Infantil
La dupla creativa de ‘¡Ugh!’, uno de los libros más votados de La Lista Arcadia
En blanco y negro, ilustrado con grafito y prácticamente silente, el libro es el resultado de un trabajo de cuatro años del ilustrador Rafael Yockteng y el escritor Jairo Buitrago. Una conversación entre los autores.
Jairo Buitrago y Rafael Yockteng han hecho catorce libros juntos. Muchos de ellos hacen parte del imaginario visual y narrativo de cientos de niños y niñas del país: Camino a casa, Eloísa y los bichos o León y ratón. Su última aventura es ¡Ugh! Un relato del pleistoceno. Arrancó con un texto humorístico sobre los cavernícolas y terminó convertido en un libro casi que silente, sostenido por el poder de sus ilustraciones en grafito, que sigue a un grupo de cazadores en medio de todas las dificultades que deben sortear y nos permiten presenciar el milagro del nacimiento de la narración oral y del dibujo.
ARCADIA: Ustedes arrancaron con Emiliano en 2008. ¿Qué les gustó del trabajo del otro?
RAFAEL YOCKTENG: Yo había ilustrado a otros escritores, pero sus historias me resultaban lejanas. Las historias de Jairo hablan mucho de lo cotidiano, no importa si es un libro que ocurre en la prehistoria o de ciencia ficción. Y los dos siempre hemos narrado nuestro entorno.
ARCADIA: Si tuvieran que diseccionar su trabajo juntos, ¿qué dirían?
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JAIRO BUITRAGO: Hemos hecho cosas rarísimas, como correr haciendo un libro, que fue Camino a casa, para un concurso. Lo hicimos como equipo y lo logramos. Yo corregí. Rafa ilustró. Armamos el dummy. Luego hicimos una investigación histórica para El primer día. Soy un historiador frustrado y eso me ayudó muchísimo para hacer un libro sobre la historia del siglo XIX en Colombia. Le dije a Rafa que viéramos vestuarios, banderas o estribos de caballos.
R.Y.: Vimos ilustraciones de la época y recorrimos las iglesias de La Candelaria para poder dibujarlas. En Jairo siempre he tenido un apoyo investigativo muy fuerte y eso me sirve para hacer cosas distintas.
ARCADIA: ¿Cuándo supieron que la dupla podría funcionar? ¿Desde el premio a Camino a casa?
R.Y.: Lo supe desde Emiliano. Nos dieron ganas de seguir haciendo cosas. Esa intención no pasa tan fácilmente con nadie más. Con Camino a casa lo confirmamos y se nos abrieron las puertas.
ARCADIA: ¿Cómo nació ese libro?
J.B.: Era un poema. No lo concebí como un libro ilustrado. En el primer manuscrito yo había hecho una ilustración de una niña con un león. Le dije a Rafa: “Piense si esto puede ser un libro-álbum”. El proceso fue un día de escritura. Luego, en una semana, Rafa lo dibujó completamente.
R.Y.: Debíamos mandarlo al premio A la orilla del viento. Armamos la maqueta. Cuando ganamos, hubo un proceso de edición. ¡Ahí sí me tocó repetir todo el libro!
J.B.: Luego de Camino a casa tuvimos muchas dudas. Yo me fui a México. Rafa hizo otros libros. Decíamos: “Hacer un nuevo libro después de un premio es difícil”, pero creamos Eloísa y los bichos. Ese libro quedó en la lista de honor de Ibby y recibió el premio White Ravens.
R.Y.: Salieron ediciones en japonés, coreano, chino, turco... Eloísa es otro de nuestros best sellers.
ARCADIA: ¿De dónde surge eso de rodear a la protagonista de bichos?
J.B.: Estaba ese juego de palabras ‘sentirse un bicho raro’. ¿Qué tal si, literalmente, los bichos son bichos y ella es la única con la que el niño o la niña que está leyendo se puede identificar?
R.Y.: Eloísa sintiéndose un bicho raro, los migrantes sintiéndose unos bichos raros, los que hemos llegado de otros países sintiéndonos así, creciendo y queriendo quedarnos. Jairo es colombiano, pero cuando era chiquito se movió por todos lados. Y yo nací en Perú, pero llevo 40 años en Bogotá. Y, bueno, María Osorio, nuestra editora desde Emiliano, es argentina.
