Cultura
La oración en la que se debe encomendar para evitar la lujuria carnal
Es importante hablar con sinceridad y expresarle arrepentimiento a Dios.
La lujuria es conocida como el apetito sexual extremo, el cual hace referencia a querer tener relaciones sexuales de forma descontrolada y no mide los límites.
Este es uno de los pecados que más aborrece Dios, ya que no solo se está actuando en contra de los designios del Señor, sino que se está cometiendo algo inapropiado en el cuerpo, el alma y en el templo y morada del espíritu santo.
Ante dicha situación, es importante pedirle al Todopoderoso vencer la lujuria, pero es aún más necesario hablarle con sinceridad y expresarle lo mal que se siente cometiendo ese pecado.
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De esta manera, se recomienda hacer la siguiente oración.
Oración para no caer en la lujuria
Amado Padre Celestial, omnipotente y gran Señor; a ti sea toda la gloria y la honra por siempre y para siempre. Porque solo tú eres digno de recibir suprema alabanza y adoración, mi alma y corazón anhelan tu presencia.
Amado Señor, Rey de todo; primeramente quiero darte gloria y honra, porque solo mereces recibirla. No hay otro Dios mejor que tú, el alfa y la omega, principio y fin. Eres merecedor de toda adoración y alabanza; porque por ti fueron hechas todas las cosas, y solo por ti dejarán de ser.
Ciertamente, bendito Señor, reconozco que soy carne, la cual es pecaminosa y llena de perversidad. Debido a esto, temo en algún momento tropezar y dejarme llevar por apetitos de la carne.
Por lo tanto, Dios mío, te ruego que seas sujetando mi carne a tu santa voluntad. Quita de mí todo deseo carnal y maligno, porque yo solo quiero servirte en perfecta santidad. Líbrame, oh Padre, del deseo desenfrenado; debido a esto, me he visto en pruebas y tentaciones, más no quiero fallarte, quiero seguir siendo esa persona limpia ante tus bellos ojos.
Amado Padre, mi cuerpo es tu templo y morada. Por lo que anhelo siempre permanezca limpio y sin mancha, en tu palabra está escrito que nuestra vestidura debe ser pura, banca y sin mancha. Por lo que, te ruego mi Señor, limpia mi corazón de cualquier cosa que ensucie tu santo templo.
Asimismo, controla mis emociones y mis pensamientos, que sean siempre según tú santa y divina voluntad. Padre bueno, instrúyeme en el buen camino; porque por mis propios designios es que puedo caer.
Toma control de mis ojos, ya que ellos pueden ser arma para yo caer. Toma cautivo mi carne; ya que por sí sola peca y yo quiero permanecer en santidad delante de ti. Toma control de mis manos, porque pueden ser tomadas contra mí. Reconozco, mi Señor, que sin ti nada puedo hacer. Claro está que solo contigo puedo pasar y salir en victoria ante todo problema o tribulación.
Desecha mi antigua manera de vivir; porque vivía en constantes equivocaciones. Aparta de mí toda inmundicia y cualquier otra cosa mala que perturbe mi comunión contigo. No puedo estar tranquilo sabiendo que el enemigo está al acecho y en constante movimiento para yo caer. Ya que esa es la tarea que más le gusta hacer, más tú Poderoso Gigante puedes más que todo eso.
Cristo bendito, se tú haciéndote fuerte en mi debilidad. Así como estuviste en las pruebas junto a Job, permanece junto a mí y guíame por tu senda.
Amado Padre, recibe toda adoración por toda la eternidad. Asimismo te agradezco por toda tu misericordia, porque a pesar de mi forma pecaminosa, aun así permaneces junto a mí.
Gracias te doy, oh Dios, porque sé que estás obrando en mí, vivo confiado en que si permanezco junto a ti. Nada podrá tocarme y solo moraré en santa comunión contigo.
Finalmente, solo tú conoces lo que hay en mi corazón. Por tanto te pido que obres en él conforme lo que creas es lo mejor para mí. Amén.