Cine
‘La Jauría’: el thriller de bosque tropical de Andrés Ramírez Pulido proyecta a Ibagué y a su juventud periférica
Radicado en la capital tolimense, Ramírez narra desde jóvenes que sienten el peso atmosférico de la herencia de sus padres en la ausencia, el amor y el odio. Su película, de la que también es productor, se estrena el 20 de octubre en Colombia. Al respecto, compartimos una charla con él antes de la proyección en la Semana de la Crítica en Cannes.
Llegó por descarte al cine, llegó por amor a Ibagué, pero no es por suerte que su primer largometraje La Jauría se va a estrenar en la Semana de la Crítica de Cannes, una sección donde directores como François Ozon, Alejandro González Iñárritu, Ken Loach, y Wong Kar-wai han dado sus primeros pasos. Desde sus cortometrajes El Edén (2014) y Damiana (2017), Andrés Ramírez Pulido establece un tono y una narración tensa e intrigante, que ubica a su espectador en ese bosque tropical que lo marcó desde que se mudó al Tolima. Allá entró en contacto con esa frondosidad cálida y abrasadora de las afueras de Ibagué; allá comenzó a hablar con las juventudes que la experimentan en su existencia.
En esa misma sección, la Semaine de la Critique, se estrenó La tierra y la sombra (2015) de César Acevedo, el primer y único ganador de la Cámara de Oro para Colombia. Allá, Simón Mesa Soto, el único ganador de la Palma de Oro para Colombia, por su corto Leidi (2014), estrenó su ópera prima Amparo. Esta se proyecta estos días en cines colombianos, un año después de que en Cannes le mereciera a su protagonista Sandra Melissa Torres un reconocimiento a Mejor actriz. La tradición colombiana es robusta en esta sección. A esta se suman Franco Lolli, por partida doble, con Litigante y Gente de bien, Camilo Matíz con 1989 y Pepe Sánchez con San antoñito.
Ramírez Pulido sumó su relevante cuota. Y en su ópera prima también es productor, un rol al que muchos directores le huyen pero que a él le suma en robustecer su toma de decisiones.
La Jauría sigue a Eliú, un campesino joven, encarcelado en un centro experimental de menores por un asesinato que cometió. A diario, con los otros reclusos, sobrelleva terapias de grupo intensas, densas, todo mientras acondicionan la hacienda abandonada en la que viven para recibir a otros que llegarán. Y un día llega entre esos que llegan está un viejo amigo, el Mono, y le agita un pasado turbulento. No contamos con el tráiler oficial aún, pero compartimos el de Damiana, el corto que integró la selección oficial de 2017 y ilustra la atmósfera que suele proponer el director.
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Mucho dice de la película y de Andrés Ramírez Pulido que la película ya tenga fecha de estreno en Francia, en abril de 2023. Y es que los patrocinadores en el país galo se sumaron al proyecto al ver los cortometrajes, dándole un voto de confianza creativa al director y productor que se le siente en la voz. Más importante para los colombianos, la película llega el 20 de octubre a salas del país.
Sobre su camino, su cine, sus intereses, hablamos con el bogotano modelo 89, forjado por Los Edukadores y la Nacho, hijo adoptivo de Ibagué, y en residencia temporal en Francia.
SEMANA: ‘Amparo’ se estrenó el año pasado en la Semana de la Crítica y se exhibe ahora en Colombia, ¿la vio? ¿Qué referentes suyos han pasado por esta sección
ANDRÉS PULIDO RAMÍREZ: No la he visto. Por la Semana de la Crítica ha pasado gente interesante, y que te seleccionen en un lugar así, donde pasan directores con una mirada como la de Iñárritu, que allá estrenó Amores Perros, una película icónica del cine latinoamericano, es un placer. Se me van muchas películas que se han proyectado, pero también estuvo Alice Rohrwacher, con su primera película Corpo Celeste. Admiro mucho el cine que ella hace.
SEMANA: Cuéntenos de usted, de cuándo nace y de cuándo decide que el cine es su camino...
