Entrevista
“La incertidumbre es maravillosa porque nos hace pensar mejor”: Maggie Jackson
La galardonada escritora y periodista norteamericana es conocida por sus investigaciones sobre tendencias sociales y escribe actualmente un libro sobre la incertidumbre. En esta entrevista, habla de lo positiva que puede resultar esa falta de seguridad y de cómo manejarla.
A más de un año de la emergencia mundial por la enfermedad Covid-19, que ya se cobró la vida de más de 3 millones de personas, existen algunas pocas respuestas sobre el virus.
Sin embargo, aún hay innumerables incógnitas y las preguntas se siguen sumando a la lista. También existen incertidumbres por otros temas globales, por ejemplo, el cambio climático y la situación económica en el mundo, y no podemos escapar a las incertidumbres personales, desde financieras y sociales hasta existenciales.
La incertidumbre nos hace sentir vulnerables. ¿Por qué nos cuesta tanto manejarla? ¿Puede que, pese a hacernos sentir incómodos, nos de algún beneficio?
Se lo preguntamos a la crítica social y escritora estadounidense Maggie Jackson, autora de “Distracted: Reclaiming Our Focus in a World of Lost Attention” (Distraído: recuperar nuestro enfoque en un mundo de atención perdida). Actualmente Jackson está escribiendo un nuevo libro sobre la incertidumbre,ala que considera como “un regalo” para los seres humanos.
El siguiente es un resumen de la entrevista con la autora, que fue editado por cuestiones de claridad y espacio.
Tendemos a ver a la incertidumbre como algo negativo. ¿Realmente lo es?
Los seres humanos se sienten muy incómodos con la incertidumbre y hay muy buenas razones para ello.
Por el bien de nuestra supervivencia, necesitamos tener respuestas, resolver dónde conseguir la comida, cómo criar a nuestros hijos, etc. Y este impulso de resolver una pregunta hace que los humanos nos apresuremos a la respuesta.
La incertidumbre tiene una mala reputación. La idea de que debemos correr detrás de una respuesta es muy común, aún más en la actualidad. Pero cuando algo sale mal, o nos encontramos con algo nuevo o con un problema que no conocemos, la incertidumbre nos desafía, nos lleva a pensar en algo que debemos reflexionar en ese momento. Por eso es el trampolín hacia un pensamiento mayor.
Pero hemos llegado al punto de pensar que la incertidumbre es sinónimo de debilidad.
Los estudios muestran que si un médico dice “no sé” se lo considera menos competente. O si un director ejecutivo hace una pausa y delibera sobre un problema nuevo y complejo se lo considera menos influyente que aquel que simplemente se apresura a encontrar una respuesta.
¿Por qué cree que nos cuesta manejar la incertidumbre?
Porque vivimos en una sociedad que constantemente ve las respuestas instantáneas como exitosas. Recurrimos a dispositivos que básicamente nos ofrecen respuestas de forma inmediata. Hay algunos estudios que muestran que si las personas buscan algo en Google están mucho menos dispuestas a enfrentarse a un problema o a una pregunta más adelante.
Otra investigación muestra que solo el 25% de las publicaciones en internet se abren antes de que se compartan o se les dé “me gusta”. Básicamente, las personas comparten, afirman que les gustan y tuitean cosas que ni siquiera están leyendo. Y esto se considera la norma.
Entonces cuando te enfrentas a la incertidumbre, parece ser algo muy incómodo. Pero yo creo, y los nuevos hallazgos científicos lo demuestran, que la incertidumbre es absolutamente crítica para el pensamiento, para la creatividad, incluso para el bienestar mental y la resiliencia.
Eso es exactamente lo que necesitamos ahora. Tener incertidumbre es inesperadamente lo que debemos tener en un momento de volatilidad y desafíos complejos.
¿Por qué dice que la incertidumbre puede ser un regalo? ¿Cuáles son sus beneficios?
Durante décadas, los científicos no estudiaron la incertidumbre de manera extensa como una construcción psicológica. Se consideraba algo que simplemente tenías que superar lo más rápidamente posible para llegar a un pensamiento desarrollado.
Pero recientemente se han ido realizando una enorme cantidad de investigaciones que muestran exactamente lo que hace. La incertidumbre es un tipo de pensamiento provocador. Algunas personas la comparan con una forma de buen estrés. Cuando no estás seguro, tu cuerpo responde a lo que tu mente dice: peligro, algo nuevo, hay un problema aquí.
Los humanos básicamente hacemos una pausa, no estamos seguros, nos volvemos más alerta y podemos aprender. Entonces, el cerebro comienza a dirigir más glucosa, más energía, a sí mismo. Así que la incertidumbre es este estado absolutamente maravilloso que te está provocando a pensar. Básicamente te lleva a lo que Daniel Kahneman (psicólogo y economista israelí, ganador del Nobel de Economía 2002) llamó “pensamiento lento”.
