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Tres películas y un documental sobre comediantes perturbados para ver en casa

En los recomendados de esta semana, Manuel Kalmanovitz sugiere tres documentales y una película argumental detallan las neurosis, traumas e insatisfacciones de grandes íconos de la comedia estadounidense.

Manuel Kalmanovitz G.
1 de agosto de 2020

The Zen Diaries of Garry Shandling ****

Director: Judd Apatow País: Estados Unidos

Año: 2018 Duración: 259 min Disponible en HBO Go

Aunque dura casi cuatro horas y media, no se siente largo este documental en dos partes de Judd Apatow sobre Garry Shandling, su amigo, mentor y figura clave del mundo de la comedia estadounidense en los noventa. Con una gran cantidad de material inédito, e hilado por los diarios que Shandling llevó por décadas, la película hace un recuento de una vida en la que los grandes éxitos alcanzados –creador de dos series emblemáticas, ofrecimientos para reemplazar al icónico Johnny Carson, una carrera rutilante con sus monólogos– nunca lograron acallar las voces internas, competitivas, brillantes e hirientes que lo acompañaron desde su infancia. Alternando videos caseros y detrás de cámaras con entrevistas a amigos, examigos, exnovias y colegas, el documental deja ver un personaje al mismo tiempo resentido y generoso, vengativo y amable, y doblemente atormentado: por añorar el éxito y por unas preguntas metafísicas sobre el sentido de la existencia.

Cracked up: la historia de Darrell Hammond ***

Directora: Michelle Esrick País: Estados Unidos Año: 2018

Duración: 95 min Disponible en Netflix

La figura central de este documental es Darrell Hammond, el experto en imitar personajes célebres hace más de una década en el programa Saturday Night Live, que emprende acá, acompañado por las cámaras, un viaje exploratorio por sus traumas infantiles. Y lo que se revela poco a poco es que ha sobrevivido un maltrato espantoso. El espíritu del ejercicio es sanador, como si, al compartir una historia tan dura, quienes han vivido algo parecido puedan entender las raíces de su malestar y, así, superarlo. No es precisamente una película de chistes, sino del trauma que empuja a un ser humano a tratar de hacer reír a los demás, a validarse con la inmediatez de un público que aplaude, a hacerse querer por desconocidos. Pero acá también hay preguntas sobre cómo un trauma existencial se manifiesta en conductas autodestructivas y sobre cómo su superación solo es posible tras un largo proceso introspectivo.

Stan & Ollie ***

Director: Jon S. Baird País: Inglaterra Año: 2018

Duración: 98 min Disponible en HBO Go/Google Play/iTunes

Entre los cómicos del cine mudo hay pocas figuras tan emblemáticas como el Gordo y el Flaco, aunque esta película está ambientada muchos años después, en el ocaso de sus vidas y carreras. Basada en la historia real de una gira que realizaron en el Reino Unido en 1957, dieciséis años después de haber filmado juntos por última vez, es una crónica melancólica que habla del envejecimiento, de continuar con el peso de eso icónico que los hacía reconocibles mundialmente, de las incertidumbres económicas y de la necesidad de ser queridos por el público. Con unas caracterizaciones impresionantes, la cinta alterna entre dos momentos: las últimas grabaciones juntos y la gira, para mostrar la evolución de la amistad y el colegaje y la peculiaridad de la carrera de dos individuos que, emparejados por un productor astuto, terminaron por crear algo más que la suma de sus partes.

Jim y Andy ***1/2

Director: Chris Smith País: Estados Unidos Año: 2017

Duración: 94 min Disponible en Netflix

En 1999, Jim Carrey interpretó al cómico Andy Kaufman en El hombre en la Luna, dirigido por el veterano Milos Forman. Y este documental, que intercala una entrevista con el actor y material grabado en el set, hace un seguimiento de lo que parece ser la posesión de Carrey por Kaufman y uno de sus alter ego, Tony Clifton, un tipo pesado, bulloso y abrasivo que dificultó terriblemente el rodaje. El humor de Kaufman se movía en la frontera entre el absurdo y la patanería, entre lo dulce y lo pesado, y la posesión de Carrey transmitió esa misma tensión al rodaje y la película final. Acá los interrogantes sobre las necesidades de afecto, de validación y de reconocimiento de los cómicos se resuelven de otra manera, gracias a la visión de Carrey de la realidad como algo relativo e inestable; una superficie frágil que guarda en su interior un profundo misterio.