A.P.: Yo nací en 1989 y, si no me equivoco, entré a la escuela de cine de la Nacional en 2007. Pero realmente no llegué al cine por la cinefilia, fue más por descarte. Hice un colegio técnico, y siempre dije que me sirvió para saber lo que no quería hacer en la vida, es decir, seguir carreras técnicas, ingenierías y demás. Entonces, por descarte, con la única oportunidad de entrar a la universidad pública (de donde viene toda mi familia), y viendo una y otra carrera vi Cine y me animé, Lo intenté tres veces, porque no tenía otra posibilidad, y la tercera fue la vencida.
Cuando me preparaba para el tercer examen de la nacho, vi una película. La encontré en una video tienda de DVDs (era esa época), en la del barrio. Yo tenía la intuición de que había algo más que el cine comercial, algo más allá. No vengo de una familia que sea muy culta en el arte y demás, pero empecé a mirar los DVD y encontré dos películas que me llamaron la atención: una japonesa, ‘Muñecas’, de terror, y otra alemana que se llama Los edukadores (de Hans Weingartner). Con la de terror no me conecté tanto, pero cuando vi la alemana me conecté mucho y pensé “Esto es l o que quiero hacer en la vida”. Y con esa referencia me fui al examen y a la entrevista en la Nacho, a muerte, porque no sabía nada más, y creo que sirvió.
Una vez en la escuela de cine empiezo a tener referencias, entrando a la cinefilia, pero siempre me conectó más con el cine contemporáneo que con el clásico, con el que tenía un poco de distancia.
SEMANA: Dentro de esos referentes, ¿alguno de cine colombiano? ¿Le ha ido dando su espacio?
A.P.: Creo que ha ido ganando su espacio. Obviamente el cine de Luis Ospina, de Víctor Gaviria ha sido importante. La estética de películas como ‘La mansión de Araucaíma’, de Carlos Mayolo, súper gótica y atractiva. Y los años 80 y 90 de Víctor Gaviria, creo que todos los directores de mi generación dirían que aman esas películas. Sobre lo reciente, de los últimos 10 años, yo nombro a Porfirio, la ópera prima de Alejandro Landes. Me parece una película memorable, sencilla, bella, y que no tuvo mucha repercusión en Colombia. Es la que más recuerdo de las contemporáneas que me hayan gustado.
SEMANA: El momento actual de Colombia, su obra, su película más reciente: ¿hay diálogo entre ambas?
A.P.: Es una pregunta que se le hace mucho al cine latinoamericano, enmarcado siempre en su situación sociopolítica, y en diálogo con la situación política, social y contemporánea de esa película. Se viven tiempos candentes, por decirlo que alguna manera, pero yo he decidido no poner mi postura política o mi visión sobre la obra misma, porque lo que me conecta con el cine es conectarme con lo humano, con la historia del otro. Y el otro es un personaje de ficción o documental, que desde lo humano me conecta.
Yo he decidido no poner mi postura política o mi visión sobre la obra misma, porque lo que me conecta con el cine es conectarme con lo humano, con la historia del otro, pero filmo en Colombia, filmo gente real, paisajes reales, se transpira la innegable realidad que vivimos
Creo que ya hay muchas capas sociopolíticas que rodean la película, entonces lo que he intentado en mi cine, de manera inconsciente creo que en los cortos, pero de manera más consciente en el largometraje, es poner lo ficcional por encima de ciertas posturas o temáticas actuales de nuestro país.
Pero filmo en Colombia, filmo gente real, paisajes reales, se transpira la innegable realidad que vivimos. Digamos, la gente que ha visto La jauría dice que es una película colombiana, pero deja de serlo cuando no mete el dedo en la llaga en ciertos temas políticos de ahora, pero están alrededor y así pueden dialogar de una manera más orgánica. Y se aborda la violencia como un ente que nos gobierna a todos, que quizá va de generación en generación y va mutando, va tomando cuerpo ese ente, en chicos, en adolescentes, en instituciones y demás.
SEMANA: Sus personajes son jóvenes, en los cortos y en este largometraje, ¿por qué?
