ARTE
Jean-Michel Basquiat, el monstruo de los millones
Hace tres décadas nadie daba un peso por el artista de origen haitiano muerto de sobredosis a los 27 años. El jueves una de sus obras se vendió en 110,5 millones de dólares.
Es una calavera negra sobre un fondo azul celeste, con pinceladas de color amarillo, azul, rojo, naranja y blanco, en un lienzo de 1,83 metros de largo por 1,73 metros de ancho. Jean-Michel Basquiat, el ícono del arte urbano de los años ochenta, la pintó en 1982, cuando aún era un joven afroamericano que se abría camino en el mercado del arte de Nueva York. Como era usual, no le puso título y dos años después la vendió por solo 19.000 dólares a Jerry y Emily Spiegel, dos coleccionistas de arte emergente que la guardaron hasta la muerte de ambos, en 2009.
Esa obra, que había estado fuera del mercado desde los años ochenta, se convirtió el jueves pasado en una de las más valiosas de la historia. La hija de los Spiegel la confió para su venta, junto con trabajos de otros artistas, a la casa de subastas Sotheby’s, que la vendió en 110,5 millones de dólares, el precio más alto de la temporada de mayo, que en esta ocasión ofreció obras de Pablo Picasso, Francis Bacon y Andy Warhol. Todo un récord para Basquiat, de quien el año pasado ya se había vendido otra pintura sin título por 57 millones de dólares.
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La cifra astronómica por una obra que pintó cuando aún era un artista callejero no es la única prueba de que Basquiat ya inscribió su nombre en las grandes ligas del arte mundial. Esta misma semana, La Hara (1981), otra de sus obras iniciales, en la que retrata a un oficial de policía de raza blanca, se vendió en 34,97 millones de dólares en otra subasta organizada por la casa Christie’s. Y en los últimos tres años varios museos (como el Tate Modern de Londres, el Guggenheim de Bilbao o el MoMA de Nueva York) han presentado retrospectivas sobre su carrera artística.
Esta calavera sin título, pintada en 1982, se convirtió este jueves en la obra más cara de Basquiat. La pintó durante su primera etapa y había permanecido en la casa de una familia de coleccionistas. Su nuevo dueño la ganó luego de una subasta de diez minutos. Las dos obras más valiosas de Basquiat eran un autorretrato sin título (arriba), vendido por 57 millones de dólares en 2016 y ‘Dustheads‘, vendida en 2013 por 48 millones de dólares.
Todo un logro para alguien que por mucho tiempo se ganó la vida pintando grafitis. Una vida que, de hecho, tiene todos los elementos que encantan al público: un joven de raza negra, hijo de inmigrantes (su padre era un contador haitiano y su madre una diseñadora puertorriqueña), que logró superar las adversidades y ascendió en forma meteórica en el mundo del arte, pero que finalmente murió cuando aún saboreaba las mieles del éxito.
Su carrera artística comenzó en las calles de Nueva York, luego de dejar su casa a los 17 años. Con su amigo Al Diaz se dedicó a pintar grafitis en los muros y en las paredes frente a las galerías más importantes de la ciudad bajo el seudónimo de SAMO (las siglas de ‘Same old shit’, algo así como ‘La misma mierda de siempre’). Eran mensajes ingeniosos, con críticas sociales y políticas que llamaron la atención de los artistas y galeristas, que pronto le abrieron las puertas de su selecto grupo.
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Luego de una exposición colectiva sobre arte callejero en 1980, la galerista Annina Nosey le ofreció su primera exposición individual. Fue un éxito. El mito dice que llegó a la galería fumando marihuana y mal vestido, pero que vendió todas sus obras. A partir de entonces su ascenso fue imparable. No solo se transformó en un ícono del arte de los años ochenta, y empezó a vender sus cuadros por 20.000 o 30.000 dólares, sino que se convirtió en un personaje reconocido de la sociedad neoyorquina: se volvió el protegido de Andy Warhol, salía con Madonna, asistía a todas las fiestas de la ciudad y algunos cuentan que andaba con un fajo de billetes en el bolsillo.
Fue demasiado para él. En 1988, cuando solo tenía 27 años y un futuro promisorio por delante, murió por una sobredosis de heroína, una droga que, según decía, le ayudaba a pintar. Y aunque algunos creyeron que su fama iba a quedar atrás en algún momento, casi tres décadas después sus obras siguen vigentes y se venden a precios cada vez más astronómicos.
Desde el comienzo generó polémica. Sus cuadros, muy coloridos, tienen palabras sin sentido, frases tachadas y trazos que algunas veces parecen pintados por un inexperto. Pero en algunas ocasiones quedan claras las críticas al sufrimiento de los afroamericanos, la esclavitud y el racismo que el mismo padeció en carne propia. Los museos y las galerías lo miraban con recelo, pero hoy muchos se pelean por tener alguna obra suya o por organizar exposiciones sobre su carrera artística. Uno de los mayores coleccionistas de su trabajo, de hecho, es José Mugrabi, un colombiano que tiene el mayor número de obras de Andy Warhol.
“Su éxito actual se debe a una combinación de talento en bruto, una biografía irresistible y obras limitadas”, le dijo Franklin Sirmans, un experto en Basquiat, al diario The New York Times. “Y luego, por encima de eso, el factor ‘cool’ y la mitología”. Pero no todos los críticos están de acuerdo. Para Halim Badawi, su encanto es el dinero: “No digo que haya sido un mal artista, pero sí que su prestigio se debe a su mito, a su vida, y al uso que los marchantes hacen de este mito con fines comerciales…”.
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Con este nuevo récord –que, sin embargo, aún está lejos de artistas como Picasso (160 millones de euros), Modigliani (158 millones de euros) o Munch (105 millones de euros)–, el valor de sus obras probablemente seguirá aumentando y su fama continuará creciendo. Y aunque algunos aún piensan que en algún momento pasará de moda, solo el tiempo dará una opinión justa al respecto. Y hasta ahora, el juicio ha sido más que favorable. n