J.B.: Eso nos unió mucho. De diferentes maneras, todos éramos Eloísa. De nuestros libros, es el que mayor empatía causa en quienes se sienten diferentes en muchas situaciones.
ARCADIA: Hablemos de ¡Ugh!
J.B.: Hay una locura y es cómo Rafa lo concibió. Yo le llevé la historia y era superhumorística. María la criticó perfectamente: “No quiero publicar a los Picapiedra”, nos dijo. Incluso, había rimas y canciones, pero todo esto en función de modernizar un poco a nuestros ancestros cavernícolas. Recuerdo que Rafa dijo: “Este libro lo voy a hacer en seis meses y en color”.
R.Y.: ¡Cuatro años después lo teníamos en blanco y negro! La vida es rara: el día en que María nos dijo que quizá lo publicaría, le llegó una presentación científica sobre pinturas rupestres y se decidió. Empecé a investigar sobre grandes mamíferos de la época, sobre cómo podían ser los humanos y compré libros sobre el pleistoceno.
J.B.: Vimos La guerra del fuego, de Jean-Jacques Annaud, y volvimos a ver 2001, odisea del espacio, de Kubrick. Hubo un momento de preparación para que Rafa decidiera cómo lo iba a hacer.
ARCADIA: ¿En qué momento se desprenden de la historia original?
R.Y.: Nunca me desprendí de ella. El guión, la historia original, sigue ahí.
J.B.: Sí y no. Es un libro más de Rafa. Por eso, él aparece de primero como autor. Yo me desconecté un poco por la pandemia y estaba haciendo un libro sobre el Palacio de Justicia. Sabía que Rafa estaba trabajando las ilustraciones en grafito.
ARCADIA: ¿Y cómo llegó el grafito?
R.Y.: Trabajé muchos años digitalmente por facilidad y porque encontré nuevas cosas que me gustaron. En ¡Ugh!, después de haber pasado por muchas técnicas, pensé que quizá era el lápiz. Encontré un montón de grises, distintas formas. Me gustó y les mostré a Jairo y a María. Habían pasado varios meses y solo hasta ese momento ella me dijo, “hagamos el libro”.
ARCADIA: ¿En qué momento se van las palabras del libro?
J.B.: Después de esa desconexión, en la cual pasaron meses, María me mandó un correo donde me mostró imágenes en alta calidad. “Como podrá ver, no hay espacio para el texto”, escribió. A mí me pareció buenísimo, le dije que me encantaba.
ARCADIA: No era fácil tener esa apertura...
J.B.: Yo conocía muchos libros silentes de dos autores y me parecían lindísimos. Me preguntaba por qué firmaban dos, si había un solo ilustrador. Después de que se decidió que el libro no iba a tener textos, Rafa empezó el proceso de hacer y rehacer.
R.Y.: Jairo sabía que lo más importante era el libro, la historia. Esto no lo aceptaría la mayoría de escritores. El proceso estuvo lleno de errores técnicos. Para mí fue un aprendizaje porque yo nunca había hecho algo como ¡Ugh! Extrañamente, llegó un momento en el que María me dejó solo trabajando.
ARCADIA: Solo hay un texto en el libro y está al final…
J.B.: Yo lo veía como un libro silente y un día María me dijo que se necesitaba un texto para el final. “¿Qué voy a decir? ¿Fin?”, pensé. Pasaron meses, y no sabía qué hacer: me ponía a ver documentales sobre minerales, sobre pigmentos. Era menos de una cuartilla, pero creo que nunca había mandado un texto con tanta inseguridad. Me concentré en el personaje: ya hablamos de la aventura de esta chica para convertirse en narradora e ilustradora, qué más puede ser ella: la líder del clan. No solo el cazador es el líder, sino esa persona mágica, chamánica, como ella.
R.Y.: Ella es la única que observa realmente en todo el recorrido que hacen los personajes, justamente por eso puede contar y dibujar estas historias. De todos, es ella la que está erguida.
J.B.: ¡Es nuestra teoría caprichosa de la evolución! Y, bueno, también teníamos derecho a ser un poco ficticios con nuestro propio pleistoceno.
*Periodista y editora. Directora de Proyectos de Grupo Semana