A.P.: Creo que he llegado, de manera inconsciente, a hacer un retrato de la adolescencia... Hace unos siete años tomé la decisión de irme a vivir a Ibagué, una ciudad que siempre tuvo la fama de que no pasa nada, de que no hay empleo, pero la vida y el amor me llevaron allá. Y empecé a conocer el contexto de adolescentes que vivían en las periferias, en la parte rural, y me pareció muy interesante. Y empecé a encontrar un común denominador, que es la relación conflictiva, o de odio o de amor que tienen hacia la figura paterna, y cómo esa figura paterna les marca (nos marca, ahí hago como un espejo) la adolescencia... cómo luchamos toda la vida con esta figura.
Empecé a conocer el contexto de adolescentes que vivían en las periferias y empecé a encontrar un común denominador: la relación conflictiva, o de odio o de amor, que tienen hacia la figura paterna
Entonces, los personajes en mis películas tienen una marca profunda que ha dejado su padre. Su padre nunca aparece en la película, así como en el caso de muchos de estos chicos en comunidades que conozco. Y dialoga también con una inquietud personal. Me interesó tratar esta adolescencia marcada por lo que ha heredado de su generación antecesora.
SEMANA: ¿En qué profundiza en este primer largometraje que tocó ya en sus cortos ‘El Edén’ y ‘Damiana’?
A.P.: Los cortos y el largo están conectados muy fuerte de manera temática, sobre lo que hemos abordado, adolescencia, figura paterna, la violencia alrededor de la juventud. En el largometraje logro profundizar en un retrato más íntimo, no quedándome en lo superficial, yendo a lo profundo de cómo este chico media con la violencia que le han heredado sus padres. El chico es como un espejo de toda una generación que está en ese círculo de violencia, del que quiere y del que intenta salir. La película es un retrato más grande, más fuerte, más íntimo.
En el largometraje logro profundizar en un retrato más íntimo, no quedándome en lo superficial, yendo a lo profundo de cómo este chico media con la violencia que le han heredado sus padres. El chico es como un espejo de toda una generación que está en ese círculo de violencia, del que quiere y del que intenta salir. La película es un retrato más grande, más fuerte, más íntimo.
SEMANA: Sobre dirigir un largometraje, ¿qué cambió, qué le enseño manejar un buque más grande?
A.P.: No soy el mismo que hizo Damiana hace cuatro, cinco años. La jauría se acerca Damiana, retrata una comunidad de chicos que están encerrados en un centro de reclusión experimental, de solo hombres (no de chicas, como en Damiana). Es un centro extraño, es algo terapéutico, carcelario, y bueno, es como un mix ahí con referencias de centros reales que conozco, aunque la película es totalmente ficción.
Y como soy distinto a lo que era hace cinco años, creo que hay una evolución. Es una película con una cámara más formal, más quieta. Hay muchos más personajes. Hay una apuesta y una búsqueda mayor, más formal, dejando la cámara en mano vibrante/ adolescente, más rígida que creo que le conviene mucho al tema de la cárcel.
En los cortos dirigí a dos chicos en ‘El Edén’, a siete chicas en ‘Damiana’, y ahora tenemos un reparto de 20 a 25 personas, pero los he abordado de la misma manera. Soy alguien a quien le gusta mucho callejera, ‘gaminear’ como dirían los chicos. Y ahí los voy encontrando, voy pasando tiempo con ellos, reuniendo experiencias y camuflándome un poco en ese universo.
Para mí, un director es un estratega, que tiene un mapa (el guion), pero él tiene que levantar la mirada, porque sino se pega con el árbol que está al frente pero no está en el mapa. He intentado eso, tener un mapa, que es todo ese tiempo de desarrollo larguísimo de guion, escribir, reescribir, y cuando estamos en el campo intento levantar la cabeza y dejar que la vida entre en la película.
SEMANA: Cuéntenos sobre el trabajo de escritura... ¿trabajó solo el guion?