Todos los días nos movemos, viajamos en nuestros coches, no tenemos que pensar en cómo hacer una taza de café ni en cómo ponernos los zapatos para correr, etc. Esas son situaciones de rutina en las que nuestro pensamiento es automático, intuitivo, se basa en patrones. Pero cuando hay algo nuevo, cuando estamos en problemas, de repente nos topamos con este increíble estado mental de la incertidumbre.
Un estudio encontró que cuando estaban expandiendo la Unión Europea, los directores ejecutivos más ambivalentes, los que no estaban seguros de qué hacer, fueron los que cambiaron para ser más ingeniosos y escucharon más perspectivas de los integrantes de sus equipos. Ellos pasaron más tiempo estudiando el problema.
¿Hay más incertidumbre con la pandemia que antes o es algo de lo que nos damos cuenta ahora?
No sé realmente. Parece un chiste, pero no lo sé. Investigaciones sobre la incertidumbre en la política y economía muestran que en estas áreas se supone que hay más incertidumbre. Hay un nuevo tipo de estudio en la Universidad de Stanford que toma la temperatura del mundo y muestra que en las últimas décadas tuvimos cantidades de incertidumbre vertiginosas.
Ahora, yo pregunto: ¿la persona del año 1400 o del año 1800 tuvo más incertidumbre? Tal vez sí, tal vez no. Lo que es cierto es que nos enfrentamos a problemas muy complejos y por eso, tal vez, sintamos más incertidumbre, como a temas de cambio climático o autoritarismo político. Todos estos problemas no son simples, son complejos y globales.
Así que sí, los niveles de incertidumbre que parecen ser muy altos se están reflejando en el estrés y la ansiedad que sienten muchas personas.
¿Hay áreas donde la incertidumbre es más común o más crucial que otras?
La incertidumbre es una mentalidad crítica cada vez que termina la rutina. Podría ser en cualquier momento que estés aprendiendo, siempre que quieras ser creativo, que enfrentes algo que no puedes controlar. Por ejemplo, criar a un niño está lleno de incertidumbre porque no hay un libro de reglas, es algo impredecible y la gente es impredecible.
Vemos diferentes tipos de incertidumbre todo el tiempo y siempre ha estado a nuestro alrededor. Tal vez este sea un momento histórico, con diferentes partes de nuestra infraestructura social que se están desmoronando o al menos están siendo desafiadas, como los sistemas de salud pública y sistemas ecológicos, etc. Cuando estamos bajo asedio de esta manera, creo que es cuando necesitamos comprender los beneficios de la incertidumbre.
¿Qué podemos hacer para manejar la incertidumbre? ¿Existe alguna herramienta?
Tengo dos sugerencias. Primero, creo que es importante poder ver la incertidumbre no como una amenaza, sino como un desafío. De hecho, hay muchos estudios sobre esta idea de tolerar la incertidumbre. Las personas que son más tolerantes o más capaces de ver la incertidumbre como un desafío son más flexibles, menos rígidas, más curiosas, son capaces de ver matices y no piensan en blanco y negro.
Hay muchas medidas que se pueden tomar en psicología. Por ejemplo, se impuso un nuevo plan de estudios en una escuela de medicina en Estados Unidos en el que intentan ayudar a sus jóvenes médicos residentes a aprender cómo ser más tolerantes con la incertidumbre, porque no existe una respuesta correcta para tratar a un paciente, quizás haya múltiples formas de tratarlo.
También hay muchos esfuerzos en la ciencia para ayudar a las personas a lidiar con la incertidumbre, aprendiendo a hacer pequeñas cosas. Gran parte de este trabajo se basa en las fobias, cuando las personas tienen miedo de un perro o una araña, y los ayudan a dar pasos pequeños.
Lo mismo puede pasar con nuestra incertidumbre personal. Si siempre vas a pedir lo mismo en tu restaurante favorito, prueba algo nuevo. Puede sonar tonto, pero te ayuda a entender que lo desconocido no es una amenaza. Si estás “microgestionando” tu equipo de trabajo, intenta delegar más y luego ve cómo manejar el problema.
Es como aflojar nuestro control y es notable, porque las personas que se adaptan más a la incertidumbre no son menos asertivas. La incertidumbre no significa que estés paralizado, ni que estés renunciando a un problema.
La segunda sugerencia sobre la incertidumbre es ver qué tan estrechamente se relaciona con pensar bien para sacar conclusiones correctas. Por ejemplo, si hay un cliente insatisfecho con el trabajo puedes analizar la situación y luego hacerte la pregunta opuesta. Si crees que el cliente no está contento porque el producto es malo, entonces considera que quizás el cliente está insatisfecho por la razón opuesta. Tal vez, el producto es demasiado complejo, por lo que es demasiado bueno.
Eso no te dará la respuesta automática, pero lo que hará es abrir la pregunta y estarás un poco menos seguro de lo que asumes. Y esto es realmente importante cuando se trata de preguntas complejas y difíciles.
Realmente tenemos que despertar al poder y los beneficios de la incertidumbre.