ESPECIAL SEMANA 35 AÑOS

“No hay nada islámico en Isis”

La escritora inglesa Karen Armstrong es la gran pensadora de la religión en el mundo. Por sus estudios, hace dos semanas recibió el Premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales 2017.

José Vicente Guzmán*
15 de noviembre de 2017
| Foto: Fredrik Sandberg / TT /

El jurado del Premio Princesa de Asturias dijo que Karen Armstrong es una de las mayores autoridades en las tres religiones del libro: judaísmo, cristianismo e islam. Además, destacó sus análisis, sus investigaciones y su labor bibliográfica. SEMANA habló con ella.

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SEMANA: En una de la tesis de unos de sus libros, ‘Campos de sangre’, usted afirma que la religión no ha causado las principales guerras de la humanidad. ¿Por qué el común de la gente tiene esa creencia?

KAREN ARMSTRONG: Sí, es una creencia generalizada y también muy extraña. Sabemos que las dos guerras mundiales no se pelearon por culpa de la religión, sino por nacionalismo secular. Y antes del siglo XVIII nadie pensaba que la religión fuera una de las principales causas de la guerra. Pero durante el siglo XVI y XVII los europeos sufrieron una serie de conflictos terribles en los que murió un tercio de la población del continente. A menudo llaman a estos conflictos las guerras de religión. Se pensaba que las disputas entre protestantes y católicos, durante la reforma protestante, se habían vuelto tan extremas que los europeos se masacraban los unos a los otros. Pero si ese hubiera sido el caso, uno no esperaría que los católicos y protestantes pelearan en el mismo bando durante estas guerras. Lo hicieron y se mataron entre cristianos.

SEMANA: ¿Entonces qué ocurrió?

K.A.: En realidad, las guerras de religión fueron luchas entre dos bandos con visiones diferentes de Estado. El sacro emperador romano quería crear un imperio transeuropeo, como el Imperio otomano; y los príncipes de Alemania querían crear Estados fuertes, independientes y soberanos, como Francia o Inglaterra. Pero el filósofo John Locke, por ejemplo, culpó a la religión por las guerras y dijo que esta nunca más debía jugar un rol en la vida pública. Él inventó el nuevo ideal de laicismo (secularismo), la separación de la Iglesia y el Estado. Y esa idea se arraigó.

SEMANA: Pero hoy parece que la alianza religión y política toma fuerza en algunos países…

K.A.: Lo que es nuevo, en realidad, es la separación de la religión y la política, que data solo de la era moderna temprana. Hasta ese momento, la religión era todo un modo de vida; permeaba todo lo que la gente hacía, incluyendo, obviamente, la política. Jesús era una figura muy política que quería crear un reino de Dios en la tierra, en donde los ricos y los pobres se sentaran juntos en la misma mesa. Buda organizó su Sangha, su orden monástica, como una alternativa de las Cortes reales. La religión y la política eran inseparables, porque el sufrimiento humano y la injusticia son asuntos de importancia sagrada.

SEMANA: ¿Qué explicación tiene usted para la ola de terror de Isis?

K.A.: No hay nada islámico en Isis, excepto su retórica. Los musulmanes tienen estrictamente prohibido pelear y oponerse entre sí; el profeta Mahoma insistió en eso en su último sermón. Y si ustedes miran, muchos más musulmanes que occidentales han muerto a manos de Isis. Parece que su cultura, de hecho, es bastante secularista. Una mezcla de religión pervertida y laicismo degradado. Cuando un rehén francés fue liberado, después de ser retenido por Isis durante diez meses, dijo que el discurso de sus captores era poco religioso: los prisioneros pidieron una copia del Corán, nadie tenía una. Dos hombres jóvenes que dejaron Gran Bretaña para pelear con Isis habían ordenado Islam para dummies en Amazon. Los jóvenes reclutas están frecuentemente infelices en los países en donde viven, en los que los hacen sentir que no son bienvenidos; ellos piensan que van hacia una utopía y algunos regresan desilusionados. Isis ahora parece estar perdiendo terreno y probablemente se refugie en Libia. Pero nuestros problemas no se acabarán: hay tanta insatisfacción y desafección en Oriente Medio, que alguien más probablemente se levante y tome su lugar.

SEMANA: Usted afirma que el islam no es violento…

K.A.: El islam no es más ni menos violento que cualquier otra tradición de fe. Somos una especie violenta. Incluso los budistas, que generalmente parecen pacíficos, han estado involucrados en feroces conflictos en lugares como Sri Lanka. Históricamente, el islam es más tolerante que el catolicismo. Siempre deberíamos recordar la Inquisición en España y la persecución de los judíos en la Europa católica. Hay mucha más violencia en las escrituras hebreas y en el Nuevo Testamento que en el Corán. La palabra yihad aparece solo 42 veces en el Corán, y solo en diez ocasiones se refiere explícitamente a la guerra. La yihad no significa ‘guerra santa’; significa ‘lucha, esfuerzo’. Algunas veces es una ‘lucha’ por dar a los pobres cuando tú mismo tienes poco.

