EFEMÉRIDES
La colosal exhibición que El Louvre dedica a Da Vinci en sus 500 años
La exposición conmemora los cinco siglos de la muerte de Leonardo da Vinci y lleva al Louvre 162 obras del artista, diseminadas por el orbe. El evento, preparado durante diez años, ha generado revuelo en el mundo cultural y disputas diplomáticas entre Francia e Italia.
La leyenda cuenta que la vida de Leonardo da Vinci se apagó en los brazos de su último gran mecenas, Francisco I, rey de Francia, el 2 de mayo de 1519. En un cuadro del artista Ménageot que retrata ese momento, se ve al toscano en su agonía, acostado en su cuarto del castillo de Clos-Lucé, con ojos desorbitados y una barba espesa y grisácea. El soberano, con una mirada de afecto, se despide de ese bastardo, hijo de una campesina, que se convirtió en el pintor, arquitecto e ingeniero más notable de su época.
Esta escena imaginada por Ménageot es, probablemente, uno de los centenares de mitos que han rodeado la vida de Da Vinci desde su muerte, hace cinco siglos. Ese aniversario, que conmemora este año todo el mundo, es recordado en el Louvre con una majestuosa exposición inédita. En total, el museo logró reunir 162 obras, incluidos dibujos, manuscritos, esculturas, objetos y diez de los 20 cuadros existentes atribuidos al maestro del Renacimiento.
Tiene tal dimensión que tomó una década organizarla y negociar con los numerosos propietarios de las obras en todo el globo. Estas viajaron desde el museo del Hermitage en San Petersburgo, el Museo Británico en Londres, el Museo Metropolitano de Nueva York e, incluso, desde instituciones privadas, como la Fundación Bill Gates y la colección de la reina de Inglaterra.
‘La Virgen, el Niño Jesús y santa Ana‘ y ‘Madona Benois‘.“La exposición es impresionante, pues reúne un número importante de obras de Leonardo, mayoritariamente gráficas, pocas veces reunidas en un solo lugar. Desde ese punto de vista, es sin duda un éxito”, explicó a SEMANA Jacques Franck, historiador y pintor, experto en el trabajo de Da Vinci. Además de las grandes creaciones que se encuentran en el Louvre, como La Belle Ferronnière, San Juan Bautista, o La Virgen, el Niño Jesús y santa Ana, en la muestra se pueden admirar el Hombre de Vitruvio, prestado por la Galería de la Academia de Venecia; La despeinada, de la Galería Nacional de Parma; o San Jerónimo, de la Pinacoteca Vaticana.
Por supuesto, con sus 30.000 visitantes diarios, la estrella irrefutable del museo sigue siendo La Mona Lisa, ícono misterioso del pintor toscano. La Gioconda no hace parte oficialmente de la muestra, pues su fragilidad le impide abandonar el salón de los Estados donde permanece; pero el Louvre propone una experiencia “frente a frente” gracias a un casco de realidad virtual. Con este gadget, el visitante se ve solo ante la sonrisa enigmática de La Mona Lisa. La animación explica tanto el contexto de la obra y la vida de Lisa Gherardini como sus aspectos técnicos, incluido el sfumato con el que la realizó el autor, y sus detalles invisibles, como la fisura en el dorso del cuadro.
‘La Gioconda‘ - ‘Hombre de Vitruvio‘ - ‘Retrato de Da Vinci‘, por Francesco MelziLa exposición también presenta el trabajo del Centro de Investigación y Restauración de los Museos de Francia, que utilizó la reflectografía infrarroja para revelar y presentar el misterio detrás de los cuadros. Este método de lectura con luz infrarroja le permite al Louvre exhibir “radiografías” de las creaciones de Da Vinci, que evidencian las líneas superpuestas, los gestos determinados del artista, sus dudas o sus pentimentos, es decir, las correcciones que realizó. Las reflectografías permiten rastrear la historia de las producciones del florentino, que trabajaba hasta 15 años en una sola obra.
“La exposición es impresionante, pues reúne un número importante de obras de Leonardo, mayoritariamente gráficas, pocas veces reunidas en un solo lugar. Desde ese punto de vista, es sin duda un éxito”, explicó a SEMANA Jacques Franck, historiador y pintor, experto en el trabajo de Da Vinci.
Con ese reparto, el evento cultural será, sin duda, un éxito. Al cierre de esta edición, el Louvre ya había vendido 260.000 tiquetes. “La ‘Virgen de las Rocas’ y ‘San Juan Bautista’ siempre me han fascinado. Son obras que me producen algo de temor. Pero también voy a ver el ‘Hombre de Vitruvio’, los manuscritos y los dibujos de sus invenciones”, cuenta a esta revista Charlotte
Zoller, francesa de 25 años que tomó clases de historia del arte en la Escuela del Louvre, y quien hará parte de las 7.000 personas que visitarán la exposición cada día hasta el 24 de febrero, fecha de su cierre.
Ni las filas interminables que serpentean habitualmente la pirámide del museo ni las masas de turistas con sus palos de selfi que se pasean por los pasillos del antiguo palacio real acobardan a Charlotte. Ella se escurrirá por la Puerta de los Leones, una entrada cerca al Sena, reservada a los grupos por la que a veces dejan pasar a los visitantes individuales. No pagará tampoco los 17 euros que cuesta la entrada, pues, como ciudadana europea menor de 26 años, está exonerada. “Voy a visitar la exposición en noviembre porque sé que durante las primeras semanas habrá muchos turistas”, dice Charlotte, quien recorre el museo varias veces al año.
