KAHLO EN LA INTIMIDAD

Cuarenta años despuès de su muerte, Frida Kahlo sigue obsesionando al mundo. Esta vez, la publicaciòn de su diario promete ser el suceso editorial del año.

16 de octubre de 1995

Justo cuando los especialistas creìan que los precios del arte latinoamericano iban a descender, como supuesto lògico de que habìa finalizado el cuarto de hora del boom de las dècadas pasadas, la pintora mexicana Frida Kahlo volviò a emerger victoriosa desde su tumba a golpes de martillo, en la pasada subasta de la casa Sothebys. Su cuadro Autorretrato con mico y loro fue vendido por la IBM en 3,2 millones de dòlares, luego de que la empresa de computadores lo hubiera adquirido, en 1947, en escasos 400. Se trata del precio màs alto pagado por obra latinoamericana alguna y el segundo cuadro màs costoso en el mundo, cuyo autor es una mujer.
La cotizaciòn que han experimentado los cuadros de Frida Kahlo son para muchos solo el reflejo econòmico de una obsesiòn generalizada por la figura de una mujer que puso al mundo de su època a girar en torno suyo y se transformò en un mito apetecible para las nuevas generaciones. Sus seguidores no sòlo van detràs de sus cuadros. Al igual de lo que suele suceder con las grandes leyendas del cine, la mùsica, la literatura y la propia pintura, sus fanàticos han ido alimentando a travès del tiempo obsesiones casi fetichistas, y ya no importa sòlo su obra, sino su entorno, sus amores, su pensamiento, su coytidianidad, su peregrinaje vital, en una palabra su vida y sobre todo su vida ìntima, aquella que permita el acceso directo al motor de su existencia.
No de otra manera se explica que alrededor de Frida Kahlo hayan aparecido hasta el momento màs de 87 publicaciones y que casi medio siglo despuès de su muerte, acadèmicos, biògrafos, editores y pùblico en general anden en emocionada exitaciònpor la publicaciòn del que fue uno de los secretos mejor guardados del mundo artìstico latinoamericano: su diario.

UN TESORO EDITORIAL
A primera vista sorprende que un documento que ni siquiera està ordenado cronològicamente, que contiene varios pasajes escritos en clave, que no es lineal y que para entenderlo se necesita por lo menos la intervenciòn de un especialista que sirva de guìa en la lectura, cause tal conmociòn.
Pero a nadie le cabe duda de que estas dificultades poco o nada importan. Lo esencial es que pertenece a Frida Kahlo y que refleja, como ningùn otro texto, su pasional y atormentado paso por el mundo.
El primero en entenderlo fue el editor general de la Editorial Abrams, de Nueva York, Paul Gottieb. Luego de dos años de persuasiones, la promotora de arte mexicano Claudia Medrazo convenciò a Dolores Olmedo, ejecutora de las propiedades de Kahlo, de que le permitiera publicar el fascìmil del diario, que se exhibe desde 1958 en el museo de Frida Kahlo, en Coyoacàn y solo habìa sido revisado por contados investigadores. Medrazo contactò a la agente literaria en Nueva York, Gloria Loomi, quien prácticamente enloqueció con la idea. Así, las copias del diario llegaron a manos de Gottlieb, quien en nombre de Abrams se quedó con los derechos de la publicación, no sin antes haber pagado cifras astronómicas, las cuales, según los conocedores, oscilan entre los 100.000 y los 500.000 dólares. Para Colombia y Latinoamérica (excepto México) la edición corrió por cuenta de Editorial Norma, y aunque no se ha revelado el monto de la negociación, es probable que la inversión haya superado las expectativas.

