre algún tipo de abuso físico o sexual en su vida sin importar su aspecto o su edad…, y la violencia es la mayor causa de muerte de las mujeres entre los catorce y los cuarenta y cuatro años”.
En el libro, Allende llama a la acción: “Basta de eufemismos. Basta de soluciones parciales. Se requieren cambios profundos en la sociedad y nos toca a nosotras, las mujeres, imponerlos”.
También entrega como modelo su vida y la de las mujeres que admira. No lo hace para que sus lectoras sigan su ejemplo, sino para que tengan un referente que les sirva para rebotar ideas sobre cómo vivir.
A esa base para rebotar ideas sobre la vida, se puede añadir una frase de la nobel norteamericana Toni Morrison: “Al asumir posiciones de poder, sueña antes de pensar”.
En entrevista exclusiva, SEMANA habló con Allende sobre Mujeres del alma mía, feminismo y literatura, entre otros.
SEMANA: Como dice en su libro, lleva siendo feminista incluso antes de que tuviera plena consciencia de lo que ello significaba. Entonces, ¿por qué escribir apenas ahora Mujeres del alma mía?
Isabel Allende: La idea del libro fue de mis editores en España y coincidió con esta nueva ola de feminismo joven, que comenzó con el #MeToo y las protestas que hay en tantas partes y con la reflexión sobre la propia vida que naturalmente ocurre a cierta edad.
SEMANA: El libro mezcla reflexiones sobre feminismo con la sabiduría de vida que ha ido adquiriendo, y la que ha visto y reconocido en otras personas. ¿Por qué?
I.A.: El feminismo es una sublevación contra la autoridad masculina; su objetivo final es terminar con el patriarcado. Queremos que la gerencia del mundo esté en manos de mujeres y hombres en igual número y en iguales términos, que los valores femeninos y masculinos tengan el mismo peso. En mi vida he visto cómo el feminismo va y viene en oleadas; como toda revolución, experimenta ajustes. Este es un camino que se inventa paso a paso, nadie lo ha trazado antes. Creo que no hubiera podido escribir este libro cuando era joven. Tengo 78 años y mucha vida recorrida, así es que puedo ver mi trayectoria –y la evolución del feminismo– con perspectiva.
SEMANA: ¿Es esta obra una pasada de la posta?
I.A.: Como dijo Gloria Steinem, no se trata de pasar la antorcha, sino de encender otras antorchas con la propia. No pienso soltar mi antorcha mientras tenga la mente lúcida y el corazón apasionado.
SEMANA: En una entrevista que le concedió a AFP en junio de 2020, dice que el título de lo que se convertiría en Mujeres del alma mía era Qué queremos las mujeres. ¿Por qué lo cambió?
I.A.: Los editores y yo lo cambiamos porque así se llama un libro sobre feminismo escrito por Erica Jong y se prestaba para confusión.
SEMANA: En su opinión, ¿qué se debe tener en la vida para llamarla buena, y qué es lo que más ha enriquecido la suya?
I.A.: Supongo que eso depende de cada persona. Mi vida ha sido buena porque nunca me ha faltado amor, familia, un propósito, trabajo y, sobre todo, muy buena salud.
SEMANA: Como escribir es a su vez pensar, ¿cómo fue su proceso de escribir esta meditación, en qué iba reflexionando mientras la hacía?
I.A.: Escribí este libro como si fuera una novela, al correr de la pluma, sin una estrategia. Después que estuvo terminado tuve que reordenarlo un poco para facilitar la lectura.
SEMANA: En su caso, ¿cómo es distinta la preparación, el proceso y la experiencia de escribir ficción y de escribir libros como este y como Paula, que hablan sobre su vida y sobre su familia?
I.A.: Prefiero escribir ficción, porque me gusta investigar y no me cuesta nada imaginar. En libros que no son ficción o en las memorias se requiere precisión, método y la intención seria de aproximarse a la verdad. Eso me cuesta mucho más, porque mi mente funciona en círculos y espirales, además, soy exagerada y mitómana.
SEMANA: Hablando sobre procesos de escritura, en sus años de ejercer el oficio, y de hacerlo en español, ¿qué ha ido descubriendo y aprendiendo sobre el idioma? ¿Cómo lo definiría?
I.A.: Solo puedo escribir ficción en español, porque la lengua es tan personal como la sangre. Puedo escribir ensayos, entrevistas, discursos, etcétera, en inglés, porque son procesos intelectuales; pero la ficción, para mí, es un proceso emocional, visceral, que se da en el vientre y el corazón.
SEMANA: En su opinión, ¿qué se necesita para aprender a escribir bien, y qué para ser un buen escritor?
I.A.: Primero, hay que amar la lectura. Leer, leer, leer y analizar la escritura de aquellos autores que más amamos. Los talleres de escritura pueden ayudar, y supongo que los cursos de literatura en colegio y universidades, pero yo no hice nada de eso. Creo que en mi caso lo que más ha servido ha sido la práctica. No pasa un día sin que escriba algo, aunque sean cartas. El lenguaje escrito es para mí como el aire que respiro.