La exhibición no logró reunir todo el trabajo del polímata italiano, pero se acercó bastante. Las obras ausentes más notables son el ‘Salvator Mundi‘, cuyo paradero se desconoce, ‘La dama del armiño‘, que está en Cracovia, y ‘Adoración de los magos‘, en Florencia.A pesar del éxito asegurado de la exposición y de su trascendencia, algunas obras notables estarán ausentes. El Louvre no logró obtener Salvator Mundi, fantástico cuadro de un cristo que emerge de las tinieblas. Oficialmente, el príncipe heredero de Arabia Saudita, Mohamed bin Salmán, la compró en 2017 por 450 millones de dólares, lo que la convirtió en la pintura más cara de la historia. Su paradero es aún un misterio.
En 2018, la obra debía ser expuesta en el Louvre Abu Dabi, pero, sin razón, su dueño cambió de plan. Los Emiratos Árabes Unidos declararon este año ser sus propietarios, pero nadie parece saber nada sobre su paradero. El Louvre se contenta con mostrar el Salvator Mundi versión Ganay, el cuadro similar atribuido a Marco d’Oggiono, uno de los aprendices de Da Vinci. La dama del armiño, del museo Czartoryski en Cracovia, una obra de enorme belleza, brilla también por su ausencia, así como Adoración de los magos, de la Galería Uffizi de Florencia.
Algunos expertos consideran también que los comisarios hubieran podido darle más profundidad a la exposición. “La muestra se concentra, exclusivamente, en la actividad artística de Leonardo, quien dejó escritos teóricos sobre la pintura en esencia compiladas por su discípulo Francesco Melzi y reunidas después en el ‘Codex Urbinas’, tratado de pintura en italiano. Todo planteamiento serio sobre el pintor debería presentar el vínculo entre los escritos de Leonardo y sus obras, para que el visitante pueda comprender los estados sucesivos de su recorrido artístico y sus particularidades”, indicó Franck.
Da Vinvi ¿Italiano o francés?
El alboroto en el mundo cultural por esta gran exposición también vino acompañado de tensiones diplomáticas entre Italia y Francia. A finales del año pasado, La Liga, en ese entonces partido nacionalista al mando de Italia, junto con el Movimiento 5 Estrellas, advirtió que iba a denunciar las negociaciones de préstamo de las obras de Da Vinci con Francia.
Ese anuncio causó una gran polémica porque, para ambos países, el acuerdo celebraba sus relaciones diplomáticas. El pacto incluía el traslado de varias obras de Da Vinci a París, y que Francia prestara a Italia todas las piezas de Rafael que permanecen en ese país para una exposición, en 2020, de los cinco siglos del autor de La escuela de Atenas.
Por eso, la llegada de los populistas al poder en Italia en junio de 2018 no le cayó bien al mundo cultural. “Leonardo es italiano, solo murió en Francia. El interés nacional no puede ser dejado en un segundo plano, los franceses no pueden tenerlo todo”, dijo frente a los medios, a finales de 2018, Lucia Borgonzoni, subsecretaria italiana del estado de los bienes y actividades culturales.
Para La Liga, esas amenazas constituían un ataque al progresista Emmanuel Macron, presidente francés que había criticado al Gobierno de la península por cerrar sus puertos al Aquarius, barco que rescató 629 migrantes del Mediterráneo.
Con la revisión del acuerdo, que La Liga quería llevar a cabo, revivía el debate de la legitimidad de Francia para gozar de la imagen del artista toscano, cuestión presente, sobre todo, a comienzos del siglo XX. ¿Por qué Francia se llevaría todo el crédito por el trabajo de un pintor italiano que vivió allí solo tres años? ¿Por qué Francia conserva obras compradas en un periodo tan corto de la vida de Da Vinci?
En 2019, esas preguntas que los nacionalistas querían revivir quedaron atrás. El presidente italiano, el moderado Sergio Mattarella, participó en Amboise, última morada del artista, en la conmemoración del aniversario de su muerte. En septiembre, con la caída de la coalición populista, el francófilo Dario Franceschini llegó al Ministerio de Bienes Culturales con una política de apertura y diálogo, y reafirmó la voluntad de prestar las obras al país vecino.
Las querellas parecían enterradas, pero, a comienzos de octubre, el Tribunal Administrativo Regional de Véneto bloqueó, por un vicio de procedimiento, el préstamo del Hombre de Vitruvio, conservado en el Museo de la Academia de Venecia. Según Italia Nostra, asociación que presentó el recurso ante los magistrados, el ministro de Bienes Culturales no estaba autorizado para permitir el traslado del dibujo. Finalmente, el 16 de octubre, el mismo tribunal rechazó el recurso de la asociación, para fortuna de quienes irán al Louvre a conmemorar el aniversario de la muerte del florentino.
Quizás, durante la exposición, alguien recuerde que Da Vinci no murió en los brazos de Francisco I, como Ménageot lo pintó. El rey se encontraba en Saint-Germain-en-Laye con su esposa, la reina Claudia, quien daba a luz al futuro rey Enrique II. Probablemente, el florentino falleció al lado de Francesco Melzi, uno de sus discípulos. Poco importa; desde hace cinco siglos, en el universo de Da Vinci, los mitos y misterios hacen parte de la figura del genio toscano.
Por la magnitud de la exhibición y la gran afluencia de público, será difícil encontrar boletos a menos que se planee con tiempo.