UNA VIDA DESGARRADORA
Y es que la publicación del diario de Frida Kahlo posee los ingredientes suficientes para convertirlo en un best seller. En primer lugar, porque los textos van acompañados de dibujos e ilustraciones que van descifrando de alguna manera la intención del diario, elaborado en la última y más dolorosa etapa de su vida -entre 1944 y 1954- y en el que aparecen claras referencias de sus amores, de su relaciòn con Diego Rivera, de sus momentos difíciles y de su expresión artística más íntima. Pero ante todo porque son los manuscritos de una mujer que ademas de llegar a ocupar un lugar privilegiado en la historia del arte latinoamericano tuvo una vida tan inusual como desgarradora.
Ciertamente, Frida Kahlo nació en 1907 con el sufrimiento marcado en su frente. Su madre, una católica de ascendencia española, le hizo notar pronto su frustración porque no hubiera nacido un varón. Su padre, un fotógrafo judío, se convirtió entonces en el eje de su infancia. Frida asumió el papel de hijo y hasta bien entrada la adolescencia se vistió como un hombre. A los siete años contrajo polio y comenzó a ocultar la deformidad de su pierna derecha con vendajes y medias gruesas. A medida que fue creciendo se deformaron también su cadera y su espalda. La enfermedad, aunque terrible, Kahlo la aprovechó para ganar un cariño mucho más profundo de sus padres. Esta condición aumentaría de tal forma que se convertiría en una patología: desde su niñez el dolor estaría asociado con el amor y lo utilizaría para ganar atención.
A los 13 años perdió la virginidad con su profesora de gimnasia, y su madre, al descubrir tal relación, la matriculó en la Escuela Preparatoria Nacional. Tenía 15 años cuando se encontró por primera vez con el célebre muralista Diego Rivera, quien fue contratado por la escuela para pintar las paredes del auditorio y en ese momento tenía 36 años. Se enamoró de él en ese instante, pero antes de que se consumara la unión, Kahlo viviría una tragedia que se transformaría en su sino. El bus de su escuela se estrelló contra un tranvía. Su pierna enferma se rompió en 11 partes y su pelvis y su columna también se fracturaron. Corría el año 1925 y durante su convalecencia en casa, luego de un mes en el hospital, adoptó la pintura como su más auténtico medio de expresión. En esa época hizo su primer autorretrato, un regalo para su novio de entonces. De alguna forma, era el inicio de una obra que estaría asociada permanentemente con la enfermedad y el placer, con el dolor y el amor, y que quedaría patentada en las 30 cirugías que los médicos alcanzaron a practicarle en su vida.
En 1927 y ya asociada al partido socialista, Kahlo abordó a Rivera mientras éste pintaba un mural en el edificio del Ministerio de Educación. El pretexto era que le criticara los cuadros, pero la actitud académica culminó en un romance que marcaría a Frida Kahlo durante toda su existencia. Aunque su relación marital estuvo caracterizada por innumerables infidelidades de ambas partes (Rivera con la hermana de Frida, Cristina; Kahlo con León Trotsky), en el caso de Kahlo sus aventuras tomaron un matiz diferente si se tiene en cuenta que le gustaban por igual los hombres y las mujeres.
De la mano de Rivera y por virtudes propias, Kahlo abrazó el mundo artístico y político de entonces. Se apasionó por los grandes líderes comunistas y compartió con lo más granado del movimiento surrealista. Pero aunque buena parte de esta experiencia está presente en su obra, lo que más ha llamado la atención de los críticos y de quienes ahora devoran sus memorias recién publicadas es su obsesión artística por construir en sus lienzos su propio mundo, su propia autobiografía hecha de su visión de lo que la rodeaba en relación directa con sus padecimientos.
Clínicamente perturbada por su tendencia a la hospitalización y a la enfermedad, Kahlo no hizo otra cosa que pintar un dolor que parecía gustarle. Luego de padecer tormentos insospechados por cuenta de la fragilidad de sus huesos y articulaciones, en 1953 Kahlo se sometió a la más drástica de sus 30 intervenciones quirúrgicas: la amputación de su pierna derecha. En cuanto a su columna, para esa época ya estaba podrida hasta la médula. Un año después, sin haberse logrado reponer de la tragedia, pero no sin antes aprovechar la situación para hacer gala de un humor que rayaba en el colmo del cinismo, Frida Kahlo murió, según el parte médico por una embolia pulmonar. Pero para los expertos, es probable que haya muerto de sobredosis. Al fin y al cabo había intentado suicidarse en varias oportunidades y antes de su muerte escribió mensajes de despedida en su diario en los que agradece a los doctores que en el transcurso de su vida la habían atendido y concluye: "espero alegre la salida -y espero no volver jamás- FRIDA".
Semejante vida, matizada por un espíritu vital que llamó la atención de todo aquel que tuvo la oportunidad de conocerla, y por una obra que todavía está llena de interrogantes, es que ha hecho de la publicación de su diario un acontecimiento mundial. Y si antes de él sus seguidores creían que ya se había dicho la última palabra sobre Frida Kahlo, no cabe duda de que ahora lo mejor está por escribirse.