SEMANA: ¿Y los atentados?

K.A.: Después del 9/11, el exoficial de la CIA y psiquiatra forense Marc Sageman entrevistó en Guantánamo a unas 500 personas involucradas en los atentados y realizó un estudio sobre ataques posteriores. Concluyó que el problema no era el islam, sino la ignorancia sobre el islam. Solo el 20 por ciento de los terroristas habían tenido una educación musulmana normal.

SEMANA: ¿Qué piensa cuando se afirma que la religión causa ignorancia y fanatismo?

K.A.: Es difícil hacer bien la religión. Y como en el arte, hay buenos y muy malos pintores. Pero eso no significa que el arte en sí mismo sea malo. Ciertamente, la religión ha causado ignorancia, pero también lo hecho la opresión, la pobreza y la práctica política centenaria de limitar la educación a los miembros de la elite en una sociedad. Algunos fanáticos han sido personas ‘religiosas’, pero otros violentos han sido antirreligiosos. Yo considero a Donald Trump un fanático muy peligroso, pero no lo veo como una persona religiosa.

SEMANA: ¿La religión no debería hacernos mejor personas?

K.A.: La religión ciertamente puede hacernos mejores personas, pero con solo ir a misa y recibir los sacramentos no lo vamos a lograr. Todas las religiones del mundo, sin excepción, apelan a lo que frecuentemente se llama la regla de oro: “Nunca hagas a los demás lo que no quieres que te hagan a ti”; y han insistido que esta es la prueba de la verdadera espiritualidad y no una doctrina, un ritual o una práctica moral. Jesús fue claro acerca de esto. Requiere que mires dentro de tu propio corazón, descubras lo que te causa dolor y luego te niegues, bajo cualquier circunstancia, sea cual sea, a infligir ese dolor en alguien más.

SEMANA: ¿Existe la posibilidad, así sea muy remota, de que haya una mujer papa?

K.A.: Yo creo que la Iglesia católica va a tener muchas dificultades para admitir a una mujer en el papado. Sobre todo por la regla del celibato sacerdotal. Esa fue una invención del siglo XIII, pues antes algunos sacerdotes ‘seculares’ (es decir, los sacerdotes que trabajaban y oficiaban en el mundo exterior, en contraste con los monjes) estaban casados. Papas con mentalidad política impusieron el celibato, como Inocencio III, que quería crear una monarquía papal en Europa y no quería competir con dinastías sacerdotales y sus familias. El celibato forzado, muy seguramente, ha contribuido a gran parte de los abusos descubiertos en los últimos años. Los obispos y otros miembros de la curia viven en un mundo completamente masculino –y antinatural– y muchos están psicológicamente inhabilitados para ver a las mujeres como iguales.

SEMANA: Hace poco estuvo el papa Francisco en Colombia. Durante su visita de tres días, que superó toda expectativa, el país vivió en paz. ¿Por qué la religión tiene tanto poder?

K.A.: No estoy segura de que eso tenga que ver con la religión como tal. En el caso del papa Francisco, creo que estamos hablando de carisma. La gente no necesariamente se siente atraída por abstracciones como ‘religión’ o incluso ‘catolicismo’. Pero sí se inspiran en seres humanos excepcionales, que encarnan grandes valores. Hemos visto ese poder en personas como Nelson Mandela y Desmond Tutu: hoy Sudáfrica no es un lugar perfecto, pero el fin de la era del apartheid pudo ser terrible sin ellos, que tenían una integridad a toda prueba. Lo mismo se puede decir de Martin Luther King Jr. Solo un par de personas de su calibre podrían hacer una inmensa diferencia en Oriente Medio.

SEMANA: Colombia está buscando la reconciliación. ¿Qué tanto ayudará la Iglesia o la religión?

K.A.: No es el concepto abstracto de ‘religión’ el que puede ayudar a lograr la reconciliación. Este tiene que encarnarse y tomar vida en el comportamiento de los individuos. Hay ideales que fomentan todas las religiones, especialmente los que tienen que ver con la compasión. La compasión no es lo mismo que la misericordia. Viene de una raíz grecolatina que significa ‘sentir con’ (com pathein). La compasión requiere que tratemos de ver las cosas desde la perspectiva del otro; que reconozcamos que nadie es perfecto, ni siquiera nosotros, que nunca nadie es completamente justo. Tenemos que reconocer nuestras propias faltas y ver donde hemos podido causar daño o dolor; escuchar el dolor de los otros (esa fue la fuerza del Consejo de Paz y Reconciliación en Sudáfrica). Y quizás lloren juntos.

*Periodista de SEMANA.