CINE

La maestra de kínder

Esta versión estadounidense de una película israelí mantiene la preocupación sobre el compromiso de los maestros con el desarrollo de sus estudiantes. ***

12 de enero de 2019
Maggie Gyllenhaal y Parker Sevak protagonizan una historia que fluctúa entre la esperanza y la preocupación.

Título original: The Kindergarten Teacher Año: 2018 País: Estados Unidos Director: Sara Colangelo Guion: Sara Colangelo, basado en el guion de Navid Lapid Actores: Maggie Gyllenhaal y Parker Sevak Duración: 96 min

El otro día encontré una cita del poeta chileno Nicanor Parra: “El poeta no cumple su palabra si no cambia el nombre de las cosas”. Ahí, comprimido, podría uno ver la necesidad de la poesía (renovar los nombres para, así, renovar también nuestras percepciones y formas de entender), que es uno de los elementos centrales de esta película.

Basado en una producción israelí del mismo nombre, estrenada en ese país hace un par de años y adaptada por la directora Sara Colangelo (Pequeños accidentes), La maestra de kínder sigue a Jimmy (Parker Sevak), un niño de cinco años que entra en una especie de trances en los que camina para arriba y para abajo hablando para sí e inventándose lo que su maestra, Lisa Spinelli (Maggie Gyllenhaal), considera poemas geniales. “Tiene un don”, dice ella. “El nivel de poesía que escribe excede su edad”.

Le puede interesar: Cómo ver la escena escondida de Black Mirror: ‘Bandersnatch’, la primera película interactiva de Netflix

Pero, ¿qué hacer con semejante descubrimiento? ¿Es lógico pensar en genialidad tratándose de un chico tan pequeño? ¿No es una carga excesiva?

Ese es el asunto que esta película desarrolla fríamente: la manera como los adultos proyectan en los menores un mundo posible que quizá no tenga mucho que ver con lo que les ha tocado a ellos.

Así, el fenómeno de la infancia se vuelve no solo el del desarrollo de un individuo, sino el de todo un mundo donde ese individuo existirá, y que no se sabe qué tan parecido o diferente sea del que les tocó a los adultos que lo rodean. En esa incertidumbre, la película logra delinear un espacio donde cabe tanto la esperanza como la preocupación.

“Creo que tenemos un Mozart”, le explica la maestra al padre del niño que la oye escéptico de la genialidad y del valor de la poesía. “Mozart fue educado por reyes y reinas. Le masajeaban las manos, le daban dulces mientras tocaba el piano y Jimmy no tiene eso”. Pero ¿qué clase de masajes les servirán a los poetas? ¿No necesita la poesía un complemento en experiencia vivida que un niño de seis años simplemente no puede tener?

Hay dos elementos importantes que tenían más presencia en la película israelí, que la hacían más redonda y ayudaban a profundizar en sus temas: el carácter religioso de las poesías del niño con la consiguiente posibilidad de la inspiración divina, y la forma en que las actividades culturales, entre ellas la poesía, tienen un espacio reducido en un mundo que privilegia las cifras, lo coyuntural y lo material.

Sin estos refuerzos estructurales, la fuerza de esta película recae sobre todo en el papel de la maestra, que gracias a Gyllenhaal, ofrece una gama creíble y matizada de momentos que van de la ternura a la combatividad, del orgullo a la vergüenza, de la dureza a la empatía.

También puede leer: Disney anunció su plataforma de streaming que competirá con Netflix en el 2019

Aunque su final se siente apresurado, la película nos recuerda el reto que implica la educación pensada no solo como un ejercicio en el presente de los involucrados, sino como algo que puede transformar el mundo futuro que todos habitaremos. 

Noticias relacionadas