HOLLYWOOD
John Williams, o la prueba viva del poder de la música en el cine
El compositor de bandas sonoras más notable de la historia, rompió su propio récord al recibir su nominación número 52 al premio Óscar, más que ningún otro artista vivo. Solo lo supera Walt Disney, quien recibió 59. SEMANA repasa su recorrido y varias de sus piezas memorables.
Es imposible dividir la idea de un tiburón de sus notas in crescendo, o imaginar a la Guerra de las Galaxias sin su clamorosa fanfarria. Y si no resulta tan descabellada la idea de que hay algo de Superman, Indiana Jones o Harry Potter en cada espectador, se debe a las notas grandiosas y terrenales con las que John Williams definió a estos personajes.
A Williams la palabra leyenda no le queda grande. Decenas de composiciones memorables entre las que también se cuentan Encuentros cercanos del Tercer tipo, Jurassic Park, Nacido el 4 de julio, Hook, prueban que, en sesenta años, el neoyorquino ha establecido un estándar irrepetible en su campo. Enormes compositores (vivos y muertos) como Jerry Goldsmith, Ennio Morricone, Hans Zimmer, Danny Elfman Alexandre Desplat, y talentos actuales como Hildur Guðnadóttir, prueban que la música en el cine es un vehículo de narración emocional sin par. Pero nadie cuenta en su carrera tantas melodías capaces de evocar aventura, magia, nostalgia, añoranza, tristeza y miedo como Williams, responsable de ponerle la piel de gallina, repetidas veces, a millones.
Al respecto Leonardo Niño, experto en bandas sonoras, explica que su capacidad de narrar musicalmente lo distingue. “No solo es un prolífico compositor, de los más talentosos del último medio siglo, sino un cineasta que contribuye a narrar y describir desde lo musical la trama de una película y los personajes que la integran”, dijo a SEMANA.
Cerca de cumplir 88 años, el maestro sigue su marcha. Acaban de hacerle la nominación número 52 al Óscar por su banda sonora para Star Wars: El ascenso de Skywalker, que concluye su presencia en la saga que empezó en 1976. Ningún artista vivo ha sido nominado más veces, y solo se ubica detrás de Walt Disney, quien sumó 59. Su primera nominación llegó en 1968 por El valle de las muñecas, y recibió su primera estatuilla, a mejor orquestación, adaptación y coro original, cuatro años después por Un violinista en el tejado. Desde entonces ha ganado el Óscar cuatro veces por mejor banda sonora: Tiburón (1975), La Guerra de las Galaxias (1977), E.T. el extraterrestre (1982) y La lista de Schindler (1993). Solo Alfred Newman, representante de otra era de Hollywood, tiene más (9).
Las cuatro cintas que le valieron el premio Óscar a Mejor banda sonora.
Steven Spielberg, con quien ha colaborado en más de 40 producciones, en una de las duplas más prolíficas de la historia de Hollywood, supo rendirle homenaje en 2016 con palabras contundentes. “Sin John las bicicletas no vuelan, tampoco las escobas en partidos de Quidditch. Tampoco vuelan hombres en capas rojas, la ‘Fuerza’ no existe y los dinosaurios no caminan la tierra”, sentenció. “No nos maravillamos, no lloramos, no creemos. John, le inyectas vida a cada una de las cintas que hacemos. A través de tu genio musical tomas cintas que muchas veces se basan en nuestros sueños más imposibles y las haces reales y eternas para millones”.
En efecto, Williams demuestra siempre su capacidad para hacer de las películas obras inolvidables. Con su aporte elevó a un estatus impensado a Star Wars (1977), una cinta que incluso los actores Harrison Ford y Alec Guinness, y su mismo creador George Lucas veían con escepticismo.
En el caso de Mi Pobre Angelito (1990), una cinta que por costos casi no se realiza, el director Chris Columbus bromeó sobre la posibilidad de conseguir a Williams, ya entonces una figura prominente en una muestra de la sencillez que exaltan quienes lo conocen, el compositor aceptó pues le gustó lo que vio del corte inicial. Luego, con su música, procedió a sumar su toque mágico y así contribuir a hacerla la película navideña más exitosa de todos los tiempos.
Nacido en 1932 en el seno de una familia musical, intentó abrirse paso como pianista de jazz pero en los años sesenta cambió de rumbo. Comenzó a trabajar en el cine. Y qué gran fortuna para el séptimo arte y quienes lo viven.
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