A.P.: Lo trabajé solo. Este es particular, porque luego de estudiar cine en la Nacional hice allá también la maestría de escrituras creativas, y tenía un primer guion. Y lo mandé seis años al FS y nunca ganó. La historia se me ocurrió de un momento a otro, la escribí en un mes, ganó, y se maduró muy rápido. Tuve bastantes lectores y asesores en los fondos que ganamos y demás. Entre ellos está Cristian Mungiu, un director rumano que también estrena película en Cannes. Tuve la oportunidad de que él asesorara el proyecto, y fue una de las lecturas interesantes.
yo quiero hacer un cine de autor, y me pasa que cuando voy a un laboratorio de guion te leen guionistas, script doctors, con su mirada muy interesante, pro muy pocas veces tienes contacto con un asesor que es un director, un realizador, que no solo vea el texto del guion, que vea la película.
SEMANA: Cuéntenos sobre la reacción a su película, ¿cree que será muy distinta acá en Colombia?
A.P.: El cine que a mí me gusta es uno que formalmente crea una búsqueda. Considero que ahí está lo interesante, pero también que conecte, que te agarre de adentro y te lleve. Entonces, lo que intenté fue eso, dar una historia fuerte, dramática, de tensión pero con una apuesta formal. He visto la película con público, y creo que el espectador se conecta con esto que he querido construir, esta tensión, y para mí eso es lo más importante. Espero que en Cannes sea lo mismo.
Los colombianos que la han visto, muy pocos, leen otras capas que tiene la película. Porque no es solo la historia de un personaje, sume varias sub tramas y capas. Quise alejarme también de la típica película social latinoamericana, la que se espera, y quise sumarle tinte de thriller, cositas muy ficcionales, creo que eso la enriquece bastante.
Exploro también un territorio poco explorado en el cine colombiano, Ibagué. Cuando se ven mis películas o cortos fuera del país, me anotan que esto no es Medellín, esto no es Cali, esto no es Bogotá, me preguntan ¿dónde es esto?
Exploro también un territorio poco explorado en el cine colombiano, Ibagué. Cuando se ven mis películas o cortos fuera del país, me anotan que esto no es Medellín, esto no es Cali, esto no es Bogotá, me preguntan ¿dónde es esto? ¡No hablan caribe! Entonces les digo del lugar en el que vivo, entre Bogotá y Cali... Y me parece muy enriquecedor que vaya a mostrarse en Colombia, en Ibagué y toda esta zona.
SEMANA: ¿Desde qué año vive en Ibagué?
A.P.: Ando perdido en el tiempo, pero más o menos hace seis, siete años.
SEMANA: Usted ha tenido presencia en festivales, llevó ‘El Edén’ a Berlín, pero ¿genera Cannes algo distinto?
A.P.: No puedo negar la emoción que produce. Van dos años de trabajo y recibo con mucha felicidad que venga una ventana tan importante, que te hace un poco más visible, y que obviamente hay que aprovechar. Cuando me lo dijeron con Damiana y con El Edén fue una cosa inesperada. Los cortos también han hecho que “se espere” la primera película, hay otro tipo de presión y tensión, pero la emoción es innegable.
La expectativa es distinta esta vez. Yo a la vez soy productor en Colombia, al mismo tiempo, así que hay que pensar a veces como productor, como director, sobre qué decir de la película, dónde ponerla. Y me gusta, me parece que mis películas no serían lo que son si yo no jugara ese doble rol, aunque es muy difícil (y he encontrado aliados que me han ayudado). Me gusta tomar decisiones en la dirección que estén muy unidas a la producción. Creo que eso se ve en la película.
SEMANA: ¿Qué fecha estrena?
A.P.: Estamos definiendo, cerrando el tema, no lo sabemos. En Francia ya hay fecha de estreno comercial. Lo que ha tenido la película, que ha sido raro para una ópera prima, es que la gente de ventas y el distribuidor francés entró a participar desde el guion. Vio los cortos, leyó el guion y entró a la película, y eso ha significado un respaldo fuerte. Se estrenará el 4 abril de 2023 en Francia. Todos estamos muy felices